El partido independentista escocés, SNP, vuelve a estar en manos del establishment con la elección de John Swinney, un veterano político de 60 años, como ministro principal tras el paréntesis de Humza Yousaf. Swinney fue nombrado nuevo líder del SNP tras la renuncia de Yousaf hace una semana después de romper el acuerdo de coalición con los Verdes y quedarse en la cuerda floja. Yousaf se abstuvo en la votación que tuvo lugar en el Parlamento escocés en una señal de las tensiones que se han vivido estos días por el liderazgo del partido. De 39 años, el exministro principal se convirtió en el primer musulmán de origen paquistaní en gobernar Escocia. "Como un joven musulmán, que nació y se crio en Escocia, nunca podría haber soñado con tener algún día el privilegio de liderar mi país", escribió Yousaf en una carta de dimisión enviada al rey Carlos III horas antes de la votación en el Parlamento de Holyrood.

Swinney fue elegido sin sorpresa con 64 votos a favor, del total de 129 escaños, donde el SNP está muy por delante de los partidos de la oposición, pero no tiene mayoría absoluta. Swinney, cercano a Nicola Sturgeon, representa cierta continuidad dentro del SNP y esta relación con la exministra principal podría ser un arma de doble filo. Puede tener más control de la formación que su predecesor pero también se puede ver salpicado por la investigación de la financiación del partido. El exdirector ejecutivo y esposo de Sturgeon, Peter Murrell, está acusado de malversación. La exministra principal abandonó hace un año la política esgrimiendo razones personales pero la trama sobre la financiación irregular que socava directamente a su marido ha oscurecido su fama de política intachable. Durante los ocho años en los que Sturgeon estuvo al frente del SNP no se tomaba ninguna decisión sin su consentimiento. El poder que llegó a acumular la pareja presidencial fue cuasi absoluto. Un poder del que también fue partícipe Swinney. Fue viceministro principal desde 2014 hasta 2023 y dimitió tras la renuncia de Sturgeon.

Pero la corrupción no es el único obstáculo al que se enfrenta el veterano político, Swinney también hereda un partido con los sondeos en contra y con un Partido Laborista con el viento de cola. Quizás por ello, el ministro principal escocés aparcó este martes sus reivindicaciones soberanistas y se centró en atender las demandas sociales como el acceso a la vivienda, educación y sanidad. No obstante tendrá complicado convencer a un elector de que es capaz de proveer un futuro mejor siendo el partido que ha gobernado Escocia durante la última década. El primer test al que se enfrentará serán las elecciones generales legislativas previstas para la segunda mitad de año o incluso, el arranque de 2025. El tiempo empieza a contar para Swinney.