Literatura

Cine

Los genios son los padres

El éxito de “Aladdin” ha vuelto a poner de moda la figura de djini, el concededor de deseos y sus mil y una formas

Will Smith se puso en la piel de genio en la última versión de “Aladdin”
Will Smith se puso en la piel de genio en la última versión de “Aladdin”larazon

El éxito de “Aladdin” ha vuelto a poner de moda la figura de djini, el concededor de deseos y sus mil y una formas

Ahmed tenía ocho años, pero su voz era vieja e inquisitiva. «¿Me compras un juguete?», le preguntó a su padre, un viejo e inquisitivo hombre que tenía la voz de un niño de ocho años. «Claro, cariño», dijo. «¿Me compras una ensaimada para merendar?», preguntó Ahmed después de comprar el juguete y su padre volvió a decirle que sí. «¿Me compras un helado?», preguntó Ahmed cuando terminó la ensaimada y su padre lo miró a los ojos y con esa voz de ocho años dijo, «sí, pero ya no pienso comprar nada más». El niño se quería reír, pero solo dijo, «papaaa, me cojes, que estoy cansado». Y su padre lo cogió.

Al llegar a casa, el niño quería ver «Aladdin», con Will Smith, y el padre la alquiló y se lo puso e iba a irse y olvidarse de todo, pero el niño el dijo inmediatamente, «no te vayas, mírala conmigo» y eso es lo que hizo el padre. En medio de la película, cuando el padre dormitaba aburrido junto a su hijo, Ahmed cogió una jarra con rosca, la destapó, e intentó de un golpe poner a su padre allí dentro. Sonó a ¡clonc!, a ¡oh no! a ¡odio a tu madre! «¡Qué haces!», gritó el pobre hombre con un chichón en forma de agujero en uno. «¿Por qué no eres azul, papá?», preguntó Ahmed. Su padre se lo preguntaba a veces, pero no veía como su vida sería mejor así.

La figura del genio ha intrigado a la humanidad desde su primera aparición en las leyendas chinas del año 2.400 años de Cristo. Hasta convertirse en la figura dadivosa concededora de deseos tuvieron que pasar muchos siglos. El cuento de «Aladino y la lámpara maravillosa» fue una añadidura francesa a los cuentos de «Las 1001 y una noches». El orientalista Antoine Gallard oyó la narración oral del cuento y pensó que no tenía sentido que no estuviera en «Las mil y una noches».

Lo cierto es que la figura del genio ya aparecía en el libro, en el segundo relato que explica Sherezade, «El viejo pescador y el genio». La historia es larga, pero cuando el pescador saca del mar una especie de jarra y la abre, sale un furioso genio que le concede un deseo, «dime cómo quieres que te mate». El viejo engañará al genio para que vuelva a entrar en la jarra y así librarse de tan funesto desenlace. En realidad, después de 100 años de encierro, el genio pensó en conceder tres deseos a su liberador. A los 200 pensó que uno sería suficiente. A los 300, pues ya sólo quería comerse un elefante. Y a los 400 quería matar a quien fuese.

Lo que queda claro que la figura mitológica del genio sólo es una depravación de la figura del padre y su omnipotencia respecto a sus hijos. El Corán habla de que: «Hemos creado al hombre de barro, de arcilla moldeable. Antes, del fuego ardiente habíamos creado a los genios». En el mismo Coran se habla de tres seres creados por alá, los hombres, los genios y los ángeles, cuya trinidad no deja de conformar la figura típica de la familia, padre, madre e hijo. En los textos sagrados, el genio ni siquiera tenía forma humana, sino que era una especie de furia engendrada, mucho más capaz del mal que del bien. Antes los padres daban más miedo. La figura del ángel siempre siguió siendo una forma sublime e ideal, como las madres para los niños en la antigüedad. Los ángeles caídos, por ejemplo, no dejaban de ser el papel de mujer perdida. Y el hombre, el niño, siempre a expensas de estas dos fuerzas.

F. Ansley era el genio

Sólo hay que leer «Cuando el buen genio se transforma en malo», de F. Anstey, para darse cuenta de cómo el genio no es más que una metáfora del padre y su poder sobre los hijos. En ella vemos a un joven arquitecto sin fortuna que adquiere en una subasta un viejo jarrón persa. Al abrirlo sale el típico genio y empieza a ofrecer sus favores. El joven al principio no le cree, pero el genio insite e insiste y empieza a brumarle con todos los deseos que puede concederle. Al principio la fortuna le sonreirá, pero al finallos favores se tornarán en equívocos y el rechazo y enfado del joven con el genio provocará que los deseos que le conceda sean más jugarretas. Así que niños, apreciad a vuestros padres y todo lo que hacen por vosotros, o esperad a lo que puede pasar.

La relación del genio con la figura del padre queda más que evidente con la obra más conocida del autor, «Vice versa», la primera historia en que un niño y su padre intercambian sus cuerpos. El niño comprenderá mejor al padre y el padre, pues echará de menos la capacidad de conceder deseos, por pequeños que sean. Como siempre dice el padre de Ahmed: «Te lo digo por última vez». Y nunca hay una última vez, verdad Ahmed.