Política

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La obsesión del pelotari

“Teresa Rodríguez no se lo pensó dos veces, vamos, ni media, cuando le tocaron el tema de la formación. 'Yo no he tardado diez años en acabar la carrera'”

Susana Díaz, durante la última sesión plenaria del Parlamento andaluz/ Foto: EP
Susana Díaz, durante la última sesión plenaria del Parlamento andaluz/ Foto: EPlarazon

“Teresa Rodríguez no se lo pensó dos veces, vamos, ni media, cuando le tocaron el tema de la formación. 'Yo no he tardado diez años en acabar la carrera'”

El pelotari va contra la pared a toda carrera, coge impulso y lanza la bola. Así una y otra vez, no hay quien pueda con su voluntad, no hay tregua en la mente del jugador. Mientras descansa, piensa en el muro que le devuelve la pelota, en la distancia, en la fuerza, en la técnica para vencerla. Es un monstruo gigantesco, que haga lo que haga, siempre responderá de igual manera. Ni él ni su contrincante podrán hacer nada, porque la guerra no es de ellos, sino de la resistente realidad que siempre escupe, interminablemente, la dichosa pelota. Nunca se ha visto un agujero en la pared, ni una mínima grieta, al contrario, cuanto mayor se hace el jugador, menos posibilidades hay para la victoria. Pero el frontón continúa intacto, como un fortín inexpugnable al que no hay manera de traspasar. La palabra frustración no existe en la mentalidad vasca, cuyos juegos y deportes tradicionales se apoyan en la tenacidad de un hombre contra, generalmente, la naturaleza. La voluntad frente a la lógica. En Andalucía hay quien comenta que se agota la voluntad, la tenacidad, y que la desesperanza se ha instalado en la mentalidad de muchos que esperaban que el muro se iba a resquebrajar, que habría una rendija para tratar, al menos, de ayudar en la demolición. Aquí quien puede dice tener las suficientes piquetas con las que dar un cambio de timón en la política regional, pero cuando se apagan las luces, cuando se sale del foco, el muro vuelve a alzarse, duro y machacón, para devolverlas todas.

De sumas y restas

La presidenta Susana Díaz mantiene que el adelanto electoral se ha convertido en una fijación mental de aquello que se conocía como los poderes fácticos en los últimos años del franquismo. Todos hablan, ponen fechas, hacen sumas y restas, y como siempre nadie se ve como perdedor. Está claro que el PSOE, más bien, la ilusión que produjo la llega de Pedro Sánchez a la Moncloa, está perdiendo fuelle conforme pasan los días, casi los minutos. Quién iba pensar que hasta se dudaría del héroe Pedro Duque, ahora ya convertido en una más de las cuentas del rosario de manchas del nuevo Gobierno. Dentro de la escafandra, orbitando sobre el planeta Tierra, nos sentimos henchidos de que alguien como nosotros (no era un cualquiera en realidad) se convertía en cosmo-nauta y nos saludaba en español. Estábamos orgullosos porque veníamos de «El Astronauta», en la que Tony Leblanc se ofrecía a ir a la Luna, como los americanos hicieron un año antes, por 8.000 pesetas. Entonces estábamos en 1970 y no sabíamos nada, pero ahora en 2018 ya no somos tan bobos y claro, no son casi dos mil duros lo que cuesta ponerse en el espacio. Esa deriva, pese a que en Andalucía no se va con Sánchez, al menos de boquilla, ya ha llegado y el votante socialista busca la papeleta naranja como antes le pasó al del PP. Parece que habrá trasvase y no del Guadalquivir, porque las cuentas no salen ahora mismo tan cómodas como hace unos meses. Que no, y es mejor esperar, porque ha subido la marea con el testimonio de los interventores en el juicio de los ERE (741 millones de euros, que no se olvide), la matraca de la comisión de la Faffe, el posible fraude en Santana Motor y además en los colegios no se puede parar del calor después de una semana de hacernos la foto. El paraíso que se vende desde San Telmo tiene plantados ya varios árboles podridos que cada otoño, como es costumbre, dan sus frutos puntualmente. Existen encuestas que amargan y que podrían prolongar la cuestión hasta finales de año y cábalas que ya predicen la composición de la Cámara en el caso de un posible descalabro progresivo: 40-30-25-14, unas cifras que podrían acabar con los socialistas en la bancada de la oposición.

El deporte nacional

Teresa Rodríguez no se lo pensó dos veces, vamos, ni media, cuando le tocaron el tema de la formación. «Yo no he tardado diez años en acabar la carrera». El obús fue directo a la presidenta, que no tuvo demasiada defensa. Ha quedado constatado en las últimas semanas que la limpieza de sangre marca las relaciones de los españoles, pero ahora la virtud hay que defenderla contra una moral propia del protestantismo. La nueva piedad busca que los perfiles sean inmaculados, si no la pira se prepara en un santiamén. Nunca mejor dicho. Como la justicia de Mussolini, con pruebas o sin pruebas eras culpable, ya hemos visto pasar varios reos ajusticiados por la estricta observancia de los guardianes de la virtud. No sería grato asistir en la política andaluza a un auto de fe en el que fueran pasando políticos que cebaron su formación con títulos de dudosa justificación. Se han comenzado a borrar los méritos obtenidos en varias instituciones concretas, antes de relumbrón, al olor de la carne quemada, aunque cuando se tenga que utilizar este método para acabar con el rival se hará y asistiremos al martirio como los romanos en el Campo di Fiori vieron arder a Giordano Bruno, aplaudiendo a las llamas.