Escándalo
“Cerdo judío”: los insultos y amenazas que sufren en Rusia los que se oponen a la guerra
Muchos rusos protestaron contra la invasión de Ucrania y ahora están pagando un precio muy alto
El jueves, un reconocido periodista ruso encontró en la puerta de su casa un emblema con la bandera de Ucrania y escrita la palabra “Judensau”, que significa “cerdo judío” en alemán. Además, había una cabeza de cerdo con una peluca, que emulaba a su figura. Se trataba de Alexéi Venedíktov, exdirector de la emisora Eco de Moscú, un medio de comunicación referente de la libertad informativa rusa y que fue cerrado a principios de marzo por orden del presidente ruso, Vladimir Putin.
El único motivo era difundir información que el Kremlin consideraba “falsa” sobre la “operación militar especial” (invasión) de Rusia en Ucrania, “así como “información llamando a actividades extremistas” y a la “violencia”. Tras más de 30 años,tenía que cerrar su emisora por las órdenes de Roskomnadzor, el regulador de medios ruso del Kremlin. Ahora, es perseguido por oponerse a la guerra en el país vecino.
“¿Han decidido intimidarme a mí y a mi familia? ¿A mí, a quien se llevaron para fusilar los militares de Dudáyev (primer líder separatista checheno)?”, denunció en su canal de Telegram. Como él, dos activistas de San Petersburgo, Daría Heikinen -del Movimiento Mayak- y Kristina Vorotníkov -aantigua ayudante del opositor Alexéi Navalni- también fueron atacadas, con carteles en sendos domicilios en los que se podía leer “¡Peligro! ¡Aquí vive una traidora a la patria!”. En el caso de Heikinen, mancharon su pomo con unos fluidos, mientras que Vorotníkov denucnió que se encontró la puerta pintarrajeada con la palabra “traidora”.
Son algunos de los ejemplos que la población rusa tiene que soportar por el régimen de Putin. A las sanciones impuestas por Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea, se suma la negativa de los ciudadanos de muchos países de la comunidad internacional, que se manifiestan en apoyo al pueblo ucraniano y denuncian al líder ruso. Algo que también se puede apreciar dentro de la propia Rusia, pero Putin no lo permite.
Desde aquella madrugada de febrero, el “no a la guerra” reina frente a los que sí apoyan el conflicto. Pero miles de personas son detenidas cada semana por la policía del Kremlin. Un claro ejemplo de que Putin calla a su pueblo. A eso se suman amenazas, insultos y persecuciones.
“No vendas la patria, puta”, se podía leer en las imágenes que publicó la activista Olga Mísik en su cuenta de Twitter el pasado 16 de marzo. Olga se hizo famosa por leer la Constitución rusa frente a la policía en las protestas de 2020, cuando aún era adolescente. “Mi apartamento ha recibido un tratamiento cosmético”, escribió en Twitter la manifestante. Aquella pintada estaba encabezada por una zeta, la letra que la propaganda ha convertido en el símbolo de los que apoyan la guerra.
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