Mar Negro
El doble chantaje de Putin: propiciar hambrunas en África y aumentar las migraciones a Europa
El continente africano sufre las graves consecuencias de las restricciones de comercio de grano impuestas por Rusia en el mar Negro
Un 20% del continente africano se enfrenta a la desnutrición, según el estudio más reciente publicado por la fundación Oxfam. De este 20%, 55 millones serían niños por debajo de los cinco años. La situación alimentaria en África siempre es preocupante, pero más preocupan todavía las consecuencias que pueda tener el bloqueo impuesto por Rusia en el transporte de grano del mar Negro. El colapso del acuerdo sobre cereales ocurrido en la última semana amenaza con multiplicar las hambrunas en África y con disparar los precios hasta niveles inadmisibles para una población cada vez más empobrecida como consecuencia de la guerra en Ucrania.
A esto habría que añadirle las sequías actuales que padecen el cuerno de África y Mali. Y Nigeria, por dar otro ejemplo, anunció la semana pasada el estado de emergencia alimentaria, después de que una desaforada subida de precios en los alimentos básicos haya dirigido al borde de la hambruna a casi 80 millones de nigerianos. Sin la posibilidad de recibir el grano ruso y ucraniano, el riesgo se incrementa cada día hasta alcanzar niveles letales.
El Kremlin lo reconoce abiertamente, y asegura estar dispuesto a tomar medidas para evitar el desastre en África, medidas que ellos mismos reconocen insuficientes: tras ofrecer una cifra que ronda las 900.000 toneladas de grano, el viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Vershinin, puntualizó este viernes que “para los países más necesitados, este volumen, por supuesto, no es tan grande. Y, por supuesto, se están haciendo contactos. Se están haciendo esfuerzos para que no sientan ninguna consecuencia negativa”. Esta postura contradice la determinación de Vladimir Putin de “reconsiderar” el acuerdo del mar Negro si no se cumple con las demandas impuestas por Moscú. Vershinin anunció a su vez que “estaremos listos para reembolsar a los países más necesitados con la cantidad aproximada de grano que pasó el año pasado bajo la Iniciativa del Mar Negro”. Una cantidad de grano insuficiente pese a todo y que ya ha propiciado una profunda crisis de precios en el continente africano.
Los chantajes de Rusia saltan sobre Europa y, otra vez, aterrizan en un continente vapuleado que nada tiene que ver con la guerra en Ucrania y donde muchos de sus gobernantes, irónicamente, han aprovechado el último año y medio para estrechar sus relaciones con Putin. En el pasado mes de marzo, durante la Conferencia Parlamentaria Internacional Rusia-África, el mandatario ruso llegó a afirmar ante los representantes africanos que “si el acuerdo [del mar Negro] no se renueva en los próximos 60 días, estaremos dispuestos a enviar el grano a África de manera gratuita”. ¿Una tonelada de grano? ¿Dos? Preguntas sin respuestas porque nunca ocurrirán.
El presidente de Senegal y entonces presidente rotativo de la Unión Africana, Macky Sall, se reunió con Putin el año pasado para pedirle que tuviera en consideración cómo el bloqueo del grano afectaba gravemente a las naciones africanas. Una reunión que podría tener que repetirse de nuevo con el presidente actual de la UA, Azali Assoumani. El Kremlin, que por entonces anunciaba “una hambruna masiva” mientras culpaba de la misma a Europa, evita siempre mencionar el hecho de que los estudios más recientes señalan que el bloqueo del grano afectaría sólo a un 17% de la población europea, pero también a un 40% de los africanos.
Un año después de iniciarse los chantajes de Rusia en lo que respecta al comercio de grano en el mar Negro (chantajes que se trasladan a las materias migratorias, dado que las hambrunas en África multiplican las migraciones a Europa), puede determinarse con absoluta seguridad (viendo la situación de Nigeria, la tasa de inflación ascendente en la mayoría de naciones, las subidas de precios en todo el continente africano y las crisis sociopolíticas que afectan a Kenia, Chad y Túnez, entre otros) que la supuesta solidaridad del Kremlin con África no lo es. Falta grano. Mucho. A cada día de sequía que transcurre, más grano falta. Y no importa que desde Moscú aparenten preocupación por las consecuencias que pueda tener en África un bloqueo, porque los africanos todavía mueren y se empobrecen por igual.
La próxima semana se celebrará en San Petersburgo la esperada Cumbre ruso-africana, en la que los jefes de Estado de al menos 40 naciones se reunirán con Vladimir Putin para discutir futuras colaboraciones. Sólo esperamos que no den tanta importancia a contratar mercenarios Wagner para controlar a sus ciudadanos, sino que se centren en buscar el grano con que alimentarlos.
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