Historia

El palacio y los jardines del Buen Retiro (y II)

Desde 1868, fue un parque público propiedad del Ayuntamiento de Madrid. Acogió el Zoológico de la ciudad en la Casa de Fieras

GRAF6385. MADRID, 26/01/2022.- Varias personas observan el atardecer en el Parque del Retiro, en Madrid, este miércoles. EFE/ Miguel Oses
GRAF6385. MADRID, 26/01/2022.- Varias personas observan el atardecer en el Parque del Retiro, en Madrid, este miércoles. EFE/ Miguel OsesMiguel OsesAgencia EFE

Desde 1868 es un parque público propiedad del Ayuntamiento de Madrid. En todo el parque hay construcciones de los siglos XVII al XX, pero muy exquisitas. Algunas son de una calidad y belleza únicas, como el Palacio de Cristal, un monumento a la arquitectura de hierro y cristal como marcaban los tiempos, con su estanque menor, sus paseos con una gruta disimulada, en un entorno que es todo él paz. Y lleno de patos y cisnes.

Otrora el zoológico de Madrid estuvo en la Casa de Fieras. Ahora es centro cultural. Sobrecoge, desde luego, el tamaño de las jaulas. Es curioso cómo se ha ido cuidando más a los animales, incrementando así el homo sapiens de su propia dignidad. Aquel parque zoológico se llevó a la Casa de Campo, porque era el sitio lógico al que se debía llevar, aunque hay ciudades en Europa que han preservado sus zoológicos en el interior: pero no los pueden dotar de instalaciones tan sobradas de terreno.

¿Y qué decir del kiosco de la música, que qué bien estaría que hubiera sus conciertillos los domingos (en los cuadros del siglo XVII está la «Torrecilla de la música» con sus ministriles), o el teatro de los títeres, o las novedades hacia la valla de O´Donnell-Menéndez Pelayo, o la deliciosa rosaleda, que antes fue invernadero y tantas cosas más? Hubo un tiempo, en donde se alza la Puerta de Alcalá, con tantas huellas de las guerras que no la han conseguido abatir, hubo un tiempo que allí también había una plaza de toros.

Todo esto ha permitido de este inmenso parque del siglo XVII, ¡insisto que es del siglo XVII! haya mantenido sus mismas formas de relación de los madrileños desde entonces hasta hoy. Es un lugar único. Este aspecto lo ha valorado mucho la UNESCO, lo de la continuidad de formas de la relación social. La riqueza científica y cultural, así como medioambiental y social de Madrid por toda esta zona (aun a pesar de algún desmán) es inenarrable.

¿Y la riqueza arbórea y vegetal que tienen el parque, el jardín…, y el vivero municipal? Pasear por los jardines del Retiro, sabiendo por dónde se anda y el significado de ese jardín botánico, llena de nostalgia. Cada fuente, cada estanque, cada resto de edificio, o cada edificio en pie, algún ahuehuete que otro, el propio trazado urbano de la Villa de Madrid, está marcado de una singular historia en esta zona de la ciudad. De nostalgia, en los atardeceres, o en los días de cerradas nieblas.

Me encantaría, lector, que compartieras conmigo este… ¿sentimiento?: Madrid tenía un palacio real, viejo alcázar árabe, en un extremo de la ciudad. Calle Mayor arriba se salía de la ciudad por la Puerta del Sol, o por la cancela de la calle Alcalá. Luego, se trazó la carrera de San Jerónimo, y en diagonal, el camino de Alcalá, pero ya se estaba extramuros y casi en descampado.

Un buen día de 1630 y tantos se empezó a agrandar el «Cuarto del rey» en los Jerónimos y, a partir de entonces, la Villa con Corte se desarrolló con un eje principal, que venía a descansar en los Jerónimos y otro, al otro lado, que se iba hacia Alcalá. De ese «Cuarto del rey» fue creciendo tan asombroso palacio. Por cierto: el rey tenía un cuarto en el convento de los Jerónimos porque este se levantaba extramuros de la Villa y en él hacían vigilias, las reinas núbiles antes de entrar en la Corte, los reyes en tiempos de lutos, o si había que descansar tras una proclamación o cualquiera otro grandísimo acto solemne de aquella Monarquía que buscó en los jerónimos de toda España, su refugio y su sosiego.

De esta manera la Villa con Corte creció con dos palacios, uno a cada extremo. Al oriente, el campo abierto al occidente, el río y el gran bosque de El Pardo, que frenaban su expansión. Y al valido se le ocurrió: un palacio de trabajo y otro de Retiro, de retiro, de buen retiro, para el rey y la Corte.

Y al valido se le ocurrió: un palacio de trabajo y otro de Retiro, de retiro, de buen retiro, para el rey y la Corte. (Continuará...)

Alfredo Alvar Ezquerra es profesor de Investigación del CSIC