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Cuernos: este es el retrato robot del infiel

La infidelidad es una tentación por las que todas las parejas pasan a lo largo de su vida. Sin embargo hay ciertos comportamientos que te deberían poner en alerta ya.

Recuperar la confianza tras una infidelidad es difícil pero no imposible
Recuperar la confianza tras una infidelidad es difícil pero no imposiblelarazon

El término infidelidad nació un segundo después de la primera relación de pareja, y es que es tan innato en el ser humano el enamorarse como la curiosidad por saber qué habrá más allá. Cada vez somos más conscientes que la tradicional monogamia de nuestros padres no existe y que el concepto de infidelidad depende de cada pareja. Es cierto que estaría bien poder confiar ciegamente en nuestro compañero o compañera, pero siendo sinceros, instintivamente todos nos sentimos atraídos tarde o temprano por lo desconocido, así que traicionar o no es ante todo una elección personal.

Es dentro de cada relación que cada uno de sus miembros marca sus propios límites. En algunas ocasiones, estos términos hacen referencia al sexo (para muchos es el tope de infidelidad por excelencia), aunque hay quien se basa más en el hecho de que haya sentimientos por otra persona.

Lo que está claro es que la infidelidad implica tener contacto con un tercero y guardar el secreto a nuestra pareja. Si hay que disimular para hablar con ese tercero, o se comparten intimidades que van más allá de una relación de amistad y mentimos sobre ello a nuestro compañero o compañera, estamos siendo infieles.

¿Qué rasgos definen a los infieles?

Más allá de artículos que hablan de los horóscopos más infieles, lo que sí está demostrado es que hay una asociación entre lealtad y comportamiento en el trabajo; al parecer, los que se comportan de manera poco profesional son más propensos a engañar a su compañero. Los empleados más problemáticos son tramposos en todos los aspectos de su vida, vaya. Los trabajadores que no aceptan los mandatos de sus superiores o les gusta pelear con sus colegas suelen ser personas aburridas e insatisfechas por naturaleza, y esa manera de ser, de querer sentirse gratificados se puede extrapolar también a su propia relación.

Traicionar es una experiencia emocionante que rompe con la rutina, por eso tener una aventura puede ser la manera más fácil para muchas personas de realizar su propio ego. Es fácil pensar que cuando solo se busca sentir nuevos estímulos se acabe traicionando y aparezca la mentira, tanto en las relaciones laborales como en las sentimentales.

Otro dato curioso es el que publicó hace tiempo la Revista de Personalidad y Psicología Social, que reveló que las personas más satisfechas con su vida sexual son más propensas a engañar a su pareja (contra todo pronóstico) ya que al considerar tan positivo el sexo tenderían a buscar placer fuera de su relación oficial.

Las personas más jóvenes son también más propensas a una traición, al igual que las mujeres menos atractivas; al parecer, engañando a su pareja su autoestima se vería reforzada.

Las cenas de Navidad

Se ha revelado que hasta el 60% de los hombres son infieles en la cena de Navidad de la oficina, y que aunque no lleguen “hasta el final”, las copas y el ambiente desenvuelto es el lugar propicio para coquetear con sus colegas de trabajo. Estos trabajadores justifican su reacción diciendo que les gusta sentirse atractivos para personas distintas a su ambiente personal habitual y que una fiesta es buena excusa para volver a sentirse solteros y liberarse.

¿Y la infidelidad emocional?

Para muchas parejas, las infidelidad va más allá del contacto físico, sea de la forma que fuese.

Este tipo de infidelidad es dar atención a otra persona con una actitud más íntima de la que se podría dedicar a un amigo. Es empezar a alimentar emociones hacia otra persona, ya sea amor o cariño, sin que exista vínculo, ni siquiera sexual.

Las redes sociales son muchas veces clave en este contexto, ya que el fácil acceso que todos tenemos a internet ha hecho que proliferen estas situaciones. Nadie sabe con quién estamos chateando y es más fácil conocer o ligar con personas extrañas sin tener que dar explicaciones a nuestra pareja.

Las causas de este comportamiento pueden ser muy distintas: insatisfacción sexual, sentirse reprimido en la pareja o haber caído en la monotonía. También influye la necesidad de nutrir la propia autoestima y la necesidad de saber que uno sigue “en el mercado” y puede seguir siendo deseable. También hay gente que alienta este comportamiento con un ex con el que nunca se rompió o con amigos cercanos en el que las fronteras sean difusas.

¿Cómo podemos reconocer si nuestra pareja empieza a mostrar signos de infidelidad emocional? ¿Cómo diferenciamos amistad de algo más? Las alarmas deberían saltar si se ve que empieza a hacer cosas en secreto, oculta información, se muestra irritable sin motivo o demasiado entusiasta tras recibir un mensaje de móvil, por ejemplo, pero cada persona, en el fondo, sabe cuáles son los signos que deberían hacerle reconocer que algo no va bien en su relación. Si la intuición habla, hay que hacerle caso y empezar, aunque sea de manera discreta, a investigar. Confrontar demasiado pronto a la pareja puede hacer que ésta la tache de paranoico, mentiroso o de estar agobiando, por lo que la relación se puede acabar resquebrajando aún más.

Sin embargo, siempre hay soluciones, y superar una infidelidad es un trabajo arduo pero posible. A veces, una aventura no es más que la muestra de que una relación no funcionaba bien, y si las dos partes se dan cuenta que quieren estar juntos y cambian ciertos hábitos (sobre todo, están dispuestos a cambiarlos), volverán a compartir aficiones, tendrán mejor sexo, se volverán más fuertes incluso que antes y recuperarán la confianza perdida, clave en el fondo de cualquier relación.