Realeza

Margarita II de Dinamarca, una reina creativa

La monarca se retirará el 14 de enero y será sucedida por su hijo mayor, el príncipe Federico

Cuando hace poco los reyes Don Felipe VI y Doña Letizia realizaron una visita de Estado a Dinamarca, no se sospechaba que la reina Margarita II tenía en su cabeza abdicar. Este hecho, el de la abdicación de un monarca, no ha sido tradicionalmente el modo habitual de finalizar un reinado. Naturalmente, tenemos antecedentes en toda Europa, pero son pocos. Aunque cada vez se muestra más frecuente este fenómeno.

En los Países Bajos abdicaron sus tres últimas reinas, Guillermina, Juliana y Beatriz. En Luxemburgo el gran duque Juan, en Bélgica el rey Alberto II, en España el rey Don Juan Carlos I, en el Reino Unido el rey Eduardo VIII, y hasta en la Santa Sede, el Papa Benedicto XVI. Quizás la reina escandinava abdicataria más famosa fue Cristina de Suecia, cuya vida representada en el cine -con muchas licencias cinematográficas- por Greta Garbo, la hizo mundialmente conocida.

No obstante, lo habitual es morir en el trono. No lo ha decidido así Margarita II -Daisy, como la conocen sus íntimos o Ingahild Grathmer, su pseudónimo artístico- tras ascender a ese trono en 1972 y ser considerada y respetada por todos sus «colegas» coronados y por toda la sociedad danesa. Dejará de ser el 14 de enero de 2024 no solo la monarca del país escandinavo sino la cabeza de la Iglesia Evangélica Luterana de Dinamarca. Es reina «por la gracia de Dios» y Dios ha estado presente en su reinado, incluso a través de su lema «La ayuda de Dios, el amor del pueblo y la fuerza de Dinamarca». Mujer de enormes capacidades, imaginativa y creativa, fue la primera reina titular de su país desde Margarita I, que reinó en los países escandinavos en la transición de los siglos XIV al XV.

Buena dibujante, ilustradora, escritora de relatos y traductora, es también una fumadora empedernida, aunque ya hace muchos años que lo hace solo en privado, como por cierto sucedía hace una centuria, cuando se consideraba inelegante que una dama fumara en público. Muy unida a sus hermanas Benedicta, viuda de Ricardo, VI príncipe de Sayn-Wittgenstein-Berleburg, y Ana María, reina viuda de los Helenos, su sorprendente matrimonio en 1967 con un joven diplomático francés, Henri de Laborde de Monpezat, rompió una tradición de siglos de bodas entre miembros de las casas reales escandinavas, pues los enlaces entre príncipes daneses, suecos y noruegos son abundantes. Nuestra querida reina madre Doña Sofía, nacida princesa de Grecia y Dinamarca, procede del mismo linaje de la reina Margarita II, los Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg, que abreviamos llamándola Casa de Glücksburg.

En enero de 2023 tomó la decisión de retirar el título de príncipe y el tratamiento de Alteza Real a los hijos de su hijo el príncipe Joaquín de Dinamarca, reservando para ellos el título de condes de Monpezat -del que ya gozaban por decisión regia de 2008- y el tratamiento de Excelencia. Este hecho y el de que el marido de Margarita II, oficialmente príncipe Enrique de Dinamarca, nunca obtuviese el título de rey consorte y manifestase no querer ser enterrado junto a su esposa en la necrópolis real de Roskilde, fueron momentos de cierta crisis familiar. Margarita II tiene una elegancia muy particular y original, con vestidos muchas veces diseñados o inspirados por ella.

Diseñó hasta si propia tumba, de cristal y sostenida sobre elefantes para evocar la Orden del Elefante de la que es cabeza. Utilizó con una mezcla de majestad y discreción los palacios de Amalienborg, Fredensborg, Christianborg o Gråsten. Fue monarca de Dinamarca, gracias a un cambio en la Ley de Sucesión acontecida en 1953, en que fue aprobada por referéndum, que permitió a las mujeres acceder al trono, cosa que desde un siglo antes era imposible. Educada en Inglaterra, Francia y naturalmente Dinamarca, conoce temas tan diversos como la arqueología, las ciencias políticas o la economía y domina cinco idiomas. Impecable en su papel constitucional, pulcra respetuosa de la neutralidad que le debe caracterizar -nunca votó en las elecciones danesas a pesar de poder hacerlo-, se retira en el culmen de su gloria -como hacen muchas grandes actrices- dejando un buen sabor de boca a sus connacionales.

Para el nuevo reinado que empezará en breve (el 14 de enero), el de su hijo Federico, podríamos exclamar -como Margarita II solía hacer en sus mensajes de Año Nuevo- «Gud bevare Danmark» (Dios salve a Dinamarca). Así sea.