Primeras reconquistas
La incipiente contraofensiva ucraniana empieza a levantar cabeza
Zelenski insiste en que «nuestras tropas avanzan, posición por posición», mientras negocia con Occidente obtener más armas
Las puertas del infierno del frente Sur, donde se está concentrando gran parte de la incipiente contraofensiva ucraniana, se están abriendo poco a poco. Paulatinamente, la robustez de las defensas rusas empieza a resquebrajarse, pero, de momento, las tropas de Kyiv no han conseguido abrir una brecha lo suficientemente grande para desestabilizar esa parte de los 1.000 kilómetros de la línea de contacto fortificada por Rusia.
El último avance se ha producido en la aldea de Pyatykhatky, situada al sur de la región de Zaporiyia, a unos 90 km del mar de Azov, la cual ha pasado a engrosar la lista de las ciudades liberadas por el Ejército ucraniano, según informó ayer la viceministra de Defensa, Hanna Maliar, elevando así hasta ocho el número de poblaciones "las otras siete son Novodarivka, Levadne, Storozheve, Makarivka, Blahodatne, Lobkove y Neskuchne" reconquistadas durante las últimas dos semanas. De esta manera, “los defensores han liberado 113 kilómetros cuadrados de tierra, moviendo siete kilómetros la línea del frente Sur”, añadió.
Por su parte, el Ministerio de Defensa ruso negó la mayor asegurando que el ataque ucraniano en la zona ha sido repelido con éxito. Algo que, claramente, contradice la información facilitada por Vladimir Rogov, uno de los altos funcionarios designados por Rusia para administrar la parte anexada de Zaporiyia, el cual admitió ayer que han perdido el control de Pyatykhatky. “Las ofensivas del enemigo están dando resultados, a pesar de las enormes pérdidas”, aseguró en su canal de Telegram.
El lento avance de las tropas de Kyiv hace temer que esta guerra, cuyo objetivo es recuperar el 18% del territorio total de Ucrania en manos de Rusia, se alargue sobremanera. Algo que, teniendo en cuenta la disponibilidad de material militar y carne de cañón, solo beneficiaría a las aspiraciones del presidente ruso, Vladimir Putin.
Sin embargo, mientras los analistas más críticos con la lenta marcha de la contraofensiva, los cuales a menudo nunca han pisado un campo de batalla, se frotan las manos, el choque de los Ejércitos en el frente Sur vuelve a probar la vieja máxima atribuida al mariscal de campo prusiano Helmuth von Moltke: “Ningún plan sobrevive al primer contacto con el enemigo”.
Por ello, los reveses militares como el de la batalla que está teniendo lugar para reconquistar la población de Novodonetske, en la región oriental de Donetsk, donde el Kremlin aseguró que el lunes derrotó un nuevo intento de Kyiv para tomarla, y cuyo silencio informativo al respecto significa que la operación sigue en marcha, entran dentro del toma y daca de cualquier gran operación militar.
Los primeros indicios de que las líneas rusas empiezan a sentir el peso de la embestida ucraniana son perceptibles en los movimientos de tropas que Moscú está realizando para reforzar tanto el frente de Zaporiyia como el de Bajmut, al noreste del país, donde se encuentra la otra gran punta de lanza de la contraofensiva. Según fuentes de la Inteligencia británica, “en los últimos diez días, Rusia ha empezado a reubicar elementos de su Grupo de Fuerzas Dniéper desde la orilla oriental del río” para reforzar dichos sectores, después de que la voladura de la presa de Nueva Kajovka haya reducido las posibilidades de un ataque de las tropas de Kyiv a través de la zona de Jersón.
Algo que, potencialmente, involucraría a varios miles de tropas del 49º Ejército Ruso, incluida la 34ª Brigada Motorizada Separada, así como las Fuerzas Aerotransportadas (VDV) y diversas unidades de la Infantería Naval. Asimismo, el servicio secreto inglés indicó que Moscú estaría aumentando el número de helicópteros de ataque Kamov Ka-52 Alligator y Mil Mi-28, los cuales son capaces de disparar misiles guiados por láser Vikhr, y que suponen el muro con el que están chocando los tanques y vehículos blindados ucranianos, los cuales apenas cuentan con cobertura aérea.
Hoy por hoy, esta es la principal ventaja rusa contra las fuerzas de Kiev, las cuales siguen acuciando la falta del dominio aéreo. Por ello, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, insistió ayer en que continúa negociando con las potencias Occidentales la obtención de nuevas armas y municiones en el menor tiempo posible, haciendo referencia a la clara necesidad de dotar a su Ejército con aviones de combate F-16, los cuales son esenciales para volver a controlar los cielos sobre los campos de batalla.
Asimismo, Zelenski hizo hincapié en que, a pesar de que la contraofensiva va más lenta de lo que se esperaba, “nuestras tropas avanzan, posición por posición, paso a paso. Lo principal es la velocidad de suministro”, informó, dejando entrever que Kyiv todavía está reforzando metódicamente las líneas de logística. Algo que fortalece la idea de que, en este momento, la contraofensiva todavía está en su primera fase, cuyo objetivo es buscar los puntos débiles de la defensa rusa.
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