Crítica de cine

Guerra civil en tontolandia

La Razón
La RazónLa Razón

Pues sí, los lelos afean una acción de los zotes para escenificar ese dicho italiano tan significativo: «El buey llamando cornudo al burro». Porque, excusarán la insistencia, el duelo de estulticia entre el animalismo violento y el mujerismo rabioso es cimero: una batalla de sonetos entre Quevedo y Góngora, los agentes del alguacil Wyatt Earp y los forajidos de la banda de Billy Claiborne a punto de desenfundar en Tombstone (Arizona), Mairena y Camarón subiendo trastes para reventarse la garganta en el cuarto de los cabales de la Venta de Vargas... En lo suyo, que son las bobadas ruidosas, el IAM y el PACMA también huellan cumbres estratosféricas. Se disputan, sí, la llave de oro de la estolidez cuando los unos profundizan en su permanente agresión falofóbica con una campaña trufada de burdas analogías zoológicas y los otros replican que «en la naturaleza no se dan comportamientos machistas» (¿No han visto ningún documental sobre la organización familiar del león? La hembra cría, cuida del territorio y caza mientras que el macho sólo fornica, y para colmo en consentida poligamia.), que comparar al hombre con el gorrino supone una ofensa para la cabaña porcina. Son los mismos, unos y otros, que motejan cucarachas a las monjas en hábito, sin mostrar respeto alguno por las religiosas, que son mujeres, ni por los ortópteros, tan dignos de piedad como los toros de lidia. Habrase visto... Lo cierto es que las dos cofradías más intransigentes de la Nueva Inquisición se han conflagrado por una pugna que decidirá quién tiene más peso en el Santo Oficio de la Corrección Política. Disculparán la procacidad de la frase hecha: se pelean por ver quién la tiene más larga. No será este modesto opinante el que llore por los muertos (metafóricos) de esta guerra.