Lifestyle

Bigote Arrocet organizará peregrinaciones

El proyecto turístico plantea tanto ir a Tierra Santa como hacer el Camino de Santiago

María Teresa Campos y Bigote Arrocet, paseando por Madrid / Gtres
María Teresa Campos y Bigote Arrocet, paseando por Madrid / Gtreslarazon

El proyecto turístico plantea tanto ir a Tierra Santa como hacer el Camino de Santiago.

La piadosa idea tomó forma hace días cuando el culto humorista y cantante chileno presentó una guía del Camino de Santiago donde casi me vi con bordón y esclavina. El acto derivó en conversaciones buscando algo aún más grande y duradero. Generó expectación porque no hay iniciativas tan espirituales y ya están trabajando en el lanzamiento de una idea tan inédita generalmente supeditada a los «paquetes turísticos», que generalmente no ahondan en la profundidad del viaje. Casi son vacaciones sin Kodak pero con historia y playa, un remojo final que desvirtúa y acomoda semejante descanso pasando por alto lo mucho que ofrece Tierra Santa. Se pusieron manos a la obra demostrando que no hay nada más estimulante y rejuvenecedor que el amor. Cuatro años lleva con la Campos, que apoya la iniciativa aunque ella nunca fue de «capillitas», que así nos llamaba graciosa y borde despectivamente a los más o menos devotos. Nuevamente actualidad por vía amorosa, Bigote –para el que ella recuperó el nombre bautismal de Edmundo– parece idea milagrosa unida al impacto emocional arrancando suspiros y lagrimones viendo en «Sálvame» –siempre a la que cae– cómo Terelu rememoró la no superada peor etapa de su vida. Estremeció con tal recuerdo aún reciente al que le echó temperamento, sin poder evitar conmocionar en el momento de bajar las escaleras de acceso al plató tan añorado.

Jornada histórica para el medio recuperando a una de sus glorias perennes felizmente mejorada tras varios meses y dos operaciones tremebundas. Contó que su madre no presenció ninguna de las dolorosas curas que le hacían lunes y sábado, ya por fin rebajadas a una sola visita de control. Un dato esperanzador como el buen aspecto facial de Terelu. Encomendándose al Altísimo se comentó el proyecto de viajes místicos que no sé si empezarán en Ávila para Santa Teresa en Navarra, donde tanto veneran –yo el primero– a San Francisco, patrono de las Misiones. Fue un hippie de su tiempo y en l600, con escasos recursos, llegó a las puertas de China para morir y ser enterrado hasta su reposo eterno en la ex portuguesa Goa, donde tiene un mausoleo en mármol italiano que empequeñece los túmulos más admirados. Asombra lo que levantaron casi en medio de un ambiente selvático y lo que cada diciembre abarrota aquello en una curiosa y bulliciosa mezcla de religiones, sincretismo, piedad, devoción y mezcla de razas. A Bigote le gustaría que el primer desplazamiento colectivo fuese a Jerusalén, de precios y distancia nada disparatados y cuna de este tipo de adhesiones devotas. Luego quizá le toque a la más inmediata Lourdes y luego un reprise a Compostela, monumento que no se acaba nunca como los rumores de relación intermitente entre Teresa y Bigote: «¡Ya estamos hartos de que nos inventen lo que no hay, incluso varias novias inexistentes!». Debió decir que ya está harta, él es más prudente y evita líos. Pero no deja de sonreír sabiendo lo que hay y cómo encajarlo, y hasta lo hace ante los súbitos arranques de su pareja por la que ninguno apostamos cuando hace cuatro años se enamoraron tras un encuentro en el añorado y no superado «¿Dónde estás, corazón?». El título resultó premonitorio.

Quiero imaginar que el proyecto semi-turístico se ciña a la devoción y nada lo desvirtúe. Han sabido mantenerse bastante al margen, ella casi desapareció de los cansinos photocalls –aunque proyecta recuperarlos– y él se mantiene trabajando brocha en mano alegrando camisetas en un altillo de su enorme casoplón, que proyectó compartir con Carmen y Terelu ocupando los laterales. La idea no cuajó por alejada. Ya con piso céntrico, por fin parece que Teresa lo venderá según las últimas noticias positivas llegadas esta semana desde Nueva York.