Rehabilitación
La espectacular reforma de la “sede” del Ministerio del Tiempo en Madrid
El Ayuntamiento aborda la fase final de la restauración del Palacio de la Duquesa de Sueca, edificio que albergó un colegio para los hijos de los criados de Carlos III y cuya fachada aparece en una conocida serie de televisión
«Escuela de primeras letras y habitación de los maestros que enseñan a los hijos de los criados de Su Majestad». Quizás no es el nombre más práctico, pero sí el más descriptivo que le pudo dar a esta construcción erigida en el número 2 de la plaza del Duque de Albanada más y nada menos que el que sigue ostentando el título de mejor alcalde de Madrid, y eso sin haberlo sido nunca. Casi dos siglos y medio después de que el rey Carlos III decidiera levantar esta particular escuela en plena efervescencia reformista, el Ayuntamiento aborda ahora la fase final de su restauración con la consolidación y reconstrucción del cuerpo de este edificio que representa uno de tantos buenos ejemplos de la huella que dejó la Ilustración en la arquitectura de la capital.
Así, antes de que termine el verano, el edificio comenzará a recuperar su volumen inicial de más de 7.000 metros cuadrados, conservando la disposición de los muros y forjados de madera y, aunque a falta de un proyecto que determine en qué se convertirá después de las obras, lo que está claro es que el recuerdo de su pasado y de las vivencias que algún día albergó quedará para siempre impregnado en las piedras de las paredes que lo vieron ser aulas repletas de niños y niñas o un cuartel, habitaciones palaciegas y hasta parte de un decorado de televisión.
Un colegio sobre otro colegio
Marzo de 1766. Madrid amanece en el caos. La prohibición del uso de la capa y el chambergo de Leopoldo de Gregorio, más conocido como marqués de Esquilache, motiva varias movilizaciones masivas contra este que era un ministro de absoluta confianza del monarca y cuyo programa de modernización de la Villa, a las vistas de los acontecimientos, no fue bien recibido por el pueblo. La seguridad del propio Carlos III estuvo en peligro, por lo que, una vez controlada la situación, el rey fue contundente con los acusados de instigar el motín contra su secretario de Hacienda: los jesuitas fueron expulsados del país en 1767 y sobre los cimientos del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús ordenó la construcción de una escuela para los hijos de sus criados. Era el principio de una larga historia de utilidades para esta enorme parcela situada entre las plazas de la Cebada y de Tirso de Molina.
De palacio a cuartel
Carlos III murió en 1788 y, pese a que su hijo y sucesor bien podría haber continuado llenando las clases de la «Escuela de primeras letras y habitación de los maestros que enseñan a los hijos de los criados de Su Majestad», Carlos IV decidió darle un nuevo uso al edificio. Así, en 1791 y tras una buena reforma, lo que hasta entonces había sido siempre un colegio pasó a ser una casa-palacio con unos residentes muy especiales: Manuel de Godoy y su esposa, María Teresa de Borbón y Vallabriga, entre otros muchos títulos nobiliarios, condesa de Chinchón y duquesa de Sueca. La estancia del valido del rey en esta morada especialmente acondicionado para él fue breve, no obstante, es a la noble a la que inmortalizó el mismísimo Goya en una de sus pinturas a quien la construcción le sigue debiendo su nombre hoy.
En 1803, las estancias de la casa-palacio se transformaron de nuevo en aulas, primero, al acoger la Escuela de las Temporalidades y, después, el Colegio de Humanidades de Francisco Serra Treinta. Y tras muchas lecciones, ya en el último tercio del siglo XIX, el edificio fue sede de un cuartel de la Guardia Civil hasta el estallido de la guerra en 1936, cuando la propiedad pasó por primera vez a manos privadas.
La expropiación y el salto a la fama
Hacía mucho que el Palacio de la Duquesa de Sueca había dejado de serlo. El edificio volvía a albergar residencias, sí, pero esta vez para dar cobijo a varias familias que no pudieron asumir el mantenimiento que exigía una construcción de tales características. En un estado avanzado de deterioro, el Ayuntamiento de Madrid decidió expropiarlo en 1998, consiguiendo su titularidad en 2005,año en el que se inició el proceso de rehabilitaciónque ahora entra en su fase final. Entretanto, una producción televisiva vio en su fachada un atractivo que ahora es el mayor reclamo turístico de este Bien de Interés Cultural declarado, porque, desde 2015, el número 2 de la plaza del Duque de Alba es, además de toda esta historia de la ciudad, la puerta de entrada del Ministerio del Tiempo. Y puede que, al fin y al cabo, así sea, ¿no?
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