Opinión
150 años
Putin, un tipo que ha heredado la misma efusividad emocional que un camping gas, ha decidido que el mundo le necesita más tiempo
Putin quiere vivir 150 años. Putin, un tipo que ha heredado la misma efusividad emocional que un camping gas, ha decidido que el mundo le necesita más tiempo, por lo menos hasta que cumpla 150 años. El mundo se ha preguntado si se puede vivir tantos años y yo lo que me pregunto es por qué ha decidido perpetuarse hasta los 150 años. ¿Por qué no doscientos, trescientos, cuatrocientos o, simplemente, la eternidad? ¿Por qué esa repentina humildad? ¿A qué viene esa mojigatería súbita? Ya puestos a pedir, ¿por qué no el menú entero? ¿O es que en el fondo estamos ante un autócrata humilde?
Mientras Trump sueña con proseguir en la Casa Blanca más allá de los imperativos contemplados en los artículos constitucionales, Putin ha decidido rebelarse contra los designios divinos y quedarse a vivir en la Tierra por lo menos tres o cuatro generaciones más, lo suficiente para que pueda heredar las pertenencias de sus nietos. Esto va dando cuenta de la envergadura de aspiraciones que manejan uno y otro. Y está claro que, en este punto, el chaval de Moscú está ganando la batalla.
El asunto es por qué Putin quiere permanecer más años entre nosotros. ¿Tanto nos echa de menos? ¿Tan bonito es el Kremlin? ¿El colchón de su dormitorio es tan bueno que está dispuesto a renunciar a la presencia del Padre por continuar durmiendo en él? ¿Acaso alberga dudas sobre la posibilidad de que se le cierren las puertas al llegar al Cielo, sobre todo a él, un fulano habituado a las mayordomías y a que los demás le vayan abriendo las habitaciones a su paso? ¿O, quizá, lo que sucede es que no quiere perderse el desenlace de la vida política de Zelenski? Hay que recordar que existen adversarios tan tenaces que son capaces de sobrevivir a su propio tiempo biológico para verle morir a uno.
Putin quiere vivir 150 años y los científicos le responden que eso es imposible. Claro que también le dijeron que, según las leyes internacionales vigentes, no podía invadir Ucrania y se lo pasó por la bisectriz. Nadie sabe para qué demonios ni con qué propósito quiere vivir 150 años, y no estoy seguro de querer saberlo, la verdad, pero no augura nada bueno que pretenda sobreponerse a su época un hombre de su horma, que no le preocupa la contaminación de las granjas de animales, pero considera la hamburguesa imperialismo y que amenaza al mundo con reducirlo a carne picada.