Rusia

Putin aumenta la represión en una campaña electoral fantasma

Con los líderes opositores exiliados, en prisión o muertos, el presidente ruso afronta sin rivales serios su reelección para un quinto mandato en el Kremlin

Russian President Vladimir Putin holds a meeting on the development of the Russia's South, as well as the Azov Sea region, via videoconference at the Bocharov Ruchei residence in Sochi, Russia, Wednesday, March 6, 2024. (Valeriy Sharifulin, Sputnik, Kremlin Pool Photo via AP)
Russia PutinASSOCIATED PRESSAgencia AP

A menos de una semana de las elecciones presidenciales rusas, la inexistente campaña electoral demuestra la falta de incertidumbre del resultado. El eterno Vladimir Putin seguirá dirigiendo el país hasta que la salud se lo permita, en períodos de seis años, sin opciones alternativas y compitiendo este año en las urnas contra tres rivales que ejercen el papel de meros figurantes. Durante las últimas semanas, las apariciones televisivas del presidente se han multiplicado, eclipsando a los demás candidatos, mientras los medios callan sobre la muerte de Alexei Navalni.

El disidente, muerto el 16 de febrero, era el único político que podía plantarle cara a Putin y, tras su desaparición, ese espacio ha quedado huérfano, con el resto de opositores encarcelados, fuera del país o enterrados. Su viuda, Yulia Navalnaya, decidida a seguir el legado de su marido, reside fuera de Rusia y no se plantea volver por miedo a una posible detención.

Vladimir Kara-Murza, otra figura destacada de la oposición al Kremlin, fue condenado en abril del año pasado a 25 años de prisión por alta traición, cooperación con los países de la OTAN y difusión de información falsa sobre el Ejército ruso. El político y periodista de 42 años, había fundado en 2004, junto a Boris Nemtsov y Garry Kasparov, el Comité 2008, un grupo de oposición a Putin que más tarde se convertiría en la fundación Rusia Abierta, bajo el patrocinio del exmagnate y enemigo de Putin Mijail Jodorkovski.

Sus socios no salieron mejor parados. Boris Nemtsov fue acribillado a tiros la medianoche del 27 de febrero de 2015, mientras caminaba cerca del Kremlin y Kasparov, exiliado en EE UU desde 2013, ha seguido denunciando los abusos del poder en su país. En 2022 fue designado «agente extranjero», una etiqueta que se utiliza contra los oponentes de forma masiva, en general periodistas y activistas, que se ven sometidos a unos tediosos procedimientos administrativos en Rusia.

La semana pasada, el Kremlin dio jaque mate al excampeón mundial de ajedrez al incluirlo en su lista de personas declaradas «terroristas y extremistas», haciendo desaparecer cualquier deseo del ajedrecista de volver a Rusia.

El registro de candidatos a la presidencia empezó con un soplo de esperanza llamado Boris Nadezhdin. Este político de 60 años se convirtió en un fenómeno social al prometer poner fin a la guerra en Ucrania en el momento de ser elegido, presentando ante la comisión electoral más de 100.000 firmas de apoyo, trámite obligatorio para validar su candidatura. Semanas más tarde, la misma comisión tumbó su proyecto tras alegar «irregularidades» en más de 4.000 firmas aportadas.

Meses antes, una desconocida periodista de 40 años llamada Ekaterina Duntsova se había postulado como candidata desde la ciudad de Rzhev, una pequeña población de 60.000 habitantes al oeste de Moscú. Duntsova contaba con el apoyo de un grupo llamado Nuestra Sede, creado por varios activistas rusos para ayudar a sus compatriotas que decidieron huir del país a establecerse en el extranjero. Su discurso se basaba en la reconciliación y el primer punto de su programa también era el de terminar con la guerra de Ucrania. Además, su proyecto exigía restringir el poder acumulado por la figura del presidente y había prometido excarcelar a los opositores a Putin privados de libertad. Tampoco pasó el corte.

Los tres candidatos bendecidos por la comisión electoral son viejos conocidos de la política rusa y no van a plantearle ningún problema a Putin. Nikolai Jaritonov, del Partido Comunista, ya participó en las presidenciales de 2004, quedando en segundo lugar. A sus 75 años, ya ha confesado que lo suyo es una revancha contra Putin y tiene todas las papeletas para repetir los resultados obtenidos hace veinte años. Se encuentra entre los políticos sancionados por Reino Unido y Estados Unidos por su expreso apoyo a la invasión de Ucrania.

Leonid Slutski, el segundo de los elegidos, es el heredero del polémico Vladimir Zhirinovski, fallecido en abril de 2022. Su formación, el Partido Liberal Demócrata de Rusia (LDPR), se ha caracterizado por sus ideas ultraconservadoras. Slutski fue acusado por varias periodistas en 2018 de acoso sexual, protagonizando uno de los escándalos más sonados de la historia política reciente. Ese mismo año, el desaparecido Navalni publicó un informe en el que daba cuenta de los chanchullos y corruptelas del político ultranacionalista.

Vladislav Davankov, del partido Gente Nueva, es el menos conocido de los tres y puede presumir de pertenecer al único partido ruso que se abstuvo en la votación para reconocer la independencia de las regiones separatistas ucranianas de Donetsk y Lugansk. En 2023, fue candidato a la alcaldía de Moscú obteniendo un 5,38% de los votos. Parece que la suerte está echada y solo queda saber el margen de diferencia que tendrá Putin, aunque el verdadero éxito o fracaso de las elecciones se medirá por el índice de participación.