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Los apoyos a Netanyahu se dispersan en su “bastión” del mercado Carmel

Sami Abuzaglo considera cambiarse de Netanyahu a Gantz.
Sami Abuzaglo considera cambiarse de Netanyahu a Gantz.larazon

Nada es previsible en Israel, menos aún en política. Un claro ejemplo es el testimonio de Sami Abuzaglo, paleta árabe procedente de la aldea norteña de Bet Jan. Mientras se toma un respiro en la reconstrucción de un viejo edificio a la entrada del mercado Carmel de Tel Aviv, reconoce ante un enorme plafón con el rostro de Netanyahu: “Es un político fuerte, que era bueno para el país. Le voté en 2015. Ahora, tras la aprobación de la ley de estado-nación (que refuerza el carácter judío del estado y muchos consideran discriminatoria hacia las minorías), considero cambiarme a Gantz”, cuenta a La Razón.

A pesar de la recurrente incitación contra los árabes por parte de la derecha, ejemplificada por el repetido eslogan “O Bibi, o Tibi”, con que los representantes del Likud alertaban que no apoyar al primer ministro supondría la llegada a la coalición gubernamental del árabe Ahmed Tibi, hay muchos árabes israelíes que apuestan por votar a partidos judíos mainstream, que suelen prometer mejoras y ayudas a sus poblados.

En un mercado del Carmel donde Netanyahu acostumbraba a darse baños de masas en el pasado y solían dominar los posters y pegatinas con su rostro, sobretodo dada la mayoritaria presencia de mercantes judíos mizrajíes (orientales) que constituyen la base electoral del Likud, el panorama ahora se ha diversificado, y pueden verse eslóganes del principal opositor, el ex general Gantz, así como de partidos minoritarios centrados en causas sociales o económicas, como Gesher o Culanu.

En su verdulería, Dudu Cohen luce una fotografía a gran escala de Orli Levy Abekasis, la líder del recién fundado Gesher (puente): “es el partido que se preocupa de los problemas diarios del pueblo, no algo alejado de mi vida. No me interesa quien gane, son lo mismo. Bibi -seudónimo de Netanyahu- robó, y Gantz robará”, dice desconfiado. Y concluye: “solo me importa que Orli supere el porcentaje de voto mínimo”, dice refiriéndose al 3,25% de voto mínimo exigido para entrar a la Knesset, una cifra a batir que se torna el reto principal de las formaciones minoritarias.

A Margaret lo que más le inquieta es cambiar: “no entiendo de ideologías, pero Netanyahu tiene demasiadas sospechas de corrupción. Hay que reemplazarlo, por eso votaré a Gantz”. Un claro ejemplo de que el partido de los generales, más allá de propuestas definidas, pretende recabar el voto de castigo. Lo mismo opina la joven Ronit, que con su aire telavivi –tatuajes y look hípster-, reconoce que “no me interesa demasiado la política, pero votaré por Gantz para que haya algo nuevo”.

Ruti es otra likudnik de las que “abandona” a Netanyahu: “votaré a Moshe Cajlon (Culanu) porque lo hizo bien al frente del ministerio de finanzas. Cualquiera de los ganadores contará con él en la coalición. Bibi tiene demasiados problemas con la justicia, pero hasta hoy lo apoyé. No es que me cansé del Likud, pero debería entrar alguien nuevo al mando”. En la misma línea se expresa Tomer mientras elabora zumos naturales: “creo que Cajlon puede ayudar. Me gustaría un cambio, pero tampoco confío en Gantz, no creo en sus propuestas, los veo como una especie de partido de izquierdistas”, expresa.

Blandiendo una kipá negra, característica de los religiosos judíos orientales, Shai debate a viva voz en la zona central del zoco con otros vendedores clamando que “votaré a Shas, que es la puerta al jardín del Edén”. La formación, liderada por Arieh Deri, se presentó con un eslogan irrefutable: “Netanyahu necesita un Arieh fuerte”. Shai afirma que “soy religioso y les votar

porque se preocupan de mis necesidades. Además, debo cuidar que los laicos no me destrocen el Sabbat (día festivo judío)”.

Esther Dinner apostará de nuevo por el izquierdista y pacifista Meretz, hoy día minoritario. Se siente temerosa: “si vuelve a ganar la derecha, va a ser una tragedia. Han deshecho lo bueno que había en Israel: la parte social, la democracia, las ayudas a los necesitados. Que una ministra haya publicado un video, aunque sea satírico, alegando que es fascista, es un cuchillo al estómago para mí”, reconoce esta israelí de origen argentino sobre un polémico clip electoral lanzado por la ministra de justicia Ayelet Shaked.

Para el legendario frutero Ilna lo fundamental es el cambio: “Halas (basta) Netanyahu, diez años son demasiados, mi alma. Como máximo deberían estar dos mandatos, 8 años en el poder. En el mercado estamos divididos. También muchos apoyan a Feiglin de Zehut, ¡la juventud quiere fumar hierba!”, bromea sobre la creciente popularidad de este extremista judío, venido arriba en las encuestas por su apoyo a la legalización del cannabis.

Yael Kehat, en cambio, apuesta por el laborismo: “es el partido que creó el estado y tiene una ideología socialdemócrata sólida. Y son de los pocos con primarias internas. Cuenta con una lista de calidad que representa a todos los espectros de la sociedad”, dice sobre el partido liderado por Avi Gabai. Solo hay un consenso: nadie está seguro de quien ganará.