Política

Cumbre EE UU/Corea del Norte

Trump espera “significativos” gestos de Kim en Vietnam

El desmantelamiento de instalaciones nucleares allanaría un acuerdo de paz entra las dos Coreas

Un ciudadano incendia en Seúl una bandera norcoreana en protesta por la cumbre entre los líderes de Corea del Norte y EEUU / Efe
Un ciudadano incendia en Seúl una bandera norcoreana en protesta por la cumbre entre los líderes de Corea del Norte y EEUU / Efelarazon

El desmantelamiento de instalaciones nucleares allanaría un acuerdo de paz entra las dos Coreas.

Desnuclearización sí, pero con una hoja de ruta bien definida. Ésa parece ser la postura adoptada por el presidente de EE UU, Donald Trump, a la hora de lidiar con Corea del Norte. A Trump le importa el fin, pero el cómo lograrlo puede tomarse su tiempo. Ya avanzó que no tenía prisa y, a las puertas de la cumbre que mantendrá mañana y el jueves en Vietnam con su homólogo norcoreano, Kim Jong Un, es posible que sobre la mesa haya un proceso en el que ambas partes deban tomar medidas.

«EE UU parece haberse alejado de su posición inicial de exigir la desnuclearización de Corea del Norte primero y creo que es la única forma realista de tratar este problema», aseguró a LA RAZÓN Naoko Aki, miembro del grupo de análisis Rand Corporation. Al igual que otros analistas, esta experta en seguridad nuclear afirmó que para que continúe esta situación la cumbre de Hanoi debe producir «un marco más a largo plazo con algunos pasos iniciales concretos que generen un progreso visible, tanto en términos sustantivos como simbólicos». El escenario lo favorece. No ha habido ensayos nucleares desde hace más de un año, lo que ha provocado una mayor estabilidad en la región. Por eso, otro de los posibles temas de la agenda será el de un acuerdo que intercambie una declaración de paz por un compromiso norcoreano de abrir y desmantelar un puñado de instalaciones nucleares o de misiles.

Quizás no algo tan descabellado como se hubiera pensado antes de la primera cumbre que reunió a ambos mandatarios en Singapur en junio y en la que se comprometieron vagamente a desnuclearizar la penísula sin especificar el cómo. Hace tan solo unos días, los medios estatales del Reino Ermitaño ya ponían de su parte. «Construir un régimen de paz pemanente y estable es una decisión estratégica de nuestra parte para honrar la importante responsabilidad que tenemos ante la comunidad internacional. También refleja nuestra firme determinación de realizar el objetivo de la desnuclearización de la Península de Corea».

Ahora habrá que ver si esas buenas intenciones no se quedan en agua de borrajas al tiempo que se cuenta con el factor sorpresa Trump. De momento, para él hay asuntos intocables, como la retirada de las tropas americanas. El dirigente insistió el viernes que ese controvertido asunto no estará en la agenda. No en vano, esos 28.500 soldados suponen un escollo para lograr un acuerdo de paz que sustituya al armisticio que se firmó en 1953. El tratado de paz plantearía cuestiones legales de gran complejidad, ya que fue firmado por China y EE UU.

En el mejor de los casos, abriría un proceso complicado, pero positivo, para el gigante asiático, ya que supondría eliminar la presencia norteamericana en la región. Como contrapartida, los analistas apuntan a que Kim podría comprometerse a detener la producción nuclear y a abrir sus instalaciones a los inspectores internacionales. Precisamente, hace unos días un informe del Centro para la Seguridad Internacional y la Cooperación de la Universidad de Stanford estimó que el país comunista ha añadido entre cinco y siete ojivas nucleares a su arsenal atómico en 2018, con lo que ya podría disponer de 37 bombas atómicas.

Por eso, se ha especulado con la posibilidad de que Kim pueda llegar a demoler el complejo nuclear de Yongbyon. Este lugar, situado a cien kilómetros al norte de la capital norcoreana, fue definido por los medios surcoreanos como el «centro y símbolo del programa nuclear norcoreano», ya que según aseguran este reactor nuclear activo desde 1986 ha sido el principal generador del plutonio que requiere el país para equipar sus bombas atómicas. Si finamente Kim accediera a hacerlo, se convertiría en ese gesto «significativo» que Trump ha exigido para dar luz verde al levantamiento de las sanciones internacionales que tanto daño económico han provocado en el país comunista y que Pyongyang considera condición esencial.

Seguir mejorando las relaciones entre ambas naciones estableciendo oficinas de contacto en los respectivos países parece que será otro de los asuntos en un encuentro que pondrá a prueba la supuesta buena «química» que ambos tienen y de la que presume Trump. Aunque se ha especulado con la posibilidad de una reunión a solas entre ambos, hasta la fecha se conocen pocos detalles.

Varias fuentes indicaron a Yonhap que ambos cenarán hoy juntos en la capital vietnamita, posiblemente en la Ópera de Hanoi, ya que el jefe de gabinete del mariscal norcoreano, Kim Chang Son, visitó recientemente el recinto en compañía de funcionarios estadounidenses.

También es un misterio lo que el norcoreano hará en Vietnam, que esperó hasta el sábado para confirmar la «próxima» visita del líder más joven de la dinastía Kim. Habrá que esperar a entonces para conocer la agenda en la que llevan trabajando desde hace días sobre el terreno, Kim Hyok-chol y Stephen Biegun, representantes de Washington y Pyongyang, respectivamente.