El legado de Francisco en América Latina

El primer papa latinoamericano fue muchas veces un incomprendido en su propio continente. Las palabras de Jesús sobre la imposibilidad de ser profeta en la propia tierra, se cumplieron en el papa argentino. Cualquier gesto serio o sonriente, cualquier foto con un líder de izquierdas o de derechas, lo convirtió frecuentemente en blanco de duras críticas.

El objetivo político de Francisco siempre fue el de unir, tender puentes y generar consensos. Por tal motivo, resulta imposible encasillar ideológicamente al papa difunto. Probablemente era uno de sus propósitos; no ser etiquetado de izquierda o de derecha, de capitalista o socialista. Visitó a Fidel Castro antes de su muerte y fue muy simpático con su hermano Raúl en las ocasiones que se vieron. Al mismo tiempo, Francisco llegó a afirmar que no condenaba al capitalismo y que tampoco estaba en contra del mercado, agregando que «de ninguna manera está mal producir riquezas para el bien de todos».

Francisco se fundió en un abrazo con Javier Milei meses después que había recibido insultos por parte del actual presidente argentino y también recibió en numerosas ocasiones a líderes sindicales de extrema izquierda de su país. El papa que acaba de fallecer fue un incomprendido y fue víctima de la simplicidad injusta de los medios de comunicación.

«Todos, todos, todos». La frase la repitió varias veces y en política no hizo excepciones. Sus silencios ante los abusos de ciertos gobiernos, como el venezolano, y que muchas veces fueron interpretados como complicidad o indolencia, en realidad eran una oportunidad para que las autoridades eclesiásticas del país fijaran la postura enérgica de la Iglesia mientras el Sumo Pontífice intentaba por su lado tender los puentes para detener los sistemáticos atropellos.

La historia le reconocerá a Francisco el hombre de diálogo y consenso que fue.