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La solución de Zaplana

La Razón
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Como es un periodo de buenas intenciones –ya se sabe, ¡Feliz año! ¡Mis mejores deseos para 2019! y demás buenas pretensiones– quiero expresar uno de los míos para este mismo mes: que el ex presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, se encuentre cuanto antes recuperado y en libertad. Lo hago en base a argumentos varios, de los que me voy a detener en tres, eso sin contar con el principio constitucional de la presunción de inocencia. El primero, porque han pasado ya siete meses largos de instrucción, además de los casi tres años de vigilancia, un tiempo que parece suficiente para que se haya acumulado la documentación pertinente para configurar una acusación. O no. Con lo que correspondería el levantamiento del secreto del sumario y la puesta en libertad provisional o el sobreseimiento.

Dos, porque los tres requisitos en los que se sostiene la prisión preventiva pueden ser perfectamente controlables en el caso de Zaplana: el riesgo de fuga, la posibilidad de destrucción de documentos y la voluntad de seguir delinquiendo. Los tres supuestos, como digo, tienen un más que sencillo control.

Por último, porque obliga el estado de su salud, que como paciente de un trasplante de médula, requiere un seguimiento y cuidado especiales. Así lo recomiendan taxativamente tres especialistas de prestigio mundial como son los jefes de los Servicios de Hematología de los Hospitales La Fe de Valencia, La Princesa de Madrid y Valle de Hebrón de Barcelona. Con este último razonamiento, la jueza lo tiene relativamente fácil: dejar que lo atiendan en el centro valenciano y levantar cuanto antes el secreto del sumario. Así es la vida.