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El antisemitismo toma Europa alentado por movimientos radicales

La profanación de varias tumbas del cementerio judío de Quatzenheim y las pintadas contra Simone Veil en París han sobrecogido a Francia y alertado al resto del continente, que ve cómo se consolida un fenómeno que creía olvidado

Varias de las tumbas profanadas con pintadas de cruces gamadas en el cementerio en Quatzenheim, localidad próxima a Estrasburgo / Reuters
Varias de las tumbas profanadas con pintadas de cruces gamadas en el cementerio en Quatzenheim, localidad próxima a Estrasburgo / Reuterslarazon

La profanación de varias tumbas del cementerio judío de Quatzenheim y las pintadas contra Simone Veil en París han sobrecogido a Francia y alertado al resto del continente, que ve cómo se consolida un fenómeno que creía olvidado.

Pintadas antisemitas, violencia contra establecimientos judíos, graffitis ofensivos, pintadas antisemitas, insultos, actos vandálicos y varias profanaciones de tumbas en el cementerio judío de Quatzenheim, cerca de Estrasburgo, han reabierto esta semana una herida con pronóstico de gangrenarse, y que ha puesto en alerta a las autoridades francesas y europeas para poner coto a unos episodios violentos que se han incrementado de forma alarmante desde el año pasado.

► Francia

Emmanuel Macron ha admitido esta semana públicamente que en Francia «la ideología antisemita gangrena algunos de nuestros barrios hasta el punto de que obligan a un insoportable éxodo interior».

Desde principios de los años 2000, numerosas familias de judíos franceses abandonan ciertas zonas llamadas «sensibles» por temor a ser objeto de actos violentos. Los atentados en 2015 contra el semanario «Charlie Hebdo», el Hyper Cacher de Vincennes o la sala de espectáculos Bataclan llevaron a un fuerte descenso de actos con carácter antisemita. Se registraron 355 ataques y amenazas, contra 808 acumulados el año anterior. En 2018 volvieron a aumentar hasta acumular 541 denuncias.

Sin embargo, ante los representantes de las instituciones judías de Francia, el presidente de la República ha reconocido esta semana que los franceses han creído «erróneamente», que el antisemitismo había retrocedido definitivamente, llegando a negar la realidad de estos crímenes, «pero hemos comprendido con horror que sigue vivo». Según Macron, este «resurgir» no puede ser reducido solamente al conflicto palestino-israelí, sino que se trata de algo «más grave, más instalado».

En el mismo contexto, el jefe del Estado francés se refirió al antisemitismo incubado entre grupos y asociaciones de extrema derecha, que ha obligado a Francia a «trazar nuevas líneas rojas». Concretamente anunció la disolución de algunos grupos racistas, empezando por las organizaciones de extrema derecha Bastion Social, Blood and Honour Hexagone y Combat 18.

Bastion social fue fundada en 2017 por antiguos miembros del sindicato de estudiantes de extrema derecha GUD. Llevan a cabo acciones sociales aplicando el principio de «preferencia nacional», en general no centrada específicamente en el antisemitismo. Varios de sus miembros se han visto implicados y en algunos casos condenados por acciones violentas y peleas.

Blood and Honor está relacionado con el movimiento internacional de «skinheads» neonazis fundado en el Reino Unido en los años 80. El especialista en extrema derecha y contra-culturas, Stéphane François, cuestiona la decisión de disolver estas asociaciones porque, aunque en los noventa era uno de los grupos más violentos, «hoy apenas tienen repercusión» en Francia.

Los insultos antisemitas de un chaleco amarillo, próximo al salafismo, contra el filósofo de origen judío Alain Finkielkraut, el sábado de la semana pasada ha sacudido a los manifestantes de este movimiento, muchos de los cuales rechazan estos insultos, aunque según una investigación de la Fundación Jean-Jaurès, son un 44% los que creen que existe un «complot sionista mundial».

► Alemania

En Alemania, país cuya identidad nacional está ampliamente marcada por el arrepentimiento por el Holocausto, se ha disparado también la alarma ante el resurgimiento del antisemitismo en un contexto de crecimiento de la extrema derecha y de la llegada de miles de refugiados de países enemigos de Israel. De hecho, los actos violentos antisemitas registraron un fuerte aumento en el país durante el año pasado y alcanzaron su nivel más alto en casi diez años. Más en concreto, en 2018 se contabilizaron un total de 1.646 actos antisemitas, es decir 9,4% más que en 2017 y su máximo nivel desde 2009. Unas cifras que preocupan al gobierno de la canciller Angela Merkel, que aseguró estar enfrentado a dos formas de antisemitismo. Uno está vinculado a la extrema derecha, pero el otro se relaciona con el enorme flujo de migrantes y refugiados que llegaron a Alemania a partir de 2015, en su gran mayoría musulmanes, lo que facilitó la emergencia del partido antimigración de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), que desde 2017 constituye el mayor grupo opositor en el Parlamento.

Varios dirigentes de AfD, además de criticar al islam y las políticas multiculturalistas, han hecho comentarios negando parcialmente la importancia del Holocausto. El colíder de esta formación, Alexander Gauland, calificó el exterminio de judíos y otras minorías de «una pequeña mancha en más de mil años de éxitos en la historia de Alemania» y otro dirigente de AfD, Björn Hoecke, criticó el memorial del Holocausto en Berlín, calificándolo de “monumento de la vergüenza».

► Reino Unido

Los incidentes antisemitas se han disparado en el Reino Unido desde el triunfo del Brexit en 2016. La ONG Community Security Trust (CST), dedicada a la protección de las comunidades judías británicas, registró 727 episodios antisemitas en la primera mitad de 2018, la segunda mayor cifra en más de dos décadas. Más de cien incidentes al mes. Por su parte, según una encuesta de la Agencia para los Derechos Fundamentales de la UE, tres de cada cuatro judíos en el Reino Unido cree que el antisemitismo es un grave problema en el país, el peor resultado de todo el bloque. Esto representa un salto cualitativo respecto a 2012, cuando menos de la mitad opinaban lo mismo. Casi un tercio de ellos están planteándose emigrar por miedo.

En este escenario, uno de los políticos que se ha visto más afectado es Jeremy Corbyn, líder del principal partido de la oposición. Desde que inesperadamente cogió las riendas de la formación en 2015, el veterano político ha llevado al Laborismo a un giro a la izquierda y, desde entonces, ha sido criticado por continuas polémicas por episodios antisemitas. Es más, este ha sido uno de los principales motivos que ha llevado a varios diputados a presentar esta semana su dimisión para formar un Grupo Independiente en la Cámara de los Comunes. Es la primera vez en casi cuatro décadas que el partido sufre una ruptura.

Corbyn se ha visto obligado a pedir disculpas en varias ocasiones cada vez que salen a la luz eventos en los que participó antes de convertirse en líder. En marzo del año pasado, pidió perdón por haber defendido hace siete años un mural callejero que denigraba a la comunidad judía. En agosto, volvía a pedir disculpas por haber actuado en 2010 como anfitrión en un evento donde se comparó al Gobierno israelí con los nazis, con motivo del Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas de la Shoá. El veterano político ha admitido que el Partido Laborista ha desestimado a menudo, como hechos meramente puntuales, las denuncias recibidas sobre episodios de antisemitismo. Desde 2015, se han registrado oficialmente más de 300 casos.