Macron ejecuta una remodelación de Gobierno de mínimos tras los disturbios y la crisis de las pensiones

Tras las dos graves crisis sociales que han marcado la temporada en Francia, Emmanuel Macron ha decidido remodelar el Gobierno antes de irse de vacaciones pero sin cambios de profundidad en las principales carteras y manteniendo al frente del Ejecutivo a Élisabeth Borne, que ha salido reforzada tras la gestión de la ola de violencia que conmocionó al país a inicios de julio tras la muerte del joven Nahel a tiros de la policía. La primera ministra ha estado en el punto de mira durante toda la temporada política pero su imagen de trabajadora infatigable a golpe de crisis ha prevalecido ante un eventual recambio en el cargo que no estaba nada claro. Ya hace un mes, cuando sonaba el titular de Interior para remplazarla, Gérald Darmanin, un miembro del Ejecutivo señalaba a LA RAZON que mantener a Borne «era menos arriesgado» y «tranquilizador» para el momento que vive Francia.

Así las cosas, los principales cambios son el del titular de Educación, el historiador de origen senegalés Pap Ndiaye, al que sustituirá el hasta ahora ministro de Hacienda, Gabriel Attal –un próximo de Macron de solo 34 años–, y el del ministro de Sanidad, François Braun, reemplazado por Aurélien Rousseau, que era director de gabinete de Borne. Entre las nuevas caras del Ejecutivo están también Thomas Cazenave en la cartera de Hacienda, el alcalde de la ciudad de Dunkerque Patrice Vergriete en Vivienda o la diputada Aurore Bergé en Solidaridad y Familias. Hoy viernes celebrarán su primer Consejo de ministros antes de las vacaciones en espera de que Macron se dirija a los franceses en un formato aún por determinar antes del domingo, cuando inicia un viaje a Oceanía de una semana.

Macron intentará hacer un balance de dos asuntos fundamentales que han marcado el curso político en Francia: por un lado el de los 100 días de acción desde la promulgación de la polémica reforma de las pensiones, que va a retrasar progresivamente la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años, lo que dio lugar a protestas sociales entre enero y mayo. Y por otro; las soluciones para los problemas estructurales del extrarradio francés que están en el trasfondo de la crisis de seguridad tras la muerte de Nahel.