
Poder aéreo
Las tres capacidades del F-35 que Lockheed Martin quiere introducir en su caza furtivo
La compañía estadounidense aspira a desarrollar una versión del avión no tripulada

El fabricante estadounidense Lockheed Martin está sopesando incorporar una nueva tecnología a sus cazas F-35 Lightning II para que pueda volar sin piloto. Así lo puso de manifiesto el presidente ejecutivo de la compañía, Jim Taiclet, durante la Conferencia de Decisiones Estratégicas de Bernstein, un encuentro en el que reveló nuevos detalles del programa de sexta generación Next Generation Air Dominance (NGAD) para alargar la vida del F-35 y convertirlo en un "Ferrari" del aire.
Estas mejoras anunciadas incluyen un nuevo recubrimiento para potenciar la capacidad furtiva del aparato frente a radares e infrarrojos. También se plantean modificaciones en la estructura, como ajustes en las entradas de aire y toberas de escape para reducir su firma radar. La tercera parte de la modernización se refiere a avances en guerra electrónica, conectividad y autonomía, lo que podría permitir operaciones sin piloto.
Taiclet afirmó dijo que la inteligencia artificial hará viable una versión del F-35 con "piloto opcional" en un "plazo relativamente corto". Sin embargo, la utilidad operativa de esta capacidad sigue siendo objeto de debate.
Lockheed Martin asegura que, con estas mejoras, el F-35 podría alcanzar "el 80% de las capacidades de un caza de sexta generación a la mitad de coste". Una afirmación que ha sido rebatida por expertos militares, sobre todo teniendo en cuenta los retrasos en las actualizaciones Block 4 y Technology Refresh 3 (TR-3) del F-35.
Mientras Lockheed Martin busca modernizar el F-35, también explora nuevos mercados. Arabia Saudí, que ha mantenido conversaciones con Donald Trump durante su visita a Riad sobre una posible compra, aparece como un posible cliente junto a India. Allí, Lockheed Martin promueve una versión avanzada de su caza F-16, el F-21, como un "puente" hacia el F-35.
El problema de vender el F-35 a Arabia Saudí es Israel, aliado estrecho de EEUU y el único país de Oriente Próximo que posee el F-35, que mira con recelo que un país árabe acceda a la tecnología del caza furtivo de quinta generación.
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