Política

París

El Ejército francés frena a los “chalecos amarillos” en París

El Gobierno se felicitar por la calma de las marchas: “El orden republicano ha sido respetado”

Los chalecos amarillos frente a la basílica del Sagrado Corazón, de París
Los chalecos amarillos frente a la basílica del Sagrado Corazón, de Paríslarazon

El Gobierno se felicitar por la calma de las marchas: “El orden republicano ha sido respetado”.

Las manifestaciones de chalecos amarillos de este sábado, decimonoveno día de movilizaciones, transcurrieron dentro de una relativa calma, nada que ver con las escenas de caos registradas la semana pasada, especialmente con lo vivido en París, en los Campos Elíseos. Y ello a pesar de que fueron más numerosos los que salieron ayer a la calle, 40.500 manifestantes en toda Francia, frente a los 32.300 registrados el 16 de marzo, según el Ministerio del Interior. Sin duda debido a las medidas impuestas por el nuevo prefecto de la policía, Didier Lallement, y la práctica ausencia de «black blocs» en los cortejos.

En París, las fuerzas del orden aplicaron un estricto control, como no se había hecho en las ocasiones anteriores, para impedir la llegada de chalecos amarillos a los Campos Elíseos y sus calles adyacentes, así como en la zona que incluía el Palacio del Elíseo, la plaza de la Concordia y la Asamblea Nacional.

La prefectura anunció 8.545 controles «pre ventivos », y 83 detenciones desde primeras horas del día en París, así como 53 personas multadas con 135 euros por introducirse en el perímetro de los lugares prohibidos para los manifestantes.

El desfile oficial, organizado por un grupo de chalecos amarillos, atravesó París de norte a sur, desde la plaza Denfert-Rochereau, hasta la basílica del Sacré-Coeur. Sólo cuando se había disuelto la manifestación, en torno a las cinco de la tarde, varias decenas de personas más violentas prendieron fuego a algunos cubos de basura, e intentaron bloquear la circulación en la plaza de la República, pero la presión de la Policía evitó males mayores.

El primer ministro, Edouard Philippe, a diferencia de la semana pasada, no intervino en medio de la acción policial, que estuvo saludando tranquilamente a un destacamento de policías y bomberos, mientras que a pocos cientos de metros, el resto de fuerzas movilizadas, apenas podían responder a la violencia desatada.

Sólo al final del día, su ministro del Interior, Christophe Castaner, compareció ante los medios. «El orden republicano ha sido respetado», respiró aliviado el titular de Interior, cuya acción al frente de este ministerio es fuertemente criticada por los desbordamientos en las manifestaciones. «Hoy se han aplicado las buenas consignas, y los resultados están ahí», se felicitó Castaner, dejando entender que la mala gestión no es suya, sino del prefecto cesado esta semana.

En Trocadero, donde se había hablado de realizar un «sit-in», sólo aparecieron media docena de chalecos amarillos, que se manifestaron en medio de los selfies de los turistas, y las reivindicaciones de un grupo de gaboneses contra las autoridades de su país, y otro contra la violencia que sufren las mujeres mexicanas. Uno de los chalecos amarillos venía de Dreux, a 80km de París. Para él las movilizaciones siguen estando justificadas porque «las únicas medidas que ha anunciado Macron las vamos a pagar nosotros con nuestros impuestos», y las que ellos reclaman, «justicia social y democracia participativa», no han sido todavía satisfechas. Los dos meses del llamado Gran Debate Nacional él los resume en dos palabras: «propaganda Macron». Él es de los que aplauden la presencia de «Black blocs» en las manifestaciones «porque las manifestaciones pacíficas como la de hoy, no sirven para nada».

En otras ciudades de Francia hubo momentos de tensión entre las fuerzas del orden y los manifestantes, como en Toulouse o Montpellier, donde la policía utilizó gases lacrimógenos para dispersar a los chalecos amarillos. En Niza, un grupo logró colarse durante unos instantes en la zona que el prefecto había prohibido, a petición del alcalde, con motivo de la llegada del presidente chino Xi Jinping, pero fueron inmediatamente desalojados. En Burdeos, la Policía desalojó a grupos de chalecos que intentaban concentrarse en la plaza Pey Berland.