Política

Iñaki Zaragüeta

Misterio en la Universidad

Hay decisiones que incitan a la sospecha por más buena voluntad que se tenga al analizarlas

La Razón
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Hay decisiones que incitan a la sospecha por más buena voluntad que se tenga al analizarlas

Hay decisiones que incitan a la sospecha por más buena voluntad que se tenga al analizarlas. Una de ellas es la modificación realizada por la Universidad de Valencia en el pliego de adjudicación de seis lotes del «Contrato de mantenimiento y conservación integral de diversos centros».

¿Por qué? Es una pregunta a la que se debería dar una respuesta con hechos o con un convincente razonamiento. ¿Por qué el nuevo equipo rector de la Universidad da la posibilidad de conceder todos los lotes a una misma empresa y rompe la tradicional y ecuánime costumbre de poner el tope de dos lotes para una misma firma? Es lógico que este cambio incite a los concursantes a pensar en la existencia de una intencionalidad, la de que al menos cinco de los seis lotes ya tienen destinataria. Incluso se aventuran a concretar cuál es.

Este nuevo y equívoco sistema obvia, además, a la nueva Ley de contratos del sector público en el que se prima la división por lotes en estos grandes contratos, para así dar opciones al mayor número de empresas. Más aún si se trata de pequeñas y medianas.

Sería un acierto si la Universidad reflexionara sobre el impacto negativo de su decisión y se planteara volver a lo más razonable.

Como sería un acierto meditar sobre el sistema arcaico de este concurso. Mantener su propia cogeneración de energía, según los expertos, resulta más caro e ineficaz que el de adherirse a la red mediante un convenio de compra de energía en función de las necesidades. Pero ésta es otra historia.

En España todo está bajo control excepto las universidades públicas. Nadie hasta ahora se ha atrevido a hincarles el diente por ese tópico de la autonomía universitaria. Así es la vida.