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Marruecos

Protestas en Marruecos: la generación Z se ha convertido en la voz del descontento juvenil

El cúmulo de crisis sanitarias, educativas y laborales ha llevado a los jóvenes marroquíes a salir a las calles

Protestas en Marruecos: la generación Z se ha convertido en la voz del descontento juvenil AP

En los últimos años, Marruecos ha proyectado al mundo una imagen prometedora: un notable aumento del turismo en 2024 y la primera mitad de 2025, modernos trenes de alta velocidad, puertos renovados y el prestigio de ser uno de los anfitriones del Mundial de 2030. Sin embargo, detrás de esta fachada, la realidad del país es muy distinta.

Durante el último fin de semana, miles de jóvenes salieron a las calles en señal de protesta. “Los estadios los tenemos, pero, ¿dónde están los hospitales?”, cantaban los manifestantes en ciudades de todo el país. Las marchas, convocadas por GenZ 212, reclaman los derechos de la juventud marroquí y de la ciudadanía en general.

El impulso de una generación

La Generación Z agrupa a quienes nacieron entre 1997 y 2010. Hoy, muchos de ellos comienzan a forjar su futuro e ingresar al mercado laboral. Pero en Marruecos, donde los salarios son bajos y las oportunidades escasas, la situación los golpea.

El desbalance económico del país limita el acceso a empleos dignos y agrava las carencias en educación y sanidad. Como consecuencia, gran parte de los jóvenes se ven obligados a trabajar en la informalidad o a emigrar en busca de un futuro mejor.

De ese malestar nació GenZ 212, nombre tomado del prefijo telefónico internacional de Marruecos, un movimiento sin líderes visibles que busca acabar con la corrupción y reivindicar derechos laborales, sanitarios y educativos. “En las últimas semanas han estallado protestas en Rabat, Casablanca y Agadir, lideradas por jóvenes que ya no soportan la situación. Con una tasa de desempleo juvenil del 35,8 % y un sistema sanitario colapsado, GenZ 212 se ha convertido en la voz de una generación olvidada por sus líderes”, señalan desde la organización.

Las convocatorias se difunden principalmente en redes sociales como Instagram, Discord y TikTok, herramientas clave para conectar a los jóvenes en todo el país. También organizaciones como Moroccan Youth Voices han jugado un papel importante en visibilizar las injusticias.

La gota que derramó el vaso

El contraste es claro: Marruecos se prepara para el Mundial, pero su realidad social refleja la de un país en vías de desarrollo. El sistema de salud se encuentra en condiciones alarmantes: falta de material médico, pacientes obligados a dormir en el suelo y salas infestadas de cucarachas. La crisis alcanzó tal magnitud que, en el último mes, seis mujeres embarazadas fallecieron en el Hospital Hassan II de Agadir por falta de atención adecuada.

Las tragedias no se detienen ahí. Un hombre murió frente a un hospital público después de que se le negara la entrada; cientos de familias afectadas por el terremoto de 2023 siguen viviendo en carpas, y en muchas zonas rurales ni siquiera hay acceso a agua potable.

El sábado 27 de septiembre, miles de jóvenes expresaron su indignación frente a lo que califican como “corrupción sistemática” en los sistemas de salud, educación y empleo, denunciando además la indiferencia del gobierno.

La respuesta de las autoridades

Aunque las protestas comenzaron de forma pacífica, las autoridades marroquíes respondieron con contundencia. La policía intervino para disolver las manifestaciones y frenar su difusión. Se confiscaron teléfonos móviles a los asistentes, lo que llevó a algunos manifestantes a lanzarlos entre la multitud para evitar que fueran requisados.

Desde entonces, se ha iniciado una campaña de detenciones contra quienes participaron, organizaron o documentaron las marchas. A las demandas de empleo, educación y sanidad, ahora se suma un reclamo adicional: el respeto a la libertad de expresión en Marruecos.