La única medida de Ayuso que Sánchez no quiere copiar

La escena que pueden ver sobre estas líneas es real. Una mesa. Unas sillas. Políticos hablando de los problemas de los ciudadanos. Puede ser que, incluso, discutiendo y reprochándose cosas. Que para eso también están. Hablando, por ejemplo, de la situación de la Atención Primaria, de los problemas en el acceso a la vivienda, de los residuos, de la Educación Infantil, de la respuesta a los vecinos afectados por las obras de la línea 7B de Metro, de la posible reducción de diputados en la región...

La imagen, insistimos, es real. Se produjo ayer. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se reunió en la Real Casa de Correos de Sol con el nuevo portavoz del PSOE en la Asamblea, Juan Lobato. Hizo lo propio con las representantes de Más Madrid y de Podemos, después de los encuentros del lunes con Vox y Partido Popular. Normalidad democrática. No es la primera vez que sucede. El 9 de marzo de 2020, a las puertas del Estado de Alarma decretado en el arranque de la pandemia, Ayuso convocó a todos los portavoces. Contactó con todos ellos por teléfono cuatro días más tarde. Y las rondas con los grupos con representación en la cámara de Vallecas se han reeditado desde entonces hasta en cuatro ocasiones más. Cinco, con la de esta semana.

Al margen de la utilidad práctica de estas citas, parece evidente que la iniciativa de la presidenta, orientada a mantener un contacto distendido con Lobato, Mónica García, Carolina Alonso y Rocío Monasterio antes del arranque del período de sesiones en el Parlamento, podría ser imitada por otros gobiernos regionales e, incluso, por el presidente Pedro Sánchez. Tantos planteamientos impulsados desde el Gobierno madrileño han sido clonados a los pocos días –tras ser censurados– por Moncloa, que no sería extraño que Pablo Casado fuera convocado a lo largo de este miércoles por Sánchez para limar asperezas en torno a la polémica con los fondos europeos o para abordar la posición española sobre Ucrania.

Y quizá acertaría, como la mayoría de las veces en las que tuvo al gobierno de su región como un elemento inspirador y no como un saco de boxeo.