Política

Oriente Medio

Radiografía de Gaza: "Aquí nos morimos, no existe el mañana"

Ante la desesperanza reinante en la Franja, miles de jóvenes palestinos protestan en el aniversario de la Gran Marcha del Retorno.

40.000 manifestantes. Un palestino con una onda corre mientras otros buscan refugio en el primer aniversario de la Gran Marcha del Retorno, ayer en el este, frente al muro fronterizo
40.000 manifestantes. Un palestino con una onda corre mientras otros buscan refugio en el primer aniversario de la Gran Marcha del Retorno, ayer en el este, frente al muro fronterizolarazon

Ante la desesperanza reinante en la Franja, miles de jóvenes palestinos protestan en el aniversario de la Gran Marcha del Retorno.

La desesperación reina en Gaza. La situación en la Franja de 365 km2 es cada vez más insostenible para los casi 2 millones de habitantes debido al feroz control de la autoridad de facto, Hamas, (organización terrorista para la UE), el fuerte bloqueo por parte de Israel desde 2007 y la dejadez de la Autoridad Palestina. Ayer decenas de miles de palestinos (unos 40.000) acudieron a la explanada para protestar frente a la valla en conmemoración por el primer aniversario de la Gran Marcha del Retorno. Solo algunos de los manifestantes se acercaron al perímetro de la verja y lanzaron piedras y explosivos contra las tropas israelíes al otro lado. Tres palestinos murieron y 64 resultaron heridos, la mayoría jóvenes.

El 53% de la población está en paro (entre los jóvenes es el 70%). Además, el 53% está en riesgo de pobreza y la inseguridad alimentaria no deja aumentar (59%). Lo que sí ha decrecido es la vital ayuda de la UNRWA, cuando en 2018, el presidente Donald Trump decidió cortar todas las donaciones de EE UU a esta agencia de la ONU para los refugiados palestinos. Asimismo, el coste de la vida crece exponencialmente. En los mercados hay buenas frutas y verduras, pero lo que brilla por su ausencia son los clientes. Por no hablar del agua, un bien considerado de lujo en Gaza. Y es que el 95% no es potable. «Durante años mis hijos tenían diarreas y todo tipo de problemas intestinales», confiesa Fátima al Boraay. Tiene seis hijos, de entre 11 y 24 años, pero el único sueldo que entra en su humilde casa de Al Boray –en la que aún se ven los agujeros en el techo de aluminio, fruto de un bombardeo durante la guerra de 2014– es el de su marido, que además ha sido mermado a la mitad. En 2017, la AP decidió prejubilar y reducir el salario entre un 30-50% a sus funcionarios en Gaza. Hasta que Fatima conoció el programa de la ONG Oxfam, que desaliniza el agua gracias a una pequeña planta de energía solar, compraba agua a vendedores sin saber si era salubre o sus hijos recorrían 2,5 km hasta las instalaciones municipales. Los mayores no encuentran trabajo y Fatima confiesa que tiene que tomar decisiones difíciles como privar a una de sus hijas de clases extraescolares para ir a la universidad.

Para Mattias Schmale, jefe de la UNRWA en Gaza, la desesperanza es el común denominador entre la juventud. «El 77% de la población registrada como refugiado vive por debajo del umbral de la pobreza». En este contexto, «si la agencia que respalda a más de la mitad de la población reduce la ayuda a la alimentación, el impacto no sólo será para los refugiados sino para la estabilidad de Gaza», asevera. Schmale reconoce que los viernes siente alivio si «sólo hay 20 heridos», pero esto no es «tranquilidad» y solo muestra cómo ha sido el último año desde la Gran Marcha del Retorno de marzo pasado. «Las protestas continúan, así como la fuerte reacción por parte de los israelíes. Comparado con las cifras de mayo (cuando sólo en un día mataron a 70 personas) es relativamente poco». En la UNRWA temían que el aniversario fuera «muy sangriento» y la tensión escalase. «Podría descontrolarse antes de las elecciones israelíes el 9 de abril». Este último mes, desde la Franja se han lanzado explosivos –atados en globos– que logran sobrevolar el muro, y misiles a territorio israelí. Y el Ejército de Israel ha bombardeado objetivos de Hamas en la Franja.

Ante el descontento y la «acuciante desesperación entre la juventud palestina, el Estado Islámico (EI) podría ganar terreno en Gaza». De hecho, «ese es mi principal temor. Si la economía no mejora, si el bloqueo no se relaja y se dan algunas expectativas positivas para la población, el caos social y el extremismo es una opción muy realista», advierte Schmale.

«Es un milagro que Gaza no haya caído en las manos del EI», explica el vicedirector del Centro para Derechos Humanos de los Palestinos en Gaza, Hamdi Shaquora. «Cuando se pierde la esperanza se abren todos los pasillos». No debe extrañar que miles de jóvenes protesten, a pesar de saber que pueden ser disparados por el Ejército israelí, pues es un modo de expresar que «aquí nos morimos. No existe el mañana».

Las consecuencias de un año de protestas son muy visibles en las calles de Gaza. De acuerdo con Abdel Nasser Soboh, director de la OMS en Gaza, más de 6.500 personas fueron heridas por munición real del Ejército israelí. «El 90% en las extremidades superiores e inferiores», detalla Soboh. Un 25% de esas víctimas, termina con una amputación.