Gatas

Agathe Cortés: “Quiero que ‘mis Gacelas’ sirvan para romper el silencio”

‘Gacelas que comen leones’ es el retrato de la parte más amarga del mundo del teatro que esta ‘gata que habla francés’ presentará en la Feria del Libro de Madrid el 8 de junio

Agathe Cortés, peridista y escritora.
Agathe Cortés, peridista y escritora.Gonzalo Pérez MataLa Razón

“El mundo por el cual había apostado se reducía a penosos intereses, manipulaciones, estrategias y dinero. A fabricar, vender y comprar un producto. Y ese producto era yo”, reza la página 255 de Gacelas que comen leones (Suma). Este fragmento sintetiza una novela en la que Agathe Cortés hace uso de la autoficción para denunciar un problema y cerrar un círculo. La escritora y periodista, de 27 años, se lanzó a escribir este relato animada por el furor del #MeToo cuando se dio cuenta de que algunos de los aspectos que contaban las actrices, como los abusos o la presión por adelgazar, habían sido también obstáculos para ella en el pasado.

El libro es un viaje que abarca todo lo que pasa desde el momento en el que Alicia Bonaldi se muda a París, con tan solo 17 años, para intentar dedicarse a la actuación a la par que estudia literatura contemporánea en La Sorbona y termina huyendo, años después, a Australia. Entre medias vive una agresión sexual, cómo profesores juzgan abiertamente su imagen, trastornos alimentarios, una pérdida e incluso los traumáticos atentados de Bataclan, que terminaron con la vida de más de 130 personas en 2015. “Me dio vértigo generalizar y contar algo tan íntimo, pero tengo la suerte de que lo viví en francés y lo narro en español, algo que uso como barrera de protección” confiesa la autora a LA RAZÓN en su cafetería favorita.

De padres franceses, la escritora decidió sentarse en mitad de la pandemia y escribir esta etapa de su vida que se vuelve coral, pues el fantasma de la presión sobre el cuerpo es algo más que común en el mundo del espectáculo. Gacelas que comen leones o Mis gacelas, tal y como dice su dueña con brillo en los ojos, busca darles su lugar a esas jóvenes que ven sus sueños truncados ante un mundo que tiene “más de business que de arte”, enarbolar la diversidad como bandera y poner en valor las particularidades que nos hacen únicos. Todo ello en respuesta a un entorno que trata de encasillarte, algo que algunos lectores han trasladado al hecho de tener que ocultar su orientación sexual en entornos hostiles.

La singularidad como bandera

“Cuando estudié los traumas, vi lo difícil que es hablar de ellos. Yo me callé cuando me llamaron ‘gorda’ encima de un escenario, y quiero crear en los niños que me lean la voluntad de contestar”, reflexiona. De hecho, en la novela, la propia Agathe termina perdiéndose a sí misma bajo la premisa de encajar en el mundo de la actuación, algo para lo que se somete a una estricta dieta que desemboca en una relación enfermiza con la comida y en una pérdida desorbitada de peso. Además de sus padres, en su curación fue esencial que se alejase del mundo del teatro ante la decepción y el hastío. Entre tintes de ficción y realismo discurre una historia que también habla del amor, de las inseguridades de la juventud y de la importancia de la familia.

Lo hace con una portada ilustrada por la alicantina Naranjalidad, que muestra una mujer, una gacela y la torre Eiffel de fondo, una representación animal omnipresente en el libro. “Cada capítulo tiene referencias a leones y gacelas, uso como hilo conductor algo muy primario para jugar con la metáfora de cómo dejamos de lado la razón en el sexo, en el amor o cuando alguien muere. Nos deshumanizamos cuando perdemos ciertas cosas”, expone. Agathe estará el próximo miércoles 8 de junio firmando su novela en la caseta 179 de la Feria del Libro de Madrid entre las 18:00 y las 20:00 horas de la tarde. Espera ponerles cara allí a lectores y curiosos que quieran conocer la historia de Alicia Bonaldi, que es también la suya.

Lo que Agathe ha aprendido de Alicia

Al construir este personaje, la actual responsable de comunicación de la Asociación Española de bioempresas, Asebio, reconoce que se dio cuenta de que era mucho más frágil de lo que se pensaba, pues a priori se veía a sí misma como una suerte de heroína que lo tenía todo bajo control. Y los demás también, pues sus amigas le dijeron que se sentirían huérfanas al saber que abandonaría las tablas del teatro y París hace unos seis años, pero ella respondió que seguiría alzando la voz por todas ellas, y así lo hizo, pero desde la literatura.

Pese a las duras experiencias que narra en primera y segunda persona, Agathe tiene claro que no se arrepiente de haber perseguido su sueño hasta la ciudad de la luz. “Vale la pena intentarlo”, asevera. En esa línea, reconoce que tiene el gusanillo de volver a subirse a un escenario y que, en caso de hacerlo, le encantaría que fuera dando vida a La Marquesa de Merteuil, personaje de la novela epistolar Las amistades peligrosas de Choderlos de Laclos. Mientras se lo piensa, prepara sus siguientes obras y adelanta que la pérdida, el duelo y “ese momento en la cena de Navidad en el que asumes que esa persona ya no ocupará nunca más su sitio” tendrán un papel protagónico en la próxima.

Un camino aún muy largo por recorrer
En su segunda obra publicada, que sigue la estela de De aquí a Roma, y vuelta (Huerga y Fierro), la escritora le pone un espejo incómodo a todo aquello que mermó su determinación por dedicarse a la actuación. Aunque ha visto mejoras desde entonces, considera que queda mucho por andar. “No puedo nombrar a muchas actrices protagonistas que no sean delgadas, ni a muchos actores a los que no se les exija estar perfectos cuando se quitan la camiseta en pantalla. Esto puede desembocar en TCA, al igual que las ideas de belleza que transmiten las redes. Se busca que todos seamos iguales, pero si fuese así no sería nuestro mundo, y ni el objetivo del cine ni el del teatro estarían cumplidos”, asevera.
Agathe Cortés, peridista y escritora.
Agathe Cortés, peridista y escritora.Gonzalo Pérez MataLa Razón