Oriente Medio

Paz en Gaza: cuando salvar a los rehenes supone liberar a los terroristas que mataron a tus seres queridos

Supervivientes como Hartuv y las familias de las víctimas de atentados se enfrentan a un doloroso dilema desde el inicio de la guerra: ¿deben quedar libres los asesinos de sus seres queridos, con el riesgo de que vuelvan a atacar, o deben los rehenes en Gaza resignarse a su suerte?

Tal Hartuv, who survived an attack by Palestinian militants armed with machetes in 2010, poses for a photo at her home in Zikhron Ya'akov, northern Israel, March 13, 2025. (AP Photo/Ariel Schalit)
Las víctimas de atentados de Hamás se enfrentan a un dilemaASSOCIATED PRESSAgencia AP

En el pecho de Tal Hartuv hay una cicatriz irregular, una de las 18 puñaladas que recibió en un brutal ataque ocurrido en 2010, cerca de Jerusalén, en el que murió su amiga. Junto a la marca de 7 centímetros cuelga una placa metálica con la inscripción “Nuestro corazón está cautivo en Gaza”, un símbolo popular de apoyo a un acuerdo de alto el fuego que intercambie rehenes israelíes por prisioneros palestinos.

El viernes, mientras muchos celebraban el acuerdo alcanzado entre Israel y Hamás tras dos años de guerra, Hartuv leyó la lista de prisioneros palestinos que serían liberados y vio un nombre que la dejó helada: Iyad Hassan Hussein Fatafta, uno de los tres hombres que intentaron matarla y que fue condenado por el asesinato de su amiga, la turista estadounidense Kristine Luken.

Supervivientes como Hartuv y las familias de las víctimas de atentados se enfrentan a un doloroso dilema desde el inicio de la guerra: ¿deben quedar libres los asesinos de sus seres queridos, con el riesgo de que vuelvan a atacar, o deben los rehenes en Gaza resignarse a su suerte?

“Puedo sentirme emocionada, esperanzada y feliz porque nuestros rehenes regresan a casa”, dijo Hartuv, quien cambió su nombre como parte de su proceso de rehabilitación. “Pero también puedo sentir ira, traición, vacío. No son emociones excluyentes”, añadió.

Nadie del gobierno israelí la contactó para avisarle de que su agresor sería probablemente liberado. Se enteró por una periodista que le envió la lista.

Para el lunes, Hamás deberá comenzar la liberación de los 48 rehenes israelíes que aún permanecen en Gaza, de los cuales se cree que unos 20 siguen vivos. A cambio, Israel liberará a unos 2.000 palestinos, entre ellos militantes de alto rango condenados por atentados mortales, además de presos por delitos menores y personas detenidas sin cargos bajo el régimen de detención administrativa.

“Tenemos que traerlos de vuelta”

Hace 22 años, un suicida hizo estallar el autobús 37 en la ciudad israelí de Haifa, matando a 17 personas, incluidos nueve niños que volvían del colegio.

Israel condenó a cinco palestinos por haber ayudado al atacante. Tres fueron liberados en 2011 como parte del intercambio por Gilad Shalit, un soldado israelí retenido en Gaza. Un cuarto fue liberado durante el último alto el fuego, a principios de este año.

Durante años, Yossi Zur, cuyo hijo Asaf, de 17 años, murió en aquel atentado, encabezó campañas contra la liberación de prisioneros, especialmente contra el intercambio de 2011, en el que fueron liberados 1.027 palestinos.

Zur recuerda su desgarro al ver los autobuses cargados de militantes condenados saliendo de prisión.

Entre los liberados en el acuerdo por Shalit estaba Yahya Sinwar, quien más tarde orquestó el ataque del 7 de octubre de 2023 que desencadenó la guerra. Sinwar se convirtió en el principal líder de Hamás antes de ser abatido por tropas israelíes el año pasado.

“Fue mi fracaso no haber logrado proteger a mi hijo, y ahora no consigo evitar que los asesinos de mi hijo salgan de prisión”, dijo Zur.

Sin embargo, cuando otros activistas lo contactaron para protestar contra los intercambios del actual alto el fuego, decidió no unirse.

“Con la cantidad de personas que fueron secuestradas el 7 de octubre, y con edades tan diversas, llegué a la conclusión de que esta vez no vale la pena luchar contra ello”, explicó. “Tenemos que traerlos de vuelta”.

La peor crisis de rehenes en la historia de Israel

Los militantes dirigidos por Hamás mataron a unas 1.200 personas en el ataque del 7 de octubre y secuestraron a 251.

La ofensiva de represalia israelí ha dejado más de 67.000 palestinos muertos, en su mayoría mujeres y niños, según el Ministerio de Salud de Gaza, que no especifica cuántos eran combatientes.

En un alto el fuego anterior este mismo año, Israel liberó a casi 1.800 palestinos, incluidos unos 230 condenados por ataques mortales, a cambio de 25 rehenes y los cuerpos de otros ocho. La mayoría de los presos condenados por asesinatos fueron deportados.

Esta vez, Israel prevé liberar a unos 250 prisioneros con largas condenas y a unos 1.700 detenidos en Gaza durante los dos últimos años sin cargos formales.

En ocasiones anteriores, multitudes jubilosas dieron la bienvenida a los liberados, lo que agravó el dolor de las familias israelíes de las víctimas.

“Quiero intentar hacer de Israel un lugar más seguro”

La hija de Ron Kehrmann, Tal, una estudiante de secundaria de 17 años que adoraba cantar y dibujar, también murió en el autobús 37. Aún hoy, su padre llora al recordarla. Dice que se siente mejor cuando canaliza su dolor en el activismo.

Sigue oponiéndose firmemente a la liberación de prisioneros palestinos, pues cree que esto alienta futuros atentados.

“Quiero intentar hacer de Israel un lugar más seguro”, dijo. “El ataque del 7 de octubre ocurrió por culpa del error del gobierno, que liberó a militantes a cambio de Shalit”.

“Si un joven sabe que, si logra matar a israelíes, en algún momento será liberado, ¿por qué no habría de hacerlo?”, añadió. “Israel debe romper la ecuación de liberar rehenes a cambio de liberar terroristas”.

Una decisión de mantener la empatía

Desde que supo que su atacante sería liberado, Hartuv ha sentido una mezcla de rabia y traición. Cuando esas emociones la desbordan, dice, abre en su teléfono una foto de un rehén o de sus padres desesperados, y los mira a los ojos.

“No me ablando, pero eso me crea un espacio para la empatía y me recuerda que hay otro lado de la moneda”, explicó.

“Eso no borra mi ira hacia el gobierno israelí, por su negligencia al no contactarme, ni mis sentimientos de traición hacia los gobiernos occidentales que no responsabilizaron a Hamás. Pero sí mitiga mi sensación de injusticia, al menos un poco”, dijo.

Para Hartuv, la capacidad de moverse entre esas historias desgarradoras y sostener ambas realidades a la vez es algo que más personas deberían intentar. Siente que el discurso israelí se ha centrado tanto en los rehenes que quienes plantean dudas sobre el precio del acuerdo han sido marginados.

No quiere detener el proceso, pero cuando los rehenes regresen, desea reconocimiento por el precio que Israel —y ella misma— han tenido que pagar, y por el miedo a que todo esto conduzca a nuevos ataques.

“La liberación de los rehenes sería aún más grandiosa si la gente entendiera lo necesaria que es para Israel, pero también lo difícil que resulta”, afirmó.