Política

China

Italia cae en las redes de Xi Jinping

Roma firma un memorándum con Pekín para entrar en el gran proyecto comercial de la Ruta de la Seda, que pretende unir con infraestructuras Asia y Europa, en medio de una gran desconfianza de Bruselas

El presidente de China, Xi Jinping, ayer con el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, en la villa Madama de Roma / Efe
El presidente de China, Xi Jinping, ayer con el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, en la villa Madama de Roma / Efelarazon

Roma firma un memorándum con Pekín para entrar en el gran proyecto comercial de la Ruta de la Seda, que pretende unir con infraestructuras Asia y Europa, en medio de una gran desconfianza de Bruselas.

La suntuosa Villa Madama, un palacio reservado para los actos más lustrosos de la Presidencia italiana, pareció convertirse ayer en un salón de baile. Por una de sus estancias iban pasando las parejas. Ministros, empresarios o representantes institucionales –del lado chino e italiano– desfilaron para firmar sus respectivos acuerdos de colaboración. Así, hasta una treintena. El principal y definitivo lo sellaron minutos antes el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, y el presidente chino, Xi Jinping.

Italia se convierte de este modo en el primer país del G7 en adherirse a la llamada «Nueva ruta de la seda», un proyecto impulsado por Pekín para expandir sus inversiones e infraestructuras desde Asia al último confín de Europa. El viaje a Roma no supone el punto de llegada, sino de partida para extender toda esta influencia en el resto del continente. Y qué mejor lugar para empezar que un país en horas bajas, que pese a su enorme pérdida de peso internacional, siempre se sabe mover en el terreno diplomático y exprime al máximo ante el exterior la baza de ser uno de los socios fundadores de la Unión Europea.

Esa treintena de participantes en el baile de firmas se concreta en 29 acuerdos de colaboración, 19 de ellos de carácter institucional y una decena puramente comerciales. Están implicados un amplio número de sectores, desde el financiero, el energético, el tecnológico o el cultural. Pero si hay un asunto que destaca es el relativo a las infraestructuras, que se concreta con inversiones del gigante asiático en los puertos de Trieste y Génova. Trieste representa por el Mar Adriático la entrada de las mercancías, mientras que Génova les dará salida por el Tirreno. China ya intentó convertir Atenas en su puerto europeo de referencia, aunque se le quedó pequeño. Lo que sí hizo fue pasar a controlarlo directamente, lo que inquieta enormemente a Bruselas, al tratarse de un sector estratégico.

Estados Unidos e importantes miembros de la UE, como Francia o Alemania, ven con cierta desconfianza el proyecto chino, pues sospechan que podría aumentar la influencia asiática en el continente, sobre todo en su área este.

En Bruselas esta semana se ha debatido sobre la relación futura con China. Es imposible taparse los ojos para no ver que se trata de la nueva gran potencia y que es inviable cerrarse a acuerdos con ella. De hecho, un 17% del total de las exportaciones de la UE están destinadas a este país, mientras que importa un 12%, según cifras del Parlamento Europeo de 2018. Sin embargo, el socio preferencial de la UE, Estados Unidos, se ha embarcado en una guerra comercial con Pekín, imponiendo aranceles a sus exportaciones. De ahí que Xi pretenda abrir una vía de agua en esta antigua alianza entre Bruselas y Washington, precisamente pactando con el Gobierno más euroescéptico de los grandes países. «Puede que el acuerdo con China sea justo, pero Italia es parte de la UE y la OTAN. El mundo es muy distinto al de hace 20 años debido a esa rivalidad comercial de China con Estados Unidos, por lo que el Gobierno italiano debería hablar y pactar una política común con sus aliados», opina Francesco Sisci, investigador de la Universidad del Pueblo de Pekín. En las conclusiones de las conversaciones de estos días entre los socios de la UE se ha plasmado que China es un «rival sistémico».

Pero si el transporte marítimo representa un sector estratégico desde el punto de vista físico, el desarrollo de la tecnología 5D lo hará a partir de ya desde un aspecto virtual. Con los efectos para la seguridad nacional que ello conlleva. En este sentido, China –gracias a su compañía Huawei– lleva años de ventaja en su desarrollo. No obstante, en el memorando firmado con Italia no hay ninguna referencia a este punto, debido en gran parte a las presiones de Estados Unidos. En el documento sí que se incluyen acuerdos relativos al sector eléctrico –en el que China también es uno de los grandes líderes mundiales– y en el transporte de gas. Ambos asuntos, de importante calado.

División en el Gobierno italiano

El Ejecutivo italiano calcula que los acuerdos concretados ayer supondrían un intercambio comercial de 2.500 millones de euros. Aunque, según el vicepresidente Luigi Di Maio, su implementación completa tendría «un potencial de 20.000 millones». Se trata de una previsión optimista, porque uno de los subsecretarios del Ministerio de Desarrollo Económico, cuyo titular también es Di Maio, dijo esta semana que el volumen alcanzaría los 7.000 millones.

No podía faltar el desencuentro también en esta materia en el Ejecutivo del país transalpino, en el que la Liga de Matteo Salvini se ha alineado con las posiciones más filoamericanas, mientras que el Movimiento 5 Estrellas (M5E) ha empujado hacia el acuerdo con Pekín, con el apoyo del presidente de la República, Sergio Mattarella.

Ayer el nacionalista Salvini dijo: «Que no me digan que China es un país con libre mercado». Mientras que Di Maio, su homólogo en el M5E, replicó que Salvini «tiene derecho de hablar», pero que él mismo asume «la obligación de actuar».