
Salud mental
¿Comer fibra te hace más feliz?
La clave para combatir la ansiedad, la depresión e incluso para dormir mejor podría estar en el plato. La fibra dietética, más allá de su función digestiva, se revela como un regulador esencial del estado de ánimo y el descanso

Las cifras son elocuentes y revelan una paradoja en nuestra alimentación moderna. A pesar de los conocidos beneficios de la fibra dietética, los datos muestran que la mayoría de la población consume entre un 30 % y un 40 % menos de la cantidad diaria recomendada por los especialistas. Este desequilibrio no solo afecta al tránsito intestinal, sino que tiene consecuencias mucho más profundas, repercutiendo directamente en el bienestar emocional y la gestión del estrés.
De hecho, la clave de esta conexión reside en lo que los científicos denominan el eje intestino-cerebro, una vía de doble sentido que convierte al aparato digestivo en un actor principal de nuestra salud mental. El estado de la microbiota intestinal, ese complejo ecosistema de bacterias que habita en nuestro interior, determina en gran medida el equilibrio químico del cerebro, influyendo en nuestro estado de ánimo de una forma que apenas empezamos a comprender.
En este sentido, los prebióticos presentes en la fibra alimentan a las bacterias beneficiosas, que a su vez estimulan la producción de serotonina y dopamina, dos neurotransmisores esenciales para la estabilidad anímica. Este mecanismo, que según la experta Cristina Barrous reduce los síntomas de la depresión, también ayuda a regular el cortisol, la hormona del estrés, una conexión que también subrayan desde Vogue al analizar el papel de la dieta en el bienestar.
El círculo vicioso del azúcar y el insomnio
Por si fuera poco, el impacto de una dieta rica en fibra se extiende hasta el descanso nocturno. Al mantener estables los niveles de glucosa en sangre durante la noche, se evitan los picos de azúcar que a menudo interrumpen el sueño y provocan despertares. El resultado es un descanso mucho más profundo y reparador, con un aumento demostrado en las fases de sueño NREM y REM, cruciales para la consolidación de la memoria y la regulación emocional.
Asimismo, esta alimentación interviene en otro frente determinante para la salud mental: la inflamación. Una dieta pobre en fibra puede contribuir a una inflamación general del organismo, un factor que la ciencia moderna asocia cada vez con más fuerza a la aparición y el mantenimiento de los cuadros de ansiedad.
Por todo ello, para quienes deseen revertir el déficit nutricional y aprovechar estas ventajas, la recomendación de los especialistas es clara. La clave está en introducir los alimentos ricos en fibra de forma progresiva, permitiendo que el sistema digestivo se adapte sin contratiempos y se pueda beneficiar plenamente de sus virtudes para un bienestar integral.
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