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Sin un "plan B"en Westminster para el Brexit

Imagen de archivo de una sesión de la Cámara de los Comunes
Imagen de archivo de una sesión de la Cámara de los Comuneslarazon

El Parlamento británico rechaza las cuatro alternativas al acuerdo de May para salir de la UE.

Ni siquiera ahora que es un auténtico zombie político, Theresa May se niega a cruzar sus líneas rojas. La premier insiste en que el Reino Unido debe salir de la UE y también abandonar el mercado único y la unión aduanera. Al fin y al cabo, fue esta la promesa que el Partido Conservador llevó en su manifiesto en las elecciones generales de 2017. Por lo que está decida a llevar, por cuarta vez, el Acuerdo de Retirada a la Cámara de los Comunes para conseguir in extremis su ratificación. Este es el mensaje que se espera traslade a sus ministros en la reunión de Gabinete de este martes, después de que sus señorías no lograran anoche llegar a ningún consenso cuando discutieron las alternativas al pacto.

Después de que el viernes pasado la Cámara Baja rechazara, por tercera vez, el convenio que la premier cerró con los Veintisiete, los diputados tomaron, de nuevo, el control de la agenda para intentar desbloquear la peor crisis institucional de Westminster. En un principio, se llegó a pensar que los parlamentarios estaban más cerca que nunca de ponerse de acuerdo a la hora de defender un Brexit blando para mantener unos vínculos con el bloque mucho más estrechos de los que propone el Ejecutivo.

Y sin embargo, de nuevo, ninguna de las cuatro propuestas logró llegar a una mayoría. En definitiva, un nuevo fracaso para la Cámara que se niega a sacar adelante el pacto de May, pero tampoco logra acordar un plan B. Aunque el tiempo se agota. Después de pedir la primera prórroga, si el texto no se ratifica, Londres debe comunicar a Bruselas su nueva hoja de ruta para el 12 de abril.

Los laboristas siempre han apostado por dejar al país en una unión aduanera y alineado con el mercado único. Aunque lo que más ha sorprendido en los últimos días es el acercamiento que han tenido los norirlandeses del DUP con los parlamentarios que apuestan por suavizar el divorcio. Hasta ahora, los unionistas -de cuyo apoyo depende el Gobierno en minoría- habían trabajado codo con los tories euroescépticos.

Pero ahora el bando de los brexiteers está completamente roto. Mientras que algunos conservadores han apoyado in extremis a May para evitar una prórroga larga que obligue al país a participar en las próximas elecciones europeas, el DUP se niega por completo a dar su beneplácito a un texto que califica de “tóxico”. No acepta la salvaguarda para evitar frontera dura en Irlanda porque no quiere que la provincia británica de Irlanda del Norte quede con un estatus distinto al del resto del Reino Unido, hasta que se cierre un acuerdo comercial con el bloque. Y si finalmente el país se quedara en la unión aduanera, ya no sería necesario el polémico backstop.

En este sentido, según los rotativos, el DUP ha mantenido en los últimos días reuniones con el tory Nick Boles, quien propone el modelo Noruega Plus. Pero ni siquiera esto fue suficiente para sacarla adelante. La propuesta planteaba que el Reino Unido tuviera acceso al mercado único como miembro de la Asociación Europea de Libre Comercio y además se pediría a la UE estar dentro de la unión aduanera. Fue rechazada por 282 votos en contra frente a 261 a favor. Nada más conocerse el resultado, el conservador anunció su dimisión: “He hecho todo lo posible para tratar de encontrar un compromiso, pero he fracasado”.

Por su parte, los analistas consideraban que tenía opciones de salir adelante la propuesta del tory Ken Clarke, quien proponía negociar con la UE una unión aduanera. De este modo, se evitarían algunos controles (no todos) entre Irlanda e Irlanda del Norte y se evitaría tener que aplicar por completo el polémico backstop. Se quedó tan sólo a tres votos de diferencia: 276 votos en contra frente a 273 a favor.

Por último, también se sometieron a votación, legalmente no vinculante, la opción planteada por los laboristas Peter Kyle y Phil Wilson -para que cualquier acuerdo que sea ratificado en el Parlamento, sea aprobado también en referéndum antes de implementarse-, que fue rechazada por 292 votos en contra frente a 280 a favor. La propuesta de la escocesa Joanna Cherry, para evitar el divorcio abrupto, tampoco consiguió desbloquear el caos: 292 votos en contra frente a 191 a favor. La diputada del SNP planteaba que si dos días antes de fecha límite – ahora fijada para el 12 abril-, no hay pacto, se pediría una extensión. Y si la UE no la concede, los diputados tendrían que elegir entre Brexit sin convenio o revocar Artículo 50.

En este contexto, el tory Julian Smith señaló que, tras las elecciones de 2017, donde los conservadores perdieron la mayoría absoluta, May debía haber aceptado “inevitablemente” un Brexit más suave porque es lo que pedía la aritmética de la Cámara Baja. Posiblemente, Smith haya ejecutado durante estos dos últimos dos años uno de los trabajos más duros de Westminster. El conservador es el encargado de hacer cumplir la disciplina en el Partido Conservador y anoche se convirtió en uno de los protagonista indiscutibles del especial que emitió la BBC.

Durante el programa, el parlamentario denunció cómo los ministros del Gabinete habían incurrido en el “el peor ejemplo de indisciplina” de la historia política británica. Unas palabras que no pasaron desapercibidas. May siempre ha estado bajo la amenaza de sus filas y contra las cuerdas ante la guerra civil planteada entre los ministros euroescépticos y pro UE.