Crimen organizado
La caída de Messina Denaro, el último capo de la Cosa Nostra, impulsa a la ‘Ndrangheta
Tras la detención de los grandes «padrinos», la mafia italiana ha mutado para infiltrarse en los sectores económicos más lucrativos
“¿Antecedentes penales? Hasta esta noche estaba limpio, después no sé qué pasó”, respondió con sorna Matteo Messina Denaro a uno de los guardias que formalizaron su registro en la prisión de máxima seguridad de L’Aquila, en el centro de Italia. Con 60 años, la mitad de ellos fugitivo de la justicia, y en buena forma física a pesar de sufrir un cáncer en estado avanzado, el considerado último jefe de Cosa Nostra fue capturado esta semana en una clínica privada de Palermo donde recibía quimioterapia bajo una falsa identidad. Unas horas más tarde, los ‘carabinieri’ encontraron su último escondite: un piso y varias guaridas (con búnker incluido) en el centro de Campobello di Mazara, una pequeña localidad a solo ocho kilómetros de Castelvetrano, su pueblo natal.
“Es una gran victoria del Estado que demuestra que no hay que rendirse frente a la mafia”, exultó la primera ministra, Giorgia Meloni. A pesar del triunfalismo del Gobierno, que esta semana aprobó una reforma que limita el uso de las escuchas telefónicas en las investigaciones policiales, --indispensables, según los investigadores, para conseguir cazar a los mafiosos--, los expertos advierten que la caída de Messina Denaro no significa ni mucho menos el fin de la organización criminal. “La Mafia no ha sido derrotada, sería un grave error pensarlo”, declaró el Fiscal de Palermo, Maurizio de Lucia.
Con el último gran ‘capo’ fuera de juego, se abre un período de incertidumbre. “El arresto de Messina Denaro supone un vacío de poder dentro de Cosa Nostra, que ahora deberá encontrar un nuevo equilibrio interno, deberá reorganizarse”, sostiene Roberto Galullo, periodista de Il Sole 24 Ore y experto en economía criminal. “El riesgo es que este punto de inflexión pueda ser aprovechado por la ‘Ndrangheta, que ya controla el negocio del narcotráfico, el pulmón financiero de las mafias”.
En los últimos 30 años, los mismos que permaneció fugado Matteo Messina Denaro, Cosa Nostra cambió la ‘lupara’, el viejo fusil siciliano, por la corbata. Con la desaparición de los grandes ‘padrinos’, la organización implementó una estrategia de inmersión que la permitió blanquear su inmenso capital en la economía legal a través de testaferros. Los expertos apuntan que no existe un solo sector detrás del que no se esconda la mano de la Mafia, a menudo con la complicidad del poder político.
Según un informe de la Dirección Investigativa Antimafia (DIA), en su intento de pasar desapercibida, Cosa Nostra, al igual que el resto organizaciones criminales italianas --Camorra, ‘Ndrangheta y Sacra Corona Unita--, ha evolucionando sustituyendo “el uso de la violencia, cada vez más residual, por la infiltración silenciosa”. En la práctica, las mafias italianas se han transformado en empresas que, en conjunto, suman un volumen de negocios equivalente al 7% del PIB italiano, según estimaciones.
El caso de Italia es insólito porque es el único país de la UE en el que conviven hasta cuatro organizaciones criminales autóctonas. “La violencia ha existido siempre, pero la mafia no. La mafia nace cuando la delincuencia organizada transforma la violencia en poder. Eso no ha ocurrido en todo el mundo, pero sí en Italia, donde los mafiosos han sido legitimados y utilizados por las clases dirigentes. Ya no necesitan poner bombas porque tienen el poder de la intimidación”, explica el escritor Antonio Nicaso, uno de los mayores expertos en crimen organizado. Un cambio de ciclo que Messina Denaro supo interpretar mejor que sus predecesores, quienes a menudo venían percibidos como “paletos ignorantes sin escrúpulos”.
El final de la fuga de Messina Denaro, condenado a una veintena de cadenas perpetuas por otros tantos crímenes, termina con una época dentro de Cosa Nostra: la de los atentados y el tiro en la nuca. El sanguinario criminal era el último exponente vivo o en libertad de la guerra que la organización declaró al Estado italiano. Una estrategia del terror que sembró de cadáveres las calles y sólo se detuvo tras la detención en 1993 de Totó Riina, el ‘capo dei capi’ de Cosa Nostra, quien fue reemplazado por su mano derecha, Bernardo Provenzano, hasta su arresto en 2006 tras más de cuatro décadas fugado.
Matteo Messina Denaro fue el primer soldado de Riina y Provenzano. Un alumno aventajado al que la justicia considera responsable de haber preparado los atentados que acabaron con la vida de los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino en 1992. Una ‘vendetta’ de la Mafia hacia los magistrados que consiguieron, por primera vez, sentar en el banquillo a más de 400 ‘padrinos’.
“Son 30 años que me levanto por la mañana y pienso que Matteo Mesina Denaro es uno de los responsables de que mi hermano esté en un ataúd. Que esté en la cárcel es algo que me produce satisfacción, pero es una satisfacción amarga porque esta captura ha sido, una vez más, el resultado de una negociación entre la Mafia y el Estado”, denuncia a LA RAZÓN Salvatore Borsellino.
El hermano del magistrado asesinado ha pasado media vida tratando de encontrar respuestas a los interrogantes que todavía rodean su muerte, como el destino de la famosa agenda roja que siempre llevaba con él, y que desapareció tras el atentado a pesar de haber sido recuperada intacta de la explosión. “No se puede presentar como un éxito una captura que llega después de 30 años en los que ha podido circular impunemente”, lamenta. “Es evidente que hubo connivencia y complicidad a nivel institucional porque estoy convencido de que Messina Denaro estaba en grado de chantajear al Estado”.
Salvatore Borsellino no fue el único que la mañana del 16 de enero frunció el ceño cuando vio cómo las fuerzas del orden sacaban a un Messina Denaro cabizbajo de la clínica Maddalena de Palermo y lo introducían en un coche de la policía sin esposas, “casi como si se subiera a un taxi”. El magistrado más protegido de Italia, Nino Di Matteo, quien durante años investigó los vínculos entre el Estado italiano y Cosa Nostra, reconoció en una entrevista sus sospechas en torno al arresto del ‘capo’ de Castelvetrano.
“Messina Denaro se sentía protegido hasta tal punto que, o bien estaba convencido de que no lo habrían arrestado nunca, o bien se dejó arrestar”, aseguró. Como última opción, Di Matteo no descarta que el mafioso pudiera haber aceptado que su arresto estaba cerca y “no hizo nada para tratar de esconderse”.
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