Política

El desafío independentista

Antoni Bayona: «Desde el punto de vista del Gobierno, el 155 era inevitable»

«Democracia y Estado de Derecho es lo mismo. La democracia se ejerce en el marco de unas normas y las normas son un límite a la actuación de los poderes»

Antoni Bayona, ex letrado mayor del Parlament / Foto: Miquel González/Shooting
Antoni Bayona, ex letrado mayor del Parlament / Foto: Miquel González/Shootinglarazon

Antoni Bayona publica «No todo vale» (Peninsula), libro en el que desmenuza las debilidades jurídicas del proyecto independentista

Antoni Bayona (Sabadell, 1954) ha publicado «No todo vale» (Peninsula), libro en el que desmenuza las debilidades jurídicas del proyecto independentista y relata su experiencia como letrado mayor del Parlament durante la fase decisiva del «procés».

–El lunes declaró como testigo en el Tribunal Supremo. ¿Qué le está pareciendo el juicio?

–Desde el punto de vista procesal se está desarrollando como tenía que ir y todavía es un momento prematuro para avanzar posibles conclusiones. Los penalistas dicen que los juicios orales, sobre todo los complejos, tienen momentos en los que a veces parece que se acredite más la posición de la defensa, a veces la de la acusación. Yo he sido claro y he puesto de relieve que me parece muy difícil que los hechos encajen con las acusaciones de rebelión.

–Usted tuvo mucho trato con la ex presidenta del Parlament Carme Forcadell y en el libro deja entrever que actuaba más por presiones que por decisión propia.

–Por percepción personal, creo que hay un poco de todo. Con ella no lo he hablado nunca a fondo, sino que es una sensación que tengo. En determinadas fases del procés, como el día de la aprobación de las leyes del 6 y 7 de septiembre, la gestión de la situación recae mucho personalmente en la presidenta y ella estuvo muy expuesta en el momento de tomar muchas decisiones. Yo la noté que estaba incómoda.

–Ahora está en prisión. ¿Le advertía de las consecuencias que se podían derivar de sus decisiones?

En las decisiones de Mesa y Junta de Portavoces hubo un momento en que el secretario general del Parlament y yo fuimos haciendo sucesivas advertencias en la línea de que lo que se estaba tramitando podía estar en contra de decisiones tomadas por el Tribunal Constitucional (TC). Hay varias de estas advertencias y evidentemente no se tuvieron en cuenta.

–El libro es muy crítico con el proceder del independentismo.

–Sí, pero me gustaría resaltar que, como el título que tiene «No todo vale», no es una crítica al independentismo como proyecto. Soy crítico con la manera de hacer. No con el qué sino con el cómo. Porque de la manera que se hizo, el derecho se ha menospreciado en este proceso. Se debería de haber articulado de otra manera. Creo que siempre hay otras vías.

–Torra insiste en que la «democracia está por encima de la Ley».

–Yo creo que solo lo puede decir desde un punto de vista emocional. Pero una persona de su responsabilidad institucional me deja un poco perplejo. Hay una cuestión de fondo: democracia y Estado de Derecho es lo mismo. La democracia se ejerce en el marco de unas normas y las normas son un límite a la propia actuación de los poderes públicos. La democracia permite cambiar la norma, no ignorarla. Y esto es muy básico.

–Define el 6 y 7 de septiembre como «los días de la infamia».

–Lo digo en relación al procedimiento que se usó, muy atípico para unas leyes tan importantes, y que menospreció los derechos de las minorías. De haberse aplicado las leyes, hubieran tenido unas consecuencias muy importantes para los ciudadanos catalanes. Aprobar estas leyes en un contexto de no reconocimiento a los derechos que tiene la oposición es lo que más me consternó. Para mi fueron días muy duros.

–A nivel personal, recuerda un artículo académico que escribe semanas antes y recibe críticas de Turull. ¿Se sintió presionado por el independentismo para ejercer su labor?

–Todo se debe relativizar un poco. Los dos letrados que asistimos a la cocina parlamentaria, a la Mesa o Junta de Portavoces, estamos siempre en ambientes de presión. Somos asesores y cada grupo parlamentario pretende que se le dé la razón. Más allá de esto, no han habido amenazas, ha sido todo presión ambiental originado desde todos los lados.

–¿Tuvo oportunidad también de tener contacto con miembros del Govern para advertirles?

–No tengo especial relación con miembros del Govern. Tenía la percepción, sobre todo en la fase final, de que ya no interesaba para nada la opinión de los letrados. Las decisiones ya estaban tomadas. No hubo ninguna interacción.

–¿Qué opina de las resoluciones y advertencias del TC?

–Al TC se le ha criticado mucho, pero creo que con una tarjeta de visita como era la resolución I/XI –de inicio del «procés»– nos ponía a nosotros mismos muy en evidencia. Por tanto, no se podía esperar del TC algo diferente de lo que hizo. Era una resolución que decía que se desbordaría la Constitución y no se reconocía la autoridad del TC. Todos los poderes públicos están sometidos al TC. Era tan evidente, que el TC lo tenia relativamente fácil.

–¿Qué le pareció el 155?

–Me pareció una situación traumática. Además, es uno de esos artículos que piensas que nunca se aplicará. No deja de ser una mala noticia que se aplique el 155, pero, con independencia de las medidas que se podrían haber tomado, en un caso como el de una Declaración de Independencia, era obvio que el Estado tenía que defenderse. El 155 era inevitable desde el punto de vista del Estado, pero creo que hay que resaltar una cosa: a pesar de que hubo algunas dudas en el Senado, se acordó un 155 muy transitorio para volver a la normalidad, eso es algo que se debe destacar.

–¿Definiría a los líderes encarcelados como presos políticos?

–Hay que ser cuidadoso. Entiendo que un preso político es una persona perseguida por sus ideas. La situación aquí no es exactamente esta. Defienden unas ideas pero como autoridades públicas tomaron unas decisiones y eso hace diferente la situación. Ahora, yo creo que las acusaciones tan fuertes que se han hecho contra ellos y la prisión preventiva son injustas. Yo creo que no son presos políticos –en el sentido que tradicionalmente hemos entendido esta expresión–, pero tampoco me parece correcta la privación de libertad.