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Violencia de género
El trabajo puede ser clave para romper el círculo de la violencia de género
Cada 25 de noviembre se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una cita que establecen las Naciones Unidas para despertar conciencia sobre una grave situación de gran calado social
La violencia hacia la mujer es un problema global y, por eso, es importante aunar los esfuerzos de todo cuanto sea posible, incluyendo a la ciudadanía, los gobiernos, las instituciones, las entidades sociales y las empresas privadas.
En este último caso, de forma especial, el empleo puede ser un recurso de inestimable ayuda para las víctimas. Como apunta el Instituto de la Mujer, el trabajo “aporta independencia económica, social, psíquica y emocional”, además de que “les permite tener ingresos, salir del hogar y de la precariedad, romper con el maltratador, fomentar las relaciones personales, y les proporciona autoestima y seguridad en sí mismas”.
La Unidad de Apoyo a la Actividad Profesional (UAAP) es un departamento multiprofesional propio de los centros especiales de empleo, que suele componerse de trabajadores sociales y de psicólogos y que se dedican a la integración laboral de las personas con discapacidad.
Aunque su existencia no es obligatoria en las empresas ordinarias, Clece ha incorporado la UAAP dentro de su estructura y, además, la amplía a otros colectivos en riesgo de exclusión social, como las mujeres víctimas de violencia de género, para ayudarlas y acompañarlas, tanto en el plano laboral como en el personal.
El empleo, una vía para salir de una situación de vulnerabilidad
Montse Parés es delegada social de Clece en Cataluña y Baleares y cuenta que “el proyecto social de la compañía nace de uno de los pilares fundamentales de la entidad, que es ser un agente activo frente a la violencia de género”.
De las más de 83.000 personas que conforman la plantilla de la organización, muchas son mujeres. Para ellas, al igual que para el resto de las personas trabajadoras, su empleo es un lugar en el que pasan buena parte del día y, en ocasiones, puede ser “la vía que toman para salir de una situación de vulnerabilidad”, explica Parés. “Esto nos coloca en un lugar de mucha responsabilidad y por eso mostramos un compromiso con una alta exigencia” en este tipo de casos, cuenta.
Mercedes Ortega es responsable de la UAAP de Clece en la zona sur y Margarita Maldonado es técnico de la UAAP en la misma zona. Como ellas indican, su principal labor es dotar a todos los trabajadores que provienen de colectivos vulnerables de los recursos posibles durante su integración laboral y, posteriormente, durante el día a día de su trabajo. “No se trata solo de darles prioridad a la hora de contratarlas y cuidar de su incorporación, sino que también las acompañamos en todo aquello que necesiten”.
En el caso de las mujeres víctimas de violencia de género, su labor no solo se limita a las mujeres que acaban de entrar en la compañía que puedan venir de asociaciones de ayuda a las víctimas, sino que se extiende a todas las personas que están dentro de la empresa y que pueden llegar a encontrarse en una situación de violencia. En esos casos, el trabajo de los mandos intermedios, los encargados y los jefes de servicio juega un papel fundamental a la hora de detectar posibles vulnerabilidades en su día a día.
Como explican Ortega y Maldonado, “estos profesionales son personas que ya están muy sensibilizadas gracias al trabajo que se hace desde Clece” para concienciar sobre la violencia de género, como campañas o talleres, que trabajan la empatía y el apoyo.
Cuando se detecta un caso, la UAAP se pone en contacto con la trabajadora víctima de violencia de género para ofrecerle sus recursos y establecer un plan personalizado de intervención: “Hay mujeres con las que hemos tenido la necesidad de intervenir de forma puntual y otras con las que se ha actuado en varias ocasiones, pero siempre se ayuda de forma anónima para el resto de la plantilla”, explican.
Acompañar desde una distancia respetuosa, pero terapéutica
En algunos casos, las personas pueden mostrar cierta “resistencia y miedo”, como explica Parés, y les cuesta expresarse por estigma, por vergüenza… Por eso, entablar una relación de confianza resulta fundamental. “El hecho de encontrarse con una empresa que le brinda esta empatía y cercanía hace que se pueda abrir mucho más y se pueda trabajar mucho más con ella”, explican las trabajadoras de la UAAP.
Sobre esto, Parés añade: “Nos mantenemos a su lado durante todo el proceso, desde una distancia muy respetuosa, pero terapéutica, ofreciendo un apoyo que no sea invasivo, y teniendo en cuenta sus tiempos”.
Una de las formas que adopta ese apoyo son las medidas de seguimiento que establecen estos planes de actuación, por los que se mantiene el contacto con la mujer y se cuida de ofrecerle lo que necesite si su situación cambia. Estas medidas, al igual que cada caso, no son iguales en una persona que en otra, y el equipo de las UAAP tiene que estudiarlas con atención.
Como explica Parés, este acompañamiento puede ser desde “dar una respuesta habitacional, en el caso de que se requiera, hasta ayudar en la conciliación laboral, en las gestiones de cambio de domicilio, en el traslado de pertenencias, en registros como el empadronamiento… Y en aquellos casos más graves, en el traslado a otro puesto de trabajo nuevo que desconozca su agresor”.
Siempre se coopera con las autoridades, con entidades especializadas y con cualquier tipo de servicio que sea necesario para “establecer una red de seguridad y llevar a cabo medidas quirúrgicas de alto impacto”, indica Parés.
Un ejemplo que recuerdan Maldonado y Ortega es el caso de una trabajadora que tenía un perro de protección y que solicitó poder llevarlo a su lugar de trabajo por seguridad. “Era la primera vez que lo veíamos y nos pusimos a trabajar para saber exactamente cómo intervenir con el cliente, donde esta mujer trabajaba, para obtener autorización y que el perro la pudiera acompañar hasta su puesto”.
Echar una mano en este tipo de acciones encaminadas al desempeño de su jornada laboral significa para ellas un medio de vida. “Con el trabajo van ganando seguridad, les sirve de terapia y es una forma de socializar y generar un vínculo, que muchas veces es comparable con el familiar”, explican.
“El trabajo resulta clave para romper ese círculo de violencia y puede ser preventivo de cara a sufrirla, ya que les proporciona más autoestima y, sobre todo, más independencia”, concluyen estas dos profesionales de la UAAP.
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