Acoso escolar
El antihéroe que lucha contra el bullying
Raúl Vigara, de 16 años, ha sufrido acoso toda su vida y ahora lo plasma en un libro que escribió confinado: «Es una herida abierta que nunca se cierra», sentencia
Los ojos de Raúl Vigara hablan por sí solos. No hace falta que cuente su lucha, basta con leer una mirada que desvela el poso del dolor y la esperanza de su batalla. Con 16 años ya ha descubierto los sabores más amargos de la vida, la puñalada del insulto y la soledad del desdén. A su espalda pesan los cambios de instituto, las noches en vela y la impotencia de un rechazo injustificado. En su caso, el objeto del acoso fue su condición sexual, algo que, en los primeros años de colegio, ni él mismo conocía. «He sufrido bullying toda mi vida. No entendía por qué me pasaba eso. Cuando me llamaban maricón no sabía a qué se referían, no entendía el significado de esa palabra. Sin embargo, esos insultos me perjudicaban. Me costaba estudiar, concentrarme, me sentía solo, creía que estaba haciendo algo mal. Me encerraba, me repudiaba, era una lucha constante contra mí mismo. A medida que crecí, empezaba a entenderme y fue una lucha muy dura. Al principio creía que esa palabra era algo malo y me repudiaba por ello. Ahora me conozco, sé cómo soy, me acepto y me quiero. No ha sido fácil llegar hasta aquí», cuenta desde el Colegio Celso Emilio Ferreiro de Móstoles, Madrid, donde cursó primaria.
Su historia es la de un chico valiente que ahora quiere servir de ayuda a aquellos que se encuentran atrapados en una situación similar. Por eso ha decidido plasmar su experiencia en un emotivo libro, «Nunca he sido un héroe» (Círculo Rojo), el cual comenzó a materializarse hace ahora un año, pero que tomó forma durante las interminables horas de confinamiento. «Comencé elaborando las fichas de las personas, luego evocaba imágenes que me inspiraban y les daba forma. Más tarde planteé las diferentes tramas. Mi objetivo desde el primer momento fue mostrar a la gente que hay que respetar a las otras personas, sean como sean, independientemente de su orientación sexual, su color de piel o cualquier otra cosa, ya que, en definitiva, esos aspectos son algo que no elegimos y que se convierten en centro del acoso», relata. Así surgieron Marcos y Liam, también Alicia, David, Silvia y todo un elenco juvenil fruto de la experiencia e imaginación del autor que toma vida y conforman un relato digno de un gran escritor, con altas dosis de sufrimiento y lecciones imprescindibles de vida.
El refugió de Raúl fue la lectura, una afición que su madre Marta le inculcó desde pequeño. Aún recuerda aquellos cuentos que ella le leía al pie de cama o cuando, más mayor, devoraba las sagas de «Harry Potter» o «Cazadores de Sombras». «Yo he encontrado en los libros la manera de contar quién soy. La lectura suponía viajar a otros mundos, salir de mis problemas y alejarme de lo que estaba viviendo. Por eso, a quienes ahora están padeciendo bullying los animo a que lo cuenten como ellos consideren oportuno, a través de la música, de una persona querida... pero que lo cuenten». Este mostoleño que acaba de acceder al Bachillerato de Humanidades y que sueña con cursar en un par de años el grado de Filología Clásica, hace hincapié en la dificultad de defender una orientación sexual diferente a la heterosexualidad en una sociedad en la que todavía queda mucho por avanzar en cuanto a igualdad de derechos y respeto a la diversidad. Algo que en la infancia y adolescencia se traduce en marginación y maltrato.
«Enseñar diversidad sexual en el colegio es fundamental. No sirve de nada aprender matemáticas o hacer una ecuación si no sabes lo que es el respeto. En mi caso, cuando era más pequeño yo necesitaba saber qué era ser homosexual y tuve que hacerlo por mí mismo, en internet. Ponía en el buscador ''maricón'' y leía lo que salía. Luego vi alguna película y así fue entendiendo lo que significaban las palabras con las que me acosaban. Por eso, creo que es fundamental la labor de educación en igualdad tanto en la escuela como en cada casa. Nuestra sociedad todavía falla en este aspecto, lo heterosexual sigue siendo lo normal, lo que reina, y el resto alguien diferente a quien poder atacar», relata. Es más, a él le gustaría dentro de unos años dedicarse con más intensidad a difundir estos valores desde la plataforma que sea. Pese a no llegar a la mayoría de edad, Raúl habla con una precisión y sensatez abrumadora y, por supuesto, no duda en hacer referencia a las redes sociales como herramientas potenciadoras del bullying: «A través de ellas la gente cree que tiene libertad de ofender a otra persona sin ser penalizados, les da igual. Eso lleva a muchos a tener miedo a salir del armario, por ejemplo. Sale lo peor de cada uno en las redes sociales, y es que los maltratadores tienen la necesidad de insultar para sentirse superiores, cuando realmente, los que hacen eso es porque están vacíos por dentro».
Cuando sus profesores leyeron el libro se quedaron perplejos con su relato y le dijeron que «era muy importante que los adolescentes lo leyeran porque les ayudaría a superar muchos problemas», pero él, cuando le felicitan, baja la cabeza. Es humilde y no busca ningún reconocimiento, solo ser de utilidad a otras víctimas de esta lacra juvenil. Como Raúl escribe en su libro, «el bullying es una herida abierta que nunca se cierra» y, pese que él ha dejado atrás los peores capítulos de su vida, siente cómo el zarpazo continúa supurando.
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