Las secuelas de Filomena
Madrid trata de levantarse del resbalón
Mientras los vecinos miran bien por dónde pisan, los comercios se duelen por un nuevo varapalo económico
Del «no te dejes la mascarilla en casa» al «ni se te ocurra salir con zapatillas». Filomena no solo ha cambiado la fisonomía de la ciudad; también ha obligado a los madrileños a adoptar nuevos hábitos. Ese «cuídate mucho» con el que acabamos felicitándonos el 2020 se ha prolongado durante estas dos primeras semanas de enero. Con una enorme diferencia: los vecinos de la capital saben que esta situación es, nunca mejor dicho, temporal, y que ese escenario aún congelado tiene fecha de caducidad. Motivo, por otro lado, que les ha llevado más que nunca a no despegarse de la cámara del móvil: cualquier mobiliario urbano, cualquier monumento, cualquier situación eran dignos de ser inmortalizados porque, posiblemente, nunca más volverán a verlos teñidos de blanco.
«¡Noooo!», regaña una madre a su hijo. «Si te resbalas no te va a dar tiempo a poner las manos en el suelo. Te puedes estampar la cara...». Aquí empiezan los primeros problemas. Y es que, cuando no miran el teléfono, los vecinos de la capital se concentran directamente en sus pies. Durante estos días, un leve esguince podía convertirse en un drama. Casi 500 caídas, desde el viernes y hasta ayer, han tenido que ser atendidas por Samur Protección Civil. Poco a poco se ha ido notando el descenso: de las 331 entre el viernes y el domingo, a las 136 del lunes y a las 29 ayer, al cierre de esta edición. Sin embargo, los datos ofrecidos por la Consejería de Sanidad son menos halagüeños: 2.000 fracturas han sido atendidas en las unidades de Traumatología de los hospitales madrileños. El triple de lo habitual.
Otra de las estampas habituales está siendo la retirada de nieve en tejados, sobre todo en las casas de la Sierra. «Ahora, aprovecha, que no pasa nadie», le dice una mujer a su marido en la localidad de Hoyo de Manzanares para que quite la nieve con una barra de hierro... desde un tercer piso. Entre esas improvisadas labores y los posibles trozos de hielo que pueden caer desde las alturas (afortunadamente, en muchos casos reducidos a inofensiva aguanieve), los madrileños están tomando la costumbre de no arrimarse a las paredes y caminar, si es que no les queda más remedio, por en medio de las aceras. Los paraguas, en todo caso, han regresado, aunque no haya caído una sola gota en las últimas 48 horas. Toda precaución es poca.
Con todo, hay obstáculos infinitamente más peligrosos que la nieve: los árboles. Solo en lo que se refiere al viario y a las zonas verdes de Madrid (sin contar grandes parques), se congregan alrededor de 8.000 especies. Según una primera estimación por parte del Ayuntamiento, 1.500 de estas podrían haberse visto afectados. En los últimos días, el Cuerpo Municipal de Bomberos ha retirado más de 200 árboles. Se trata de una de las prioridades del Consistorio. A medida que mejoren las condiciones, y los operarios puedan trabajar con plena seguridad, se espera trabajar a un ritmo superior a los 315 árboles retirados al día.
Al daño del arbolado hay que sumar el de las infraestructuras. Más de 200 ruinas y hundimientos han tenido que ser atendidos por los Bomberos en los últimos cuatro días. Entre ellos el de 16 dieciséis instalaciones deportivas de la ciudad de Madrid, cuyos tejados se han venido abajo. Y en otros 60 casos, presentan riesgo de desplome. El Cuerpo ha sigo providencia acumula ya 262 actuaciones entre salvamentos y rescates.
Con todo, hay un perjuicio que también duele y que puede ser medido en euros. Si los comercios no hubieran tenido bastante con la pandemia del coronavirus, ahora han tenido que añadir al escenario un temporal histórico que también les va a provocar graves pérdidas económicas. Si bien aún es «difícil» conocer el impacto de Filomena en el tejido empresarial madrileño, el consejero de Economía, Empleo y Competitividad de la Comunidad de Madrid, Manuel Giménez, realizó algunas estimaciones durante una entrevista en Onda Cero: un 20% dentro del sector de la restauración y alimentación, un 75% en el de transportes y un 25% en los comercios. Y es que, poder llegar no ya al súper, sino a la tienda de la esquina, se ha convertido en un deporte de riesgo.
De hecho, la Comunidad realizará una evaluación antes de presentar los presupuestos regionales, «que deben venir a apoyar y sustentar a nuestro tejido empresarial y mercado laboral en un momento en que se superponen dos crisis de extraordinaria gravedad: Filomena y la crisis del Covid-19», dijo Jiménez.
Al menos, la sombra del desabastecimiento se ha ido despejando: el 90% de la red de carreteras de la región ya no tiene restricciones a la circulación tras el paso de la borrasca y un centenar de municipios ya está conectado por autobuses interurbanos.
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