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Brooklyn

Las sirenas dan la bienvenida al verano en Nueva York

Miles de sirenas dieron la bienvenida al verano en Coney Island, el reducto playero donde se junta lo más kitsch y lo más clásico de Nueva York

Neptunos, piratas, crustáceos y sirenas, miles de sirenas, dieron hoy la bienvenida al verano en Coney Island, el reducto playero donde se junta lo más kitsch y lo más clásico de Nueva York.

Cerca de un millón de personas se acercaron al sur de Brooklyn para presenciar otra edición de la "Mermaid Parade"(el "Desfile de las sirenas"), una cabalgata nacida en 1983 casi de la nada y que cada año que pasa se convierte un poco más en una de las celebraciones preferidas de la Gran Manzana.

En esta ocasión, el desfile dio un paso más en ese reconocimiento de la mano del nuevo alcalde, Bill de Blasio, el primero en participar plenamente de este carnaval veraniego.

De Blasio, vestido de pirata, desfiló junto a su familia aprovechando que su hija, Chiara (de 19 años), y su hijo, Dante (de 16), fueron la reina y el rey del evento.

Los dos jóvenes eran el centro de atención de la jornada y no defraudaron, presentándose con vistosos trajes, el cuerpo cubierto de pintura azul y dedicándose a repartir saludos a bordo de una pequeña carroza.

Los De Blasio reinaron hoy en un trono que antes ocuparon estrellas de la talla de la actriz Queen Latifah, el actor Harvey Keitel o el fallecido Lou Reed.

Junto a ellos, un par de miles de personas se disfrazaron sin ningún tipo de complejos para dar la bienvenida al verano.

Ellas, en su gran mayoría, con el tradicional atuendo de sirena. Ellos, más variados, con un sinfín de alusiones marinas: desde neptunos y poseidones, a cangrejos y peces, pasando por todo tipo de criaturas difíciles de identificar.

Jóvenes, ancianos, familias con sus niños... Todos los grupos de edades estuvieron representados en esta procesión pagana, donde muchos olvidaron cualquier tipo de recato y optaron por reducir su vestuario al mínimo imprescindible.

El desfile recorrió las añejas calles de Coney Island en un ambiente de lo más festivo y bajo un sol radiante.

En sus poco más de tres décadas de historia, el "Desfile de las sirenas"no ha dejado de crecer y se ha convertido en un acontecimiento que, pese a no ser muy conocido fuera, apasiona a los neoyorquinos.

El espíritu kitsch y guasón de la cabalgata encaja perfectamente con el carácter neoyorquino y entronca además con un festejo anterior y también muy popular, el Mardi Gras de Coney Island.

La versión neoyorquina del carnaval sureño se celebró en el barrio durante la primera mitad del siglo XX y el "Desfile de las sirenas"le rinde tributo cada año.

Según sus organizadores, el evento se fundó con tres grandes objetivos: dar vida a la mitología en unas calles que llevan todo el año nombres como Sirena o Neptuno, aumentar el orgullo en un distrito que muchos menosprecian como un lugar de simple entretenimiento y permitir a los ciudadanos más artísticos expresarse en público.

El desfile, que no tiene ningún tipo de vinculación política, religiosa o comercial, es además la excusa perfecta para llevar a las masas de vuelta a Coney Island.

La zona fue durante décadas un imán para neoyorquinos y turistas de fuera de la ciudad, pero hoy en día vive lejos de su máximo apogeo, aunque intenta capitalizar el aire nostálgico de sus calles para recuperar el favor del público.

La gente sigue viajando al sur de Brooklyn para disfrutar de la playa, las atracciones y los populares perritos calientes, pero la zona está lejos del glamour de antaño.

Además, Coney Island fue una de las áreas más duramente golpeadas por el huracán "Sandy", cuyo paso casi obligó a cancelar la última edición del desfile.

Los estragos causados por el ciclón que azotó la costa este de Estados Unidos en octubre de 2012 destruyeron completamente el museo y la sala de actuaciones de la organización que monta cada año la cabalgata, por lo que ésta se vio obligada a poner en marcha una colecta para poder asumir los costes.

Las sirenas y el resto de criaturas del mar, por supuesto, respondieron y aportaron por encima de lo necesario para asegurarse de que podrían disfrutar de su día favorito.