Teatro

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Mentiras que matan

La Seca Espai Brossa acoge la nueva adaptación de «Othello» de William Shakespeare, realizado por la compañía Les Antonietes

La actriz Annabel Castan, que interpreta a Desdémona, junto al actor Òscar Intente que interpreta al malogrado Othello en la nueva producción del clásico de Shakespeare de la compañía Les Antonieetes / David Tarrason
La actriz Annabel Castan, que interpreta a Desdémona, junto al actor Òscar Intente que interpreta al malogrado Othello en la nueva producción del clásico de Shakespeare de la compañía Les Antonieetes / David Tarrasonlarazon

La Seca Espai Brossa acoge la nueva adaptación de «Othello» de William Shakespeare, realizado por la compañía Les Antonietes

Alguien se había puesto a gritar. «¡aaa!». ¿Alguien? Parecía un ejército, al menos se oía un gran disturbio, pero en realidad sólo se reconocía una voz que se rompía con desprecio y rabia. Y, sin embargo, no se veía a nadie. «¡Aaaalll!» . El ruido era desagradable y violento, a pesar de que sólo era un rumor, un humo grasiento, una hez. Era fácil imaginar un monstruo infame y atroz, un perro de presa de tres cabezas, un grifo de aliento borracho y ojos cuervos o... «¡Allllaaa!». La voz era cada vez más clara, y a la vez pestilente, con peso y gravedad y olor, pero seguía sin verse a nadie.

No había nadie paseando por las calles a aquellas horas, pero podías mirar en todas direcciones y en todas te llegaba aquel chirrido agudo e hiriente. Sin embargo, a medida que estaba más presente, no había tanto terror como asco. «¡Callaaaa, callla imbécil!». Òscar, Arnau, Annabel y Oriol estaban en una terraza frente al teatro donde estaban ensayando una nueva adaptación de «Othello». Aquel desagradable ruído se les había metido en el cerebro y no hablaban de otra cosa. No se miraban entre sí, sólo observaban cada uno en un diferente punto cardinal a la espera de que aquellos gritos cogieran forma humana. La espera era terrible y angustiosa. «Eres una desgracia, un engendro, un asco», oyeron con claridad en una de las esquinas y vieron aparecer acto seguido a un hombre mal vestido, de aspecto demacrado y con una botella de cerveza en la mano. Tenía los ojos entornados y le costaba caminar. «Sólo es un borracho», dijo aliviado, pero también algo decepcionado, Óscar.

Sin embargo, mientras aquel hombre seguía su camino, sin dejar de gritar un instante, sin respeto alguno por nada ni por nadie, vieron que no dejaba de girarse cada pocos segundos, en un tic nervioso espeluznante. Algo ocurría, y en ese momento, en la misma esquina del que había surgido aquel desequilibrado, apareció una mujer de nervios rotos, con los brazos cruzados como para asegurarse de no perderse, los ojos llorosos y una mueca en los labios como quien contiene un impulso fatal.

La situación se convirtió en insostenible. Los insultos, los gritos, las mofas y desprecios hacían daño. Los cuatro artistas se miraron entre sí, confundidos e indignados a un tiempo. Sabían que tenían que actuar, pero no entendían exactamente cómo. El relato no ofrecía muchas dudas, aquel hombre, fuese quien fuese, no era un borracho, borrachos hay de todas las clases, aquel hombre era simplemente un maltratador repugnante que se divertía humillando públicamente a aquella pobre mujer.

En ese momento, vieron a dos mossos salir de uno de los edificios de los alrededores y Annabel, sin esperar la aprobación del resto, saltó de su asiento y fue en su búsqueda. «Agentes», gritó, y les explicó aquella desagradable escena. Los dos policías siguieron a aquel hombre, que se había perdido otra vez por las laberínticas calles del Born, pero cuyos gritos seguían oyéndose con total claridad. «Claro que sabíamos que teníamos que actuar. Estábamos representando Othello, en definitiva una tragedia que ejemplifica la violencia de género. Hacemos nuestras obras por su relevancia actual, llamando a la reflexión y, por qué no, a la acción. Nos perseguía el fantasma de quedarnos sin hacer nada», comentó ayer Oriol Tarrasón, director y adaptador de este nuevo «Othello».

Un thriller y una tragedia

La Seca Espai Brossa acoge el estreno de una adaptación que limita la acción a los tres personajes principales, Othello, Yago y Desdémona, y los traslada a la actualidad, a un mundo de poder donde todo es grabado con cámaras y aún así nos intentan convencer de lo que estamos viendo es otra cosa. «Presentamos una serie de lucha entre el bien y el mal. Quién podrá más, el amor de Desdémona o el odio de Othello. Yago es el inoculador del virus de los celos que transformará a Othello en un hombre muy enamorado a un trastornado. El racismo, la violencia de género, la manipulación del poder, la obra habla de muchos temas de urgente actualidad», señala Tarrasón.

La puesta en escena nos presenta un espacio en blanco donde se mueven los tres actores. «Es una obra con muchas mentiras y queríamos que no se pudiesen esconder en una puesta en escena». Además, hay una pantalla donde se proyecta la acción en directo para captar el fenómeno del poder actual y su uso y abuso de los medios.

Òscar Intente es aquí Othello mientras Arnau Puig le da réplica como Arnau Puig. Por último, Annabel Castan es Desdémona, aquí no ya una adolescente ingenua de 16 años, rendida a los pies de su amado, sino una mujer madura que se verá incapaz de revertir una situación trágica. «Queríamos generar un thriller con Yago como narrador de lo que piensa hacer y un público deseoso de que se cumplan sus objetivos», concluye Tarrasón.

La Seca, Espai Brossa.

cuándo: Del 30 de mayo al 24 de junio de 2018.

duración: 1h 25 min.