La escena final
«La coartada», en el Bellas Artes de Madrid: cuando el silencio puede llegar a ser algo atronador
Bernabé Rico dirige este thriller psicológico de Christy Hall en el teatro Bellas Artes, con María Castro, Dani Muriel y Miguel Hermoso
La dramaturga Christy Hall declaraba sobre su obra «To Quiet the Quiet»: «Me interesan las complejidades de la condición humana». Y complejos son los personajes de «La coartada», la adaptación escrita y dirigida por Bernabé Rico, que quedó impactado al leer del tirón esta pieza de la joven dramaturga americana. «Me la mandó el representante de David Mamet y como en ese momento no podía hacerla, la guardé en un cajón y eso ocurrió 10 años después en plena pandemia. Quién me iba a decir que, además, iba a estrenarme con ella como director», reconoce Rico. Ahora, tras girar por España, llega al Teatro Bellas Artes con María Castro, Dani Muriel y Miguel Hermoso. Ana es una mujer mentalmente al límite. Divorciada y atormentada por su pasado, pide ayuda a su mejor amigo para preparar una coartada sobre un crimen que no se sabe si ya se ha cometido, para testificar en la que sin duda será la declaración más importante de su vida y de la que dependerá no solo la custodia de su única hija sino también su propia libertad. Enfrentada con sus propios demonios, descubrirá hasta dónde es capaz de llegar para evitar el mayor de sus miedos: el silencio.
Dónde Teatro Bellas Artes. Cuándo hasta el 5 de junio. Cuánto entre 17 y 28 euros
En teatro es difícil ver una intriga psicológica que casi roza el trhiller de suspense. «Eso fue precisamente lo que me atrajo de esta pieza, esa intriga que te atrapa desde el principio y de repente gira y te presenta una historia de amor con un drama emocionantísimo de pareja. Me pareció muy original porque en teatro no había visto ni leído nada igual nunca», explica Bernabé Rico sobre ella. «Es algo muy cinematográfico, estamos más acostumbrados a ver este tipo de historias contadas en una pantalla y hacerlo tan bien armado como un hecho escénico fue un reto que me interesó muchísimo, sobre todo, el de ser capaz de meter al espectador en la mente de la protagonista, porque si no lo hace, no va a entender nada, pero si lo consigo va a empatizar con ella, la va a entender sin juzgarla y hará todo el viaje que ella hace en la historia», asegura el director. La de Ana «es una mente dañada por la soledad, por lo terrible que puede ser el silencio, por el duelo ante la pérdida de una persona querida. El título obedece a la necesidad desesperada de una mujer excéntrica –de una madre–, de contener de alguna manera el sufrimiento mental provocado por el aislamiento, el abandono, la incomprensión y la angustia que la lleva al desequilibrio mental. Como ella misma dice en un pequeño monólogo interior: “El silencio puede llegar a ser algo atronador”. Necesitamos mucho ruido exterior porque no somos capaces de estar con nosotros mismos y de enfrentarnos al silencio», afirma Rico.
Los tres personajes son muy complejos, especialmente el de Ana interpretado por María Castro, uno de esos papeles que marcan la carrera de una actriz. «Para cualquier actor, estos personajes masculinos son dos bombones, pero el de María es un “personajazo” muy especial al alcance de muy pocos, un viaje lleno de matices, que puede pasar de la comedia a la tragedia más absoluta en minutos. Cuando ella vio el texto se tiró de cabeza a él porque no todos los días tienes la oportunidad de hacer algo así», reconoce el dramaturgo. «Quien no conozca otros trabajos suyo quedaría impactado por su actuación, pero quien conozca su historial como actriz en comedias o en obras sin esta carga dramática, también, porque verla cómo se lanza con este personaje tan complejo y difícil es una sorpresa mayúscula que hay que ver», concluye.
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