Guerra en Oriente Medio

«Hay miles de muertos en Gaza bajo los escombros»

Fady, un periodista palestino que ha huido al sur de la Franja, cuenta las calamidades a las que se enfrenta su pueblo

Fady, un periodista palestino de 45 años que nunca ha salido de la Franja de Gaza «porque no me dejan», lleva toda la vida conviviendo con los bombardeos y las carencias en uno de los territorios más superpoblados del mundo, en cuyo norte, hasta hace unos días, vivían 1,1 millones de personas, la mitad de ellos menores de edad. Tiene un hijo y perdió a otro poco después de nacer. Durante la guerra de 2014 se desvivió para ayudar a los periodistas extranjeros, pero ese conflicto se ha quedado nada comparado con este. «Lo hemos perdido todo, mi casa es un montón de ruinas», cuenta por vía telefónica a LA RAZÓN.

«Hemos pasado cuatro días en el hospital de Al Shifa», el más grande de Gaza, el cual, durante los primeros días de los ataques del Ejército de Israel, se convirtió en refugio para los miles que acamparon alrededor buscando la seguridad que, en teoría, como ya lo hizo en 2014, les debería garantizar un centro médico, según la Convención de Ginebra. Durante aquella guerra, Fady vivía en su casa, a pesar de los bombardeos. «Pero esta vez es diferente. El nivel de destrucción no lo había visto nunca. Ni la intensidad con la que nos bombardean. Tengo la sensación de que quieren aniquilarnos para siempre», dice el periodista. En las últimas 24 horas se han registrado 357 muertos y un millar de heridos, según el Ministerio de Sanidad gazatí, pero la sensación de Fady es otra.

«Hay muchas más víctimas de las que se han contabilizado. Miles están muertos sepultados bajo sus casas», explica, con la voz tan temblorosa como exhausta. «Por eso hemos venido al sur. Si nos quedamos, estoy convencido de que moriremos». Como él, cientos de miles han emprendido la marcha hacia las zonas presuntamente seguras acarreando las pertenencias que pueden, o les quedan, en esta vida. Para ello, los habitantes están utilizando cualquier medio disponible. Pocos cuentan con vehículos, o la gasolina, para hacer el trayecto. Muchos se hacinan en camiones, o en carros tirados por burros. Gran parte lo hace a pie mirando hacia el cielo. Más de un centenar de civiles han muerto mientras intentaban ponerse a salvo por los corredores que Israel indicó que eran seguros. Ayer, abrieron otro para que, quien no lo haya hecho, abandone su hogar, quizás para siempre.

En el sur les espera el vacío y el abarrotamiento. Los suministros de alimentos, agua potable y asistencia médica cada vez escasean más. A Gaza le han cortado otro pedazo y sus más de 2 millones de habitantes debe adaptarse, o morir. No les queda otra solución. Por eso, Fady, quien intenta mantener la voz fuerte, pero le vence la desesperación, no sabe qué será de su familia, o qué pasará cuando el avituallamiento se acabe, si la muy necesaria ayuda humanitaria, la cual está preparada, no llega lo antes posible.

«Solo tenemos menos de dos horas de electricidad al día, cada vez hay menos comida y agua, pero la gente no para de llegar. Y, según nos han dicho, pronto cortarán las comunicaciones y la conexión a internet», indicaba, a punto de llorar. La falta de agua en Gaza no se debe tanto al cierre de las tuberías ordenado por Israel el lunes, revocado ahora parcialmente, como a la escasez de combustible para las desalinizadoras de Gaza que abastecen a la población repartiendo agua en camiones. El agua del grifo en la Franja, extraída del subsuelo, es prácticamente imposible de beber por su alta salinidad.

«Quieren hacernos desaparecer sin escuchar nuestros gritos. Así de simple», sentencia, para luego preguntarse: «¿hacia dónde podremos huir si esto continúa así? Egipto ha reforzado la frontera con bloques de hormigón y el paso de Rafah sigue estando cerrado. No sé qué será de nosotros. Aquí hay muchos inocentes, muchos niños y ancianos que han tenido que abandonarlo todo…otra vez. Además, no todos somos de Hamás. Yo solo quiero ser feliz con mi familia. ¿Por qué me siguen robando ese derecho?», concluye.