Crisis política en Ecuador

El presidente de Ecuador Guillermo Lasso disuelve la Asamblea para evitar ser destituido

El mandatario conservador activa la conocida como «muerte cruzada» y fuerza elecciones presidenciales en seis meses

La crisis política ecuatoriana vivió ayer un giro dramático. El presidente conservador Guillermo Lasso, que se enfrentaba a un juicio político que podría haber terminado con su destitución, decretó la disolución de la Asamblea Nacional y abrió así la puerta a la convocatoria de unas nuevas elecciones.

El mecanismo constitucional conocido como «muerte cruzada» fue el recurso de emergencia del que echó mano Lasso para desactivar el intento de la oposición de sacarlo prematuramente del poder. La Constitución ecuatoriana faculta al presidente a disolver el legislativo si considera que está dificultando injustificadamente la acción de su Gobierno y prevé entonces la convocatoria de elecciones en seis meses. El mandatario emitió un mensaje a la nación por televisión en el que defendió su decisión. «Esta es una decisión democrática, no solo porque es constitucional, sino porque le devuelve al pueblo ecuatoriano, a ustedes, el poder de decidir su futuro en las próximas elecciones», dijo Lasso en el anuncio. Según el presidente conservador, el adelanto electoral «es la mejor decisión para darle una salida a la crisis política y conmoción interna que soporta Ecuador». El presidente acusó a sus rivales en la Asamblea Nacional, liderados por los congresistas leales al expresidente Rafael Correa, de boicotear su Ejecutivo a toda costa. «Todos los esfuerzos del poder legislativo están enfocados en desestabilizar al gobierno», indicó Lasso. La oposición correísta, con apoyo de otros grupos políticos, había promovido el juicio parlamentario para destituir a Lasso basándose en la supuesta adjudicación irregular de contratos para el transporte de petróleo. Lasso asegura su inocencia y afirma que todo responde a un plan para descabalgarlo del poder cuando apenas va a cumplir dos años en la presidencia del país.

Con este inesperado movimiento, Lasso logra sobrevivir de momento. Continuará en el poder durante los próximos seis meses, periodo en el que podrá gobernar por decreto bajo control de la Corte Constitucional.

Pese a los rumores que habían circulado en las últimas horas señalando que la Asamblea podría hacer caso omiso si Lasso se decidía finalmente por el mecanismo de «la muerte cruzada», en la jornada de ayer las cosas parecieron seguir el cauce institucional previsto. Efectivos policiales y militares rodearon la sede de la Asamblea en Quito, impidiendo el paso a su interior. El jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas difundió un vídeo en el que aseguró que tanto el Ejército como la Policía mantendrían su actitud de respeto a las leyes y el orden constitucional. La Policía solo actuará «si el orden constituido se viera afectado». Este es «un momento en que el país necesita estar unido», aseveró el ministro del Interior, Juan Zapata. El presidente recibió al cuerpo diplomático acreditado en el país. Y es que según el Gobierno ecuatoriano «las relaciones entre los países, fundamentalmente comerciales, se mantienen más vigentes que nunca».

La activación de la «muerte cruzada» supone, sin duda, una jugada audaz por parte de Guillermo Lasso y pocos pronosticaban que se atrevería. Es la primera vez que un presidente recurre a este mecanismo desde que entró en vigor esta previsión con la aprobación en 2008 de la Constitución impulsada por Correa.

Pero la disolución de la Asamblea no cierra la crisis política ecuatoriana. Ahora se abre un periodo de interinidad de seis meses en el que sería ingenuo pensar que se va a producir una tregua. Corresponde al Tribunal Electoral de Ecuador fijar la fecha de las nuevas elecciones, que deberán celebrarse en un plazo de seis meses y en las que se elegirá a un nuevo presidente y un nuevo Congreso. No está claro aún si Lasso, de 67 años, intentará presentarse. El Gobierno atraviesa un momento de baja popularidad como consecuencia de su incapacidad para frenar la ola de delincuencia violenta que ha llenado de muertos las principales ciudades del país, con especial encarnizamiento en Guayaquil.

Las promesas de firmeza del presidente no han servido para controlar un problema que se ha convertido en una de las principales preocupaciones de los ecuatorianos y ha llevado a motines carcelarios con decenas de muertos.

Lasso se impuso en las elecciones de 2021 avalado por su trayectoria en la banca privada y un discurso de moderación que prometía regenerar una economía golpeada por la pandemia, pero se ha enfrentado con una fuerte contestación de los movimientos indígenas y la encarnizada oposición de Rafael Correa y sus seguidores.

El presidente tendría difícil revalidar la confianza del electorado obtenida entonces. Las encuestas y los comentarios en los medios revelan el hastío de los ecuatorianos ante la situación política y el distanciamiento tanto respecto a la gestión del gobierno como a las maniobras de la oposición para derribarlo.

Y Lasso no ha salido bien parado en las últimas citas electorales. Los candidatos correístas se impusieron claramente en las últimas elecciones locales del pasado febrero, cita en la que el presidente ecuatoriano vio también rechazada su propuesta de reforma constitucional.