
Brasil
¿Grupo criminal o Estado paralelo? Así es Comando Vermelho, la banda de la que todo el mundo habla en Brasil
Nació en una cárcel como una alianza de autoprotección y hoy es el poder criminal más grande de Río de Janeiro, un imperio del narcotráfico que sus líderes históricos continúan dirigiendo desde la propia prisión

Lo que hoy es el objetivo del mayor despliegue policial en la historia de Río de Janeiro nació como un simple pacto de autoprotección en una cárcel. Ahora, esa hermandad de reclusos se ha transformado en un vasto imperio delictivo con cerca de treinta mil miembros, según estimaciones de 2020, que ha consolidado su posición como el grupo con mayor dominio territorial en la ciudad brasileña desde 2023. Su poder no se limita al narcotráfico, sino que abarca una extensa cartera de actividades que incluye extorsión, secuestros, contrabando de armas e incluso el desarrollo de una aplicación clandestina de transporte.
Asimismo, la organización criminal más antigua de Brasil ha extendido sus redes mucho más allá de sus fronteras. Su influencia es especialmente notable en Bolivia, de donde procede gran parte de la cocaína que distribuye, pero también mantiene vínculos operativos en Paraguay y Colombia. Este alcance internacional demuestra la envergadura de una estructura que ha sabido adaptarse y expandirse durante décadas hasta convertirse en un actor principal en el crimen organizado sudamericano.
Por este motivo, las autoridades han puesto en marcha la llamada "Operación Contención" para tratar de desmantelar su hegemonía. La ironía es que, en el pasado, una estrategia que buscaba debilitarlos terminó por fortalecerlos a escala nacional. Al dispersar a sus líderes por distintas cárceles del país, una medida que resultó contraproducente, lo que en realidad se consiguió fue exportar su modelo organizativo y ampliar sus redes de contacto por todo el territorio brasileño.
De una alianza en prisión a la guerra por el control
De hecho, el origen de este gigante del crimen se remonta a los años setenta. En el interior de un penal se forjó una insólita alianza entre delincuentes comunes y disidentes políticos encarcelados por la dictadura. Aquel germen de defensa mutua evolucionó rápidamente, primero hacia una banda dedicada a los robos y, con el tiempo, mutó hasta convertirse en una formidable maquinaria de narcotráfico que en los ochenta ya colaboraba con los cárteles colombianos.
Sin embargo, su camino hacia el poder ha estado marcado por la sangre y las traiciones. Durante años mantuvo un frágil pacto con el Primeiro Comando da Capital (PCC), el mayor grupo criminal de Brasil, pero su ruptura en 2016 desató una guerra abierta en las prisiones y en las calles. A esta contienda se suman sus enfrentamientos con las milicias, formadas por agentes y exagentes de las fuerzas de seguridad, y con la facción rival conocida como Terceiro Comando Puro.
En la actualidad, y a pesar de la presión policial, el complejo entramado criminal sigue siendo gestionado desde dentro de las cárceles. Sus principales líderes, como el conocido Fernandinho Beira-Mar, continúan dirigiendo la organización con mano de hierro, demostrando que el verdadero centro de su poder nunca ha abandonado el sistema penitenciario donde todo comenzó.
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