Noviembre Compañía
Un homenaje satírico al teatro
Vasco firma una parodia sobre las grandezas y las vergüenzas de la profesión actoral
Hoy nadie sabe quién es, pero en la trayectoria profesional de Felipe Carsi se puede rastrear casi un siglo de la historia del teatro. Este cómico nacido en 1838 fue cabeza de cartel y llegó a tener compañía propia en la segunda mitad del siglo XIX; pero fue ya en su vejez, acogido por la Compañía de María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza, cuando adquirió cierta gloria, como actor de reparto, al quedar su nombre unido a una ingente cantidad de obras estrenadas por los autores más importantes del momento: Benavente, Galdós, los Quintero, Valle-Inclán, Marquina, Villaespesa…
Al frente de su compañía Noviembre Teatro, el director escénico Eduardo Vasco recupera a Carsi en su último espectáculo teatral con la intención de rendir un homenaje, «en forma de comedia muy gamberra», a toda la profesión teatral, con todos sus gestos «solidarios y admirables, y también con todas sus miserias». Eso sí, el Carsi que veremos en el Teatro de La Abadía está muy pasado por la ficción. El meollo argumental de la obra son las peripecias de una compañía teatral de hoy en día en horas bajas. El hallazgo en la Biblioteca Nacional de una comedia clásica desconocida hasta ahora espoleará a sus cinco actores para dar por fin el gran pelotazo que nunca han dado. Pero para ello necesitan un buen reclamo comercial en el reparto; así que deciden contratar al viejo Carsi, al que todos han conocido en algún momento de sus carreras y al que también, dado su intratable carácter, han tenido que sufrir. «Este Carsi de nuestra ficción es un personaje que reúne muchas de las mejores y de las peores cosas que tenemos las gentes del teatro –explica el director–. Puede ser el sinvergüenza más abyecto y el tipo más sensible y extraordinario; recorre todo ese abanico». Y no menos ambigua que la catadura moral del personaje en cuestión, nos dice, es la de la compañía que quiere contratarle: «Ellos lo que quieren es forrarse. Eso del arte, la cultura, el compromiso social, se lo pasan por el arco del triunfo. En realidad, la obra es una parodia de muchas cosas; nos reímos un poco de lo que rodea el teatro: los actores, los directores, los programadores, los críticos, los filólogos, los profesores de interpretación, los clásicos, los modernos, la autoficción, el teatro documento… Y nos reímos mucho, por tanto, de nosotros mismos». Y añade mordaz: «Espero que haya mucha gente que se moleste».
Vasco introduce en la trama, además, muchas anécdotas reales relacionadas con actores y compañías de nuestro pasado teatral que el conoce bien por su faceta investigadora y que, según asegura, no ha necesitado transformar «porque funcionan tal cual». «He repasado casi todo lo que hay escrito por actores desde 1800. En ese material me he encontrado montones y montones de anécdotas y curiosidades que yo he incluido sin contemplaciones». Curiosamente, el texto viene firmado en esta ocasión por el propio director escénico que, no obstante, sigue sin considerarse un autor como tal. «Yo soy un director que escribe; lo que manda siempre es la escena. Soy más un adaptador o incluso un sastre que va cosiendo y vertebrando las distintas escenas». José Ramón Iglesias, Elena Rayos, Rafael Ortiz, Antonio de Cos –habituales ya en los trabajos de Vasco– y Mariano Llorente conforman el elenco de un montaje que coincide en el tiempo en nuestros escenarios con otro trabajo de la compañía Noviembre recién estrenado: Peribáñez y el comendador de Ocaña, de Lope de Vega. Por si fuera poco, la pandemia ha hecho que otro proyecto de Eduardo Vasco, previsto en principio para ser lanzado el año pasado, esté viendo también la luz estos días. Se trata de su regreso a la música pop-rock, con un proyecto llamado Demora del que ya se pueden escuchar dos sencillos: Volar y Anteayer.
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