Guerra en Europa

De Ucrania a Siberia y Corea del Norte: el destino de los niños ucranianos robados por Rusia

ONG de derechos humanos documentan 165 campos de reeducación donde los menores son militarizados y rusificados en Rusia, Bielorrusia y el Reino Ermitaño

ZAPORIZHZHIA (Ukraine), 06/12/2025.- A handout photo made available by the press service of the 65th Separate Mechanized Brigade of the Ukrainian Armed Forces shows specialists testing ground-based robotic systems at a testing ground before they are sent to a fighting zone, in an undisclosed location in the Zaporizhzhia area, Ukraine, 06 December 2025, amid the ongoing Russian invasion. Russian troops entered Ukrainian territory on 24 February 2022, starting a conflict that has provoked destr...
Testing of ground-based robotic systems in Ukraine before sending to fighting zonePress service of the 65th Mechanized Brigade HANDOUTAgencia EFE

Ucrania lucha por devolver a miles de sus niños secuestrados por Rusia en medio de denuncias de militarización masiva y rusificación en campos repartidos por Rusia, Bielorrusia e incluso Corea del Norte.

El drama de estos menores –al menos 19,5 mil fueron relocados de los territorios ucranianos ocupados por Rusia– ocupa un lugar central en las conversaciones sobre un eventual plan de paz con Estados Unidos.

«Mi organización ha documentado 165 campos de reeducación donde los niños ucranianos son militarizados y rusificados. Esos campos existen en los territorios ocupados, en Rusia, Bielorrusia y Corea del Norte», declaró el miércoles Katerina Rashevska, abogada ucraniana del Regional Initiative for Human Rights, durante una audiencia en el Senado de Estados Unidos.

Rashevska mostró fotografías de Misha, un niño de 12 años de la parte ocupada de la región de Donetsk, y de Lisa, una adolescente de 16 años de Simferópol, en la Crimea ocupada. Según los defensores de derechos humanos, ambos fueron enviados por los rusos al campo Songdowon de Corea del Norte, a 9.000 kilómetros de sus hogares.

«En ese campo les enseñaron a destruir soldados japoneses y les presentaron a veteranos coreanos que atacaron el buque estadounidense Pueblo en 1968, causando nueve bajas entre los militares norteamericanos», reveló Rashevska.

Rusia asegura que solo evacuó a niños ucranianos –incluidos huérfanos– para alejarlos del peligro en las zonas ocupadas y del frente, incluso llevándolos a campos de «verano» sin permitirles regresar a casa.

Sin embargo, años después, también busca de forma claramente coordinada y sistemática impedir que los menores regresen con sus familias y tutores legales que ahora viven en territorios controlados por Ucrania, incluidos los que Kiev ha recuperado, explicó Rashevska a LA RAZÓN.

Más de un millar de niños han vuelto a Ucrania gracias al esfuerzo minucioso de numerosas ONG y gobiernos de Ucrania y otros países que han formado una coalición para ello.

Aun así, se crean múltiples obstáculos: los menores son trasladados constantemente y aislados de sus seres queridos en Ucrania mientras se les presiona y persuade de que su futuro está en Rusia y de que en Ucrania todos los han olvidado.

Los tutores legales y familiares –algunos de edad avanzada– deben emprender complicados viajes de varios días a través de varios países hasta Rusia para presentar la documentación requerida y llevarse a los niños de vuelta.

Durante el trayecto corren riesgo de detención y son interrogados exhaustivamente en la frontera rusa. Algunos menores, sin embargo, desaparecen en la red de campos rusos.

El envío de niños a Corea del Norte –un país totalmente aislado del mundo exterior– supone la desaparición de facto de esos menores en un régimen sin acceso a información, sin control externo y sin posibilidad de retorno, subraya Mikola Kuleba, director de la ONG ucraniana «Save Ukraine», que ayuda a traerlos de vuelta. Numerosos niños también son enviados a Siberia, al Lejano Oriente ruso e incluso a las islas Kuriles, donde su vínculo con Ucrania se debilita cada mes que pasa a miles de kilómetros de casa.

Las acciones de Rusia han sido tan flagrantes que motivaron que la Corte Penal Internacional de La Haya emitiera en 2023 órdenes de arresto contra el dictador ruso Vladímir Putin y la comisionada rusa para los derechos del niño, María Lvova-Belova.

La propia Lvova-Belova adoptó a Pilip, un huérfano de 15 años de Mariúpol, ciudad arrasada por el asedio ruso. Su llegada «complicó el fondo psicológico» de la familia, dijo ella en una entrevista, aunque el chico fue «experimentando cambios de conciencia» y ahora «ni siquiera quiere volver a vivir en Mariúpol».

El destino de al menos 1,6 millones de niños que viven en los territorios ocupados genera también profunda preocupación. Se les prohíbe hablar ucraniano y se les impide cualquier contacto con la educación ucraniana (incluso online). Los menores ucranianos están siendo militarizados a un ritmo alarmante mientras Rusia intensifica el reclutamiento militar obligatorio en las zonas de Ucrania bajo su control.

A niños y adolescentes se les enseña a cavar trincheras, manejar armas y desfilar, explicó a LA RAZÓN Onisia Siniuk, del Centro de Derechos Humanos ZMINA. También reciben clases regulares de «patriotismo» donde la guerra contra Ucrania se presenta como justa y se glorifica el servicio militar en el ejército ruso.

«Los rusos están creando claramente la expectativa de que los habitantes de los territorios ocupados deberán servir en su ejército a cambio de su liberación de Ucrania», subraya Siniuk.

Kirilo, de 11 años, y Arsen, de 9 –niños rescatados por «Save Ukraine»–, fueron obligados a asistir varias veces por semana a clases de ideología rusa. A sus padres les exigían «contribuciones» para las necesidades del ejército ruso. Tras negarse la familia, los niños empezaron a sufrir acoso escolar.

«Ya a los 17 años los chicos reciben citaciones para incorporarse al ejército ruso. El objetivo final es evidente: hacer que los ucranianos se maten entre sí», recalcó también Rashevska en la audiencia del Senado.

El mundo no puede reconocer los territorios ocupados de Ucrania como rusos –ni de jure ni de facto–, pues ello socavaría el orden jurídico internacional, la paz y la seguridad, y nos haría cómplices de estos crímenes, enfatizó.

La rusificación y la militarización provocan graves traumas y violan la dignidad de los niños, insistió Rashevska, quien exigió que Rusia devuelva inmediata e incondicionalmente a todos los menores secuestrados mediante un mecanismo internacional independiente.

«Más allá de su retorno físico y espiritual, debemos devolver también a nuestros niños el sentido de la justicia», concluyó.