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Sergio Dalma: «Nunca me he planteado volver a casarme»

Sergio Dalma
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Ríe a carcajadas cuando le hablan de que es un valor seguro en el mundo de la música porque sabe que la experiencia le ha hecho asumir que el éxito sólo entiende una fórmula (y ni siquiera es exacta): trabajo elevado al cubo. Ahora, como en cada proyecto, Sergio Dalma se lanza al vacío con un nuevo disco, «Yo estuve allí», que recopila algunos de sus mejores temas de su carrera.

–50 años, 25 en la música y su disco número 17: suena un poco a balance...

–Sí, la verdad es que es un año de cifras muy redondas. Cuando paras y preparas con tanto tiempo un proyecto como este no dejas de hacer una reflexión. Cuando te das cuenta de qué rápido ha pasado todo, te entran ganas de ralentizarlo, ahora quiero saborearlo de otra forma.

–En este disco, además, tiene colaboraciones con artistas jóvenes como Pablo Alborán y Vanesa Martín, ¿ve en esta nueva generación a alguien a quien cederle el testigo de la música melódica?

–Yo creo que lo importante es que esté saliendo del anonimato gente joven con muchísimo talento. Además, cada uno tiene su estilo muy definido y a los que llevamos años en esto nos pone las pilas: personajes tan bien preparados te obligan a echar toda la carne en el asador.

–Una vez se baja del escenario y deja de ser Sergio Dalma y es Josep Capdevila, ¿de qué se siente más orgulloso?

–Me gusta como soy. Cuando termino de cantar me encanta pasar desapercbido y ser uno más, paseo por Madrid, me monto en el metro, hago la compra... porque así debe ser, siempre he entendido que esto es un trabajo y que, afortunadamente me ha dejado desarrollarme como persona, sino igual no me hubiera interesado dedicarme a ello.

–Verlo por los pasillos del supermercado será todo un espectáculo...

–Evidentemente, la gente te para, te saluda, pero eso no me molesta.

–¿Qué se ha dejado Sergio Dalma por el camino en estos 25 años?

–No creo que haya perdido muchas cosas. Sí es verdad que, con tanto viaje, a veces no estás en celebraciones ni actos puntuales con la familia, pero luego también es verdad que cuando estás con ellos lo disfrutas de una forma más intensa.

–¿Alguna vez se planteó dejar los escenarios?

–No. Y es verdad que ha habido momentos que me he sentido muy solo, que estaba luchando contra un gigante, pero siempre he tenido mucha fe en mí y confianza en lo que hago.

–En este disco recupera alguno de sus clásicos, como «Bailar pegados». ¿cree que es lo que debería cantarle a Rajoy y a Artur Mas?

–Ha habido una falta de diálogo y es una pena que se haya llegado a este punto. Yo era partidario del referéndum para que la gentes se pudiera pronunciar, porque hasta ahora sólo lo han hecho los políticos y dejan bastante que desear. Pero no soy partidario de esa independencia, esto no deja de ser una frontera, una barrera...

–Hay artistas consolidados que ahora están escribiendo sus memorias, ¿se ve pasando su vida al papel?

–No, sinceramente. Hace un año sacamos «Los tesoros de Sergio Dalma», en el que había réplicas de documentos personales, fue un recorrido por mi vida de una forma bastante original, pero escribir unas memorias no me lo he planteado nunca. Yo el día que desconecte y diga se acabó, entierro a Sergio Dalma y me quedo como Josep Capdevila.

–Todavía queda ¿eh? Pero, ¿es usted de los que piensa jubilarse en los escenarios?

–No, para nada. Hace años siempre que me preguntaban si me gustaría morir con el micrófono en la mano decía que sí, pero ahora prefiero morir haciendo el amor, que está mejor y no se sufre tanto... O en mi casa, tranquilo, o irme a dormir y no despertame. Lo que yo quiero es que, sobre todo, no sea la gente la que me se canse y me vea como un plasta sino darme cuenta de que ha llegado el momento.

–Mire que, de haber trabajado tanto, luego en la jubilación no sabe uno qué hacer...

–Yo es que lo tengo clarísimo, mi retiro será en un pueblecito en el que tengo una casita, tendré mi huerto, mis gallinas y pasearé y disfrutaré de los años que me queden. ¡Ah! Y beberé buen vino, que eso siempre te alarga la vida.

–Usted es un hombre coqueto, si la vejez hiciese estragos, ¿se ve tirando de bisturí a lo Renée Zellweger?

–(Con cara de susto). No , no, pobrecita. La vi en una foto y no parece ella. Yo reconozco que me hacen fotos y salen las arrugas, pero no soy nada partidario del Photoshop, porque quiero que la gente me vea como soy, que vean cómo han pasado los años y que esas marcas son fruto del paso de los años y de que uno ha vivido. Yo no sé lo que haré de aquí a diez años, igual me pongo arrugado como una pasa y sí me tengo que estirar, pero de momento no entra en mis planes.

–Canta al amor y al desamor y, aunque suele ser muy reservado con su vida privada, ¿ahora podríamos decir que está en un momento más «Galilea», o «Mi historias entre tus dedos»?

–En uno totalmente armónico. Llevo prácticamente cinco años con una persona y me siento bien, muy a gusto dentro de lo complicado que es esto con tanto viaje... Yo creo que ella pone un gran equilibrio en esta balanza.

–¿Nunca se ha planteado volver a casarse?

–No. No porque la experiencia no fuera buena, sino porque ya has pasado por ello y el hecho de firmar un papel no tiene por qué cambiar mi vida cuando en realidad la vivo como si lo estuviese.