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Cuando Tintín llegó a la Luna

CosmoCaixa conmemora el medio siglo del aluzinaje de la mano del personaje de Hergé

Una de las salas de la exposición sobre el aterrizaje en la luna, con el cohete de Tintín como protagonista
Una de las salas de la exposición sobre el aterrizaje en la luna, con el cohete de Tintín como protagonistalarazon

CosmoCaixa conmemora el medio siglo del aluzinaje de la mano del personaje de Hergé.

Antes habían soñado con alcanzarla el narigudo escritor Cyrano de Bergerac o el cineasta Georges Méliès, pero en 1950, Georges Prosper Remi, más conocido universalmente por su seudónimo de Hergé, daba a conocer la nueva aventura de su personaje más famoso. En aquella ocasión el reportero belga Tintín, acompañado de su fiel perro Milú y sus amigos el capitán Haddock, el profesor Tornasol y los detectives Hernández y Fernández se lanzaban a la conquista de la luna. De esta manera, con la publicación del álbum «Objetivo: la Luna», al que le seguiría como segunda parte «Aterrizaje en la Luna», Hergé se adelantaba a otra aventura, la de los astronautas que tripulaban la nave Apolo 11 y que llegarían a la luna el 20 de julio de 1969.

El próximo año se conmemora medio siglo del alunizaje y, por ese motivo, CosmoCaixa analiza la carrera espacial en una exposición que cuenta con la ayuda de Tintín y sus amigos. La muestra recoge numeroso material original de algunas de las campañas de la Nasa hacia el astro, además de otros elementos que permiten seguir la historia de la obsesión lunar desde los tiempos de la invención del telecospio de Galileo Galilei con el que observaba la luna. Todo ello para concluir con el aterrizaje del popular cohete rojo y blanco que contaba con Tintín como uno de sus principales astronautas en uno de los indiscutibles mejores comics de todos los tiempos, probablemente la obra maestra de Hergé.

Bajo el título «Tintín y la Luna. Cincuenta años de la primera expedición tripulada», la muestra plantea un recorrido divulgativo y científico que se inicia con una copia del telescopio construido por Galileo en 1609. Junto a él tenemos una imagen captada en 1845 por el químico e historiador John William Draper y que se convirtió en la primera fotografía jamás captada de la luna.

Siguiendo este recorrido, en 1935 un ingeniero militar español llamado Emilio Herrera fue el responsable de la creación de un traje que muchos definen como el punto de partida de la escafandra espacial, además de una evidente inspiración del vestuario que llevaban los astronautas de Hergé en sus historietas. La invención de Herrera es una de las joyas de la muestra en CosmoCaixa.

Entre las muchas curiosidades de la exposición destacan especialmente también la reproducción de la sección de mandos del módulo lunar; un módulo interactivo en el que se puede simular que se camina por la superficie de la Luna; así como diferentes objetos reales y productos de higiene y de primera necesidad, y documentos, diarios y revistas que narran ese momento en el que se dio un gran paso para la Humanidad, como apuntó Neil Armstrong.

Pero, de la mano de Hergé, esta historia tiene una dimensión distinta. Antes de ponerse a abocetar en lápiz las primeras páginas de una de las más populares aventuras de Tintín, Hergé se documentó al máximo. En la exposición, procedente del belga Musée Hergé, pueden verse algunos de los materiales que empleó el dibujante en su investigación. Porque la ficción del dibujante pasó a ser una realidad, adelantándose a la aventura espacial emprendida por Estados Unidos y la Unión Soviética en pleno apogeo de la Guerra Fría. En el caso de Tintín, no hay conspiraciones políticas, pero si una voluntad de enseñar deleitando al lector. El artista belga omitió cualquier elemento de ficción o fantasía, como había hecho muchas décadas atrás Julio Verne en su «De la Tierra a la Luna». Hergé es un científico con el lápiz, de un rigor excesivo, como se demuestra en la exposición de CosmoCaixa.

Esta es, por cierto, la primera colaboración que hace el Musée Hergé con otra institución museográfica. Queda por saber si es una puerta abierta a futuras muestras sobre Tintín en Barcelona. Ojalá.