Conflicto Amhara
La guerra en Etiopía golpea la ciudad sagrada de Lalibela
La guerrilla fano asegura haber tomado el control del aeropuerto y residentes de la localidad reportan enfrentamientos con el ejército federal etíope
El ser humano es la única criatura capaz de profanar una ciudad sagrada. Sólo su sangre mezclada con la resaca de la pólvora ensucia en su grado más profundo los senderos que caminaron los santos vestidos con túnicas blancas y que hoy sueñan con volver a atravesar, cuando las pasiones de los hombres se disipen y la ciudad sagrada disfrute de una nueva paz. Sólo nosotros podemos levantar templos en honor a un dios invisible, obras que perduran durante siglos, maravillas de los reyes de ayer, para mancillarlos hoy con lo impuro de un razonamiento mutilado.
Habitantes de la ciudad sagrada de Lalibela (Etiopía) han confirmado este viernes a LA RAZÓN que los combates entre la guerrilla Fano y el ejército etíope se han trasladado a las calles de este importante destino turístico y religioso que en 2019 atrajo a casi 100.000 visitantes venidos de todo el mundo. El enfrentamiento comenzó en la mañana del miércoles y el control de la localidad se encuentra actualmente dividido entre ambas facciones; la guerrilla Fano, compuesta por combatientes de la región de Amhara, que es donde se encuentra Lalibela, consideran como históricamente suya la ciudad y parecen dispuestos a establecer su control para asegurar la ruta que conecta el norte de Amhara con el sur, próximo a la capital etíope de Addis Abeba.
“Algunos grupos de guerrilleros [Fano] han tomado posiciones en el extremo sur de la ciudad”, informa Mule, un guía turístico de Lalibela, durante una llamada telefónica, “pero creo que no quieren luchar cerca de las iglesias”. Al mencionar las iglesias, Mule se refiere a ocho templos históricos y construidos en el siglo XII por orden del rey Gebre Mesquel Lalibela, ocho iglesias cavadas en roca que la UNESCO incluyó en la lista de Patrimonio de la Humanidad en 1978. Miles de peregrinos acuden aquí todos los años, para arrebujarse en una esquina con los pies descalzos y los labios descontrolados que musitan oraciones de auxilio y de perdón, otros miles de turistas vienen atraídos por el espectáculo de formas rectas y agrietadas de las iglesias.
“No nos harán nada a nosotros, estamos bien, esto es algo entre el Abiy Ahmed (primer ministro de Etiopía) y Fano”, añade Mule como queriendo convencerse de algo. El Gobierno niega hasta la fecha que se estén desarrollando combates en Lalibela, pese a que decenas de medios de comunicación han recibido noticia de ellos. Mientras, la autoridad del Primer Ministro se resquebraja y su credibilidad decae ante acciones de este tipo.
Conflictos y pandemias
La espiral de conflictos donde se haya sumergida Etiopía (que firmó en noviembre de 2022 la paz de la guerra de Tigray, sólo para iniciarse en agosto de este año el conflicto actual que afecta a la región de Amhara), sumada al brusco descenso en las visitas turísticas registradas durante los años del coronavirus, ha golpeado duramente a Lalibela. Zonas que sostienen su economía gracias al interés turístico que puedan despertar, como es el caso de la ciudad sagrada, sufrieron un duro varapalo cuando el mundo se encerró en sus hogares como consecuencia de la pandemia. Pero al añadírsele una sucesión de enfrentamientos que tuvo lugar en la localidad entre agosto y diciembre de 2021, durante la guerra de Tigray, incluyendo los reportes de la última semana, aquellos 100.000 visitantes que trajo el año previo a la pandemia se han desplomado a números mínimos.
Mule tiene miedo, aunque intenta ocultarlo. Tiene miedo porque también estuvo en Lalibela durante los enfrentamientos en 2021, y pudo comprobar por primera vez lo que significa vivir en una zona de conflicto. Entonces mataron a algunos amigos suyos. Vecinos que no respetaron el toque de queda y fueron ejecutados en la acera. Inocentes acusados de colaborar con el enemigo y silenciados con el escrúpulo hipócrita de los crímenes de guerra. Sabe que los días terribles que vivió en 2021 y que creyó que habían quedado atrás han regresado, sabe Dios por cuánto tiempo, sabe el Dios que fluctúa entre los templos sobrecogidos por el eco de los disparos de artillería pesada que, según informantes de AFP, se han escuchado en los últimos días retumbando en las entradas de la ciudad.
La guerra ha regresado a la ciudad sagrada de Lalibela, una segunda Jerusalén que erigió con un piadoso mimo aquel rey del siglo XII. Es una desgracia humana y cultural que pone en peligro a personas y tradiciones. Los servicios de información de Amhara aseguraron el jueves que la guerrilla Fano controla actualmente el aeropuerto de la localidad e informes sin verificar indican que han tomado la totalidad de Lalibela, mientras crece la preocupación por los daños que puedan provocar en las iglesias las vibraciones de la artillería. Las recomendaciones de la página de Tripadvisor indicaban en enero de 2023 que “Lalibela es segura para que vayas. Lalibela da la bienvenida a los visitantes y no hay razón para no estar allí”. Aviones de combate etíopes rugen en el cielo de Lalibela en noviembre del mismo año y manchan con combustible quemado el recuerdo más valioso de sus antepasados.
Personas como Mule bajan los hombros y se resignan a esperar, por tercera vez en tres años y con la impotencia de quien no decide, a que la última pesadilla termine y el tímido flujo de visitantes regrese a su ciudad con dinero, oportunidades, paz. Pero sabe que tendrá que esperar para que llegue. Y sobrevivir.
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