Coronavirus

Madrid: la cara y la cruz de los contagios en dos pueblos vecinos

Berzosa del Lozoya tiene la mayor tasa de positivos de coronavirus por población de la Comunidad y El Atazar, la menor. Tan solo les separan 14 km, ¿a qué se debe este contraste?

Uno de los pocos vecinos que residen en El Atazar, el pueblo con el menor dato de contagios de la Comunidad de Madrid
Uno de los pocos vecinos que residen en El Atazar, el pueblo con el menor dato de contagios de la Comunidad de MadridLuis DíazLa Razón

La sinuosa carretera que conduce hasta El Atazar, en la sierra norte de Madrid, es una de las favoritas de los moteros y el mayor suplicio de los resignados a la biodramina. El espectacular paraje entre árboles a los pies del majestuoso embalse homónimo conduce al pueblo por el que la Covid ha pasado de largo. El Atazar es, según los datos de la Comunidad de Madrid, el municipio con menor tasa acumulada de contagios por coronavirus. Para ser exactos, tan solo uno de los vecinos consta en el registro de infectados. «Aquí estamos aislados del mundo y, si no fuera porque hay quienes tenemos que ir a trabajar fuera o por las visitas de los madrileños los fines de semana, no habríamos tenido ni un caso», explica Rubén, de 41 años.

El Atazar tiene 90 habitantes y tan solo consta un caso positivo en los registros de la Comunidad, lo que le convierte en el pueblo con menor número de incidencia acumulada
El Atazar tiene 90 habitantes y tan solo consta un caso positivo en los registros de la Comunidad, lo que le convierte en el pueblo con menor número de incidencia acumuladaLuis DíazLa Razón

Él es uno de los 90 habitantes que residen en este enclave privilegiado. El bar está cerrado y el asador Los Riscos tan solo abre los sábados y domingos. Además, desde marzo, el Ayuntamiento optó por blindar el municipio y la única entrada está clausurada al tráfico: «Así se controla mucho mejor quién entra y sale del pueblo. Y los que decidan ir de listos les cae una multa de 200 euros. Yo creo que esto también ha contribuido a evitar que la Covid entrara en el pueblo», añade Rubén.

Aunque, según las estadísticas, tan solo uno de los vecinos se ha contagiado hasta ahora (una mujer de mediana edad que pasó la enfermedad de manera asintomática), este hombre que trabajaba en Plaza de Castilla dice que en marzo, cuando todavía no se contabilizaban de manera correcta los contagios, él también lo padeció: «Nada grave, malestar y fiebre, pero me tomé la pirula y se pasó rápido. Lo que más me costó es que mi padre no viniera a casa, porque él quería estar aquí todo el rato», dice entre risas. Pablo, el progenitor, achaca los buenos datos de su pueblo a la calidad del aire: «Aquí se respira pureza. No tengo ni que llevar la máscara esa porque, como somos tan pocos, no nos cruzamos los unos con los otros». Y, pese a estar a más de una hora de Madrid confían, en que, «si nos pasa algo, vendrá a buscarnos el helicóptero, no sería la primera vez».

Verónica y Sonia, que trabajan en el Ayuntamiento, confiesan que la rapidez con la que se ha actuado evitó males mayores: «Los parques se clausuraron desde el primer día y también la biblioteca. Éramos muy conscientes de lo que podía ocurrir. Pese a que es una zona que trae mucho turismo, también se ha controlado de buen modo. Además, los fines de semana, que es cuando más gente viene, los que somos de aquí no salimos de casa. Al restaurante solo van los de fuera», explican. Y es que el «turismo de pantanos», como ellas dicen, tiene un gran tirón y los festivos puede concentrar en la zona a más de 300 personas.

Nacho, otro de los lugareños, apunta que el estar al aire libre es lo que también ha contribuido a ser el municipio de la Comunidad con el mejor dato de contagios: «La gente no se reúne en las casas, que es donde el virus más se propaga. En el campo no hay problema». Elena, responsable de limpiar las calles de El Atazar, añade que, al no haber casas rurales, se impide que los foráneos hagan demasiada vida por estos lares y traigan los males de la capital: «Hace tiempo, todos los hospedajes rurales salieron a la venta o alquiler, para que así la gente optara por venir a vivir aquí y que no fuera solo un pueblo de turismo. La verdad, esta medida ha sido un acierto y ha aumentado el censo».

Berzosa del Lozoya tiene 220 habitantes y 54 personas han dado positivo. La incidencia acumulada es de 26.341, la más alta según los datos de la Comunidad de Madrid
Berzosa del Lozoya tiene 220 habitantes y 54 personas han dado positivo. La incidencia acumulada es de 26.341, la más alta según los datos de la Comunidad de MadridLuis DíazLa Razón

Un éxito que contrasta con lo que han vivido en primera persona los habitantes de Berzosa del Lozoya, situado a tan solo 14 kilómetros de El Atazar. A pesar de su cercanía y ser de igual modo un lugar apacible, lo cierto es que los datos le describen como el lugar dónde más número de positivos (en relación con la población total) se han detectado desde marzo. Suman 54 casos en un censo de 220 habitantes. Esto se traduce en una tasa acumulada de 26.341. Para hacerse una idea, el peor distrito de Madrid en cuanto a infectados es Puente de Vallecas y su dato acumulado es de 11.281.

«No quiero ni hablar del tema», dice malhumorada Tere, que regenta el bar social. Al lado, el propietario del restaurante Ruta 67, Sergio, nos atiende con mejores modales: «En la primera ola nos fue bastante bien, pero en la segunda sí que se sumaron varios contagios, sobre todo en dos de las residencias que hay en el pueblo». Berzosa del Lozoya acoge en su núcleo urbano un centro de menores, otro de personas con discapacidad y un tercero de ancianos. «Por suerte, en el de mayores no ha habido ningún caso, pero en el otro bastantes. De hecho, fueron los trabajadores los que al parecer metieron allí el virus, porque a los residentes no se les permitía salir», asegura Alicia.

¿Hay casas en venta?

«No solo los de las residencias se han contagiado, también ha habido varios casos de gente del pueblo. Ha habido miedo, pero también confianza. Eso sí, los vecinos han preferido no venir al restaurante. Desde que hemos abierto, solo lo hacemos los fines de semana, hemos estado llenos. Eso sí, de gente de fuera, sobre todo motoristas», confiesa el propietario de Ruta 67. De hecho, dos aficionados de las motos acaban de hacer aquí una parada para preguntar si está abierto para comer.

En el supermercado, José, su propietario, reconoce que él ha tenido una gran suerte y que, pese a lo malo de la pandemia, a su negocio le ha ido fenomenal: «Abrí justo en el mes de marzo y ha funcionado de maravilla. Hemos servido en casa a los que estaban confinados por ser positivos y en el local ha seguido viniendo mucha gente». A la salida del súper nos topamos con Pablo del Pozo, que es concejal del municipio y cuenta que «no se han tomado medidas drásticas, porque no podemos cerrar las entradas como sí hicieron en El Atazar. Tenemos una carretera de paso y esa medida aquí es inviable». Lo que sí han hecho ha sido repartir mascarillas y gel por todo el pueblo, así como ayudar a quienes peor lo estaban pasado llevándoles medicamentos y todo lo que necesitaran.

Una de las medidas que sí implementaron fue la de sellar las zonas de las residencias. Así, se aprecia como los bancos y mesas por donde pasean y toman el aire los que allí viven están precintados para que nadie pueda acercarse. «Aún así hay algunas personas que no son residentes que han intentado ponerse a comer un bocadillo en esas mesas. Cuando les vi, les eché. La verdad, hay quien tiene muy poco cuidado», protesta Alicia, que confiesa que en los últimos meses no han dejado de recibir llamadas en el Ayuntamiento para preguntar sobre fincas y casas a la venta. «Parece que el éxodo urbano es ya una realidad», sentencia con orgullo.