República Democrática del Congo
El gobierno congoleño y los rebeldes del M23 acuerdan por primera vez comenzar un proceso de paz
Las conversaciones de paz, facilitadas por Qatar, se producen en medio de una intensificación del conflicto y una crisis humanitaria sin precedentes en 2025
Puede que sean las mejores noticias que se tienen de República Democrática del Congo en los tres últimos años. Un hito que los propios rebeldes del M23 califican como “histórico” en sus redes sociales. La noticia sería que, en un avance significativo hacia la pacificación del este del país, representantes del gobierno congoleño y del grupo armado AFC/M23 sostuvieron fructuosas conversaciones de paz en Doha, que resultaron en un acuerdo conjunto para trabajar hacia una tregua que refuerce el actual alto el fuego.
Según un comunicado conjunto difundido tras la reunión, las conversaciones se llevaron a cabo “en un espíritu de entendimiento mutuo y con el compromiso compartido de resolver el conflicto por medios pacíficos”. No se habla en ningún caso de un alto el fuego o de una tregua definitiva, aún queda recorrido para saciar todas las ambiciones y dividir quién se llevará que parte, pero este primer paso es fundamental. Hasta ahora, todas las negociaciones se habían llevado (sin éxito) sin contar con los rebeldes en la mesa.
Las partes reafirmaron su compromiso con “el cese inmediato de las hostilidades” y rechazaron de forma categórica “cualquier discurso de odio e intimidación”. También hicieron un llamado a las comunidades locales a respetar estos compromisos para avanzar hacia una paz duradera. Lo que se puede interpretar con este comunicado es que se ha iniciado un proceso de diálogo más amplio que aborde “las causas profundas de la crisis actual, así como las modalidades para poner fin al conflicto en el este de la República Democrática del Congo”.
Los delegados se comprometieron a cumplir los acuerdos “durante todo el período de las conversaciones y hasta su conclusión”, marcando una posible hoja de ruta para restablecer la estabilidad en la región, que ha sido escenario de violencia durante años. Sí, el comunicado es ambiguo. Sí, no implica que mañana dejen de abusar de mujeres y de asesinar a seres humanos, ni significa bajo ningún concepto que la guerra en el Congo vaya a recibir la cobertura mediática que gozan otros conflictos en el mundo. Pero es un comienzo. Un lugar donde guardar la esperanza.
Todavía quedan obstáculos a superar. Las negociaciones se estancaron en semanas previas debido a desacuerdos sobre cuestiones técnicas y medidas de confianza, como la demanda del M23 de la liberación de cientos de prisioneros acusados de vínculos con los rebeldes y Ruanda. El gobierno congoleño rechazó estas demandas, citando la independencia de su sistema judicial y la gravedad de los crímenes cometidos. Además, el M23 buscó un compromiso de diálogo político por parte del presidente congoleño Félix Tshisekedi, quien históricamente se ha negado a reconocer al M23 como un actor político legítimo, calificando al grupo como terrorista y culpando en reiteradas ocasiones a Ruanda por actuar como financiador de los rebeldes. Pero es una buena noticia. Podría ser mejor, pero es una buena noticia.