Belleza
¿Crees que te limpias bien la cara? Parece sencillo y no lo es
Estas son las siete claves para descifrar una buena higiene facial
1. Ni una para todas, ni todas para una
“Conocer cómo es nuestra piel y sus necesidades nos permitirá elegir el producto idóneo”, afirma la facialista Diana Montoya. La mirada experta (dermatólogo, esteticista, consultora de belleza….) nos ayudará. En general, el dermatólogo Carlos Morales recomienda, para las pieles grasas, jabones con principios seborreguladores y exfoliantes “como el ácido salicílico, lactobiónico, láctico… y en el caso de pieles con acné activo, además de dichos principios, ingredientes antisépticos y calmantes como bisabolol o camomila”. Para las secas, “lo ideal es un limpiador sin jabón, de base oleosa y activos hidratantes (ácido hialurónico, ceramidas, urea, glicerol y aceites esenciales)”; y en el caso de las reactivas y sensibles sugiere un jabón suave con activos calmantes y antiinflamatorios (bisabolol, ectoina) así como libre de sulfatos, perfumes, colorantes y parabenos.
2. Dos veces al día, ni más ni menos
“Tendemos a pensar que solo hay que limpiar la piel por la noche si nos hemos aplicado maquillaje, pero en realidad es tan importante retirar este como el polvo, contaminación, polen, etc.”, afirma Sandra Burgos, education manager de Clinique & Glamglow Iberia. Es más, la higiene facial no debe limitarse a la noche. Por la mañana también hay que limpiar. Basta con un jabón suave, dice el doctor Morales, “simplemente para eliminar las impurezas generadas por la noche”, y nos previene de un error frecuente: la tendencia a abusar del lavado principalmente entre quienestienen la piel grasa y no hidratarla después, lo que suele tener es un indeseable efecto rebote.
3. Doble limpieza, lo que aprendimos de las orientales
Muchas veces un solo producto no basta para deshacernos de las bases de maquillaje (y menos si son de larga duración) o de los filtros solares de los cosméticos. Este doble gesto de higiene permite, primero, retirar esos residuos resistentes y, luego, las impurezas que se han depositado en el rostro durante el día y las que ha producido la propia piel. “La doble limpieza es fundamental para que los productos de tratamiento sean absorbidos por la piel y no encuentren ninguna barrera en su penetración” justifica Sandra Burgos, y debe realizarse con dos fórmulas distintas, aunque no hay una combinación única. A medida que se sofistica el mercado y aparecen nuevas texturas, crecen las opciones: leche y aceite limpiador, aceite y espuma o gel; agua micelar y jabón suave…
4. Programa de lavado. Hay que limpiar siempre con agua tibia y secar a toques, nunca friccionando
Esla regla de oro de Diana Montoya a la que añade la importancia de aplicar un tónico porque “siempre que limpiamos con agua, el pH se desequilibra. El tónico cumple un importante papel regulador y además permite optimizar la acción de los cosméticos que se apliquen después. Es el producto que nunca debe faltar”. En cuanto a la calidad del agua, ante la suspicacia por su contenido de metales pesados, el doctor Morales nos tranquiliza: “La cantidad de estos no es suficiente para producir una alteración en la piel. Sin embargo, sí influye la cantidad de sales o cal que contiene. Las aguas más duras pueden resecar y producir tirantez en la piel”. En cualquier caso, la limpieza siempre debe ser suave.
5. Exfoliar, un gesto, buena cara
Piel más apagada, poros más dilatados y una textura rugosa e irregularson los signos de una falta de exfoliación. Esto, dice Sandra Burgos, tiene además otras consecuencias: una peor absorción de los tratamientos por el exceso de células muertas o un mal rendimiento de la base de maquillaje, con menor duración y un efecto de piel parcheada. Dicho esto, no debemos exfoliarnos como si no hubiese un mañana. Hay que hacerlo, sí, pero sin abusar, un fallo común entre quienes tienen un cutis graso o las obsesas de la luminosidad. “En la mayoría de los casos, la exfoliación enzimática o química se recomienda 1 o 2 veces por semana. La exfoliación mecánica solo en casos de pieles grasas y con impurezas y poro dilatado y siempre que no haya acné activo”, propone el doctor Morales.
6. Cambio de estación, ¿cambio de rutina?
Si el estado de la piel cambia,hay que adaptar la rutina. “Habitualmente, dice Carlos Morales, en primavera y verano la piel tiende a producir más sebo y cambia su pH, por lo que es mejor usar una fórmula que incluya activos seborreguladores y exfoliantes, aunque no de forma generalizada”. El sudor, afirma Marta García-Legaz, dermatóloga del Instituto Médico Ricart, también afecta y puede provocar inflamación; mientras que en invierno, hay que ser precavida con fórmulas que puedan irritar y los exfoliantes, porque con el frío, se suele tener la piel más sensible.
7. Limpieza facial dermatológica, por la salud de la piel
Indicada para casos especiales, “como el acné con mucho componente retencional (comedones y quistes), como previo a iniciar un tratamiento con isotretinoina para evitar el efecto rebrote inicial”, según indica la doctora García-Legaz, este procedimiento de limpieza es también un plus para las pieles normales. De hecho, el doctor Morales lo recomienda cada 2-3 meses a toda persona que quiera una piel sana y bonita, ya que se llega donde no lo hace la rutina de higiene diaria, liberando la piel de impurezas, restablece el pH cutáneo y favorece el normal funcionamiento de la piel y su flora.
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